jueves, 19 de abril de 2012

EL FUTURO EN SUS MANOS

Por razón de mi trabajo, estoy acostumbrado a recibir a personas que necesitan formación, sin la cual, poco o nada tienen que hacer en un mundo laboral cada día más exiguo y sin embargo más exigente en cuanto a requerimientos académicos, técnicos y personales, cuya carencia les supone la inmediata marginación de un mercado laboral tiránico y cruel como jamás han contemplado los tiempos que nos ha tocado vivir, condenando al ostracismo y a la marginación a quienes se empeñan en perseguir la maldición bíblica de ganar el pan con el sudor de su frente, como si en lugar de maldita, fuese una bendición del cielo, un premio sublime e inaudito, que se desea y se busca como el bien supremo a lograr en este mundo.
Y así, continuamente contemplo a tanta gente preparada, sobradamente formada, con ganas de incorporarse a un mundo que los rechaza una y otra vez. No son precisamente gente madura, ni siquiera mayor, es gente joven que intenta trabajar, ganarse el sustento diario, con ganas e ilusión que al verse relegadas una y otra vez, acuden en masa a una selección de formación para desempleados en busca de un puesto con el objeto de incorporarse a un curso donde serán quince los elegidos entre una centenar de aspirantes, los cuales, al menos, podrán incorporar a su currículum los nuevos conocimientos que adquirirán.
Son una minoría los que al menos consiguen formarse, reciclarse, ponerse al día en unas aulas que acogen a una minoría de desempleados, que al menos pueden considerarse afortunados al poder formar parte de ese grupo de elegidos que tendrán la oportunidad de prepararse técnicamente para intentar afrontar después el reto de conseguir un trabajo, tarea ardua donde las haya, pese a mostrar su capacitación e idoneidad para desarrollar la correspondiente actividad que el puesto de trabajo demande.
Más que sorpresa, causa auténtica consternación, contemplar cómo desfila ante tus ojos una incesante marea de seres humanos de todas las edades, muchos de ellos en esa edad límite, demasiada alejada de la que hoy exige el mundo laboral, pero aún lo suficientemente próxima para poder aportar su experiencia a la empresa, pero en la que no obstante predominan los jóvenes, algunos de ellos a punto de pasar a la siguiente fase de la juventud, cercana a la madurez, con una expresión de abandono y desasosiego, que impresiona profundamente.
Pero lo que más conmociona, sin lugar a dudas, es comprobar como un alto número de ellos carecen de formación, con unos conocimientos tan mínimos, tan exiguos – algunos de ellos muy jóvenes, lo cual aún sorprende más - que causa estupor y perplejidad. Considerar que van a enfrentarse a un mundo laboral que exigirá de ellos el máximo en preparación académica y técnica, te lleva a pensar que jamás van a encontrar un trabajo, o en todo caso, apenas podrán acceder a labores sin cualificar que la mayoría rechaza.
Con la situación actual de recortes en inversión en todos los sectores, el futuro de la educación se vislumbra de un color espantosamente oscuro. Téngase en cuenta que España es uno de los países con más fracaso escolar de toda Europa, que la preparación con la que terminan nuestros estudiantes de la enseñanza obligatoria es de las más bajas y que los índices de lectura por habitante están por los suelos. Si con este panorama, se insiste en recortar en educación, el porvenir de las nuevas generaciones es desalentador y por ende, el de nuestro País, ya que representan su futuro.

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