lunes, 14 de mayo de 2012

UN PAÍS DE OFERTA

La Marca España, a mitad de precio, de oferta, de rebajas, a precio de saldo, como única forma de vender un producto que cada día se encuentra más a la baja, depreciado y reducido a la mínima expresión de su valor, hasta el extremo de que ya hasta los grandes almacenes, tan exclusivos ellos, tan sibaritas y refinados se lanzan a la vorágine general de las rebajas, aunque todavía no se han decidido por las marcas blancas – todo a su tiempo habremos de ver y contar – a las que el resto de las llamadas grandes superficies se han visto abocadas a relanzar y potenciar al máximo en vistas de que por ahí van los tiros, ya que los consumidores las buscamos con esforzado ahínco, tratando de ahorrar esos céntimos prodigiosos que nos permitan ir tirando de mala manera hasta llegar a fin de mes.
Vengo de la peluquería, la habitual, donde acabo de hacerme el ya acostumbrado pelado al dos o al tres, según la temperatura ambiente me aconseje y la verdad es que este mes de mayo que debería estar marceando – cuando marzo mayea, mayo marcea – nos está defraudando al no seguir el popular y generalmente acertado refrán, con unos calores impropios del mes de las flores, por lo que me he visto obligado a apurar al dos y medio para poder soportarlo.
Y vuelvo satisfecho, no sólo por el correcto corte de pelo, sino porque al entrar me he encontrado con un vistoso y llamativo cartel que en unos caracteres perfectamente visibles para todos, incluso para los que son propietarios de abundantes dioptrías, informaba a todo color de una importante rebaja en el precio habitual que no solamente incluía el corte, sino servicios adicionales sin coste alguno, como el lavado, un masaje y un arreglo de cejas y demás depilados menores, que hacen las delicias del cliente, que por bastante menos obtiene mucho más sin disminuir un ápice la calidad del servicio.
Un País de oferta para los mercados internacionales y para todo aquel que pueda permitirse el lujo de comprar una deuda que a nosotros nos resulta costosísima y que para ellos supone un negocio inestimable al rentabilizar una operación redonda con unos intereses que andan por las nubes y que han de pagarse a costa de los recortes y cargas que sufrimos y soportamos los ciudadanos en una frenética e inacabable sucesión de desastres que lastran la economía del ciudadano y por ende de un País desbocado y sin norte, a la deriva, que no parece encontrar su lugar en una Europa sin rumbo, sin personalidad definida, dispersa, con unos integrantes que no poseen capacidad alguna de ceder un ápice de soberanía en aras de lograr un Estado Europeo fuerte y estable, capaz de competir con las potencias emergentes que nos van a eclipsar y reducir a la nada.
No obstante seguimos siendo un País inmutable en muchos aspectos que hacen de estos lares un lugar pintoresco, con fuertes contrastes, donde conviven tradiciones y costumbres ancestrales que chocan frontalmente con la modernidad y con la tradición y herencia cultural de la que históricamente podemos sentirnos satisfechos, de los cuales parecemos incapaces de deshacernos, como si rectificar y adaptarnos a los tiempos que vivimos, supusiera un retroceso, una involución, una dejación de los valores nacionales.
Y sin embargo pioneros en adoptar determinados cambios legislativos que afectan a la sociedad y a sus componentes y que la mayoría de los países de referencia aún no contemplan, ejemplares en la gestión de una seguridad social universal que ampara a todos los ciudadanos, bien sean originarios o foráneos, admirados en el mundo por una organización nacional de trasplantes admirada y respetada por todos y, bueno, permítanme que haga un pequeño receso para llevar a cabo una búsqueda de otros posibles valores patrios que ahora no consigo localizar.
Pena de un País que sigue sin poseer ni alentar una capacidad propia para desarrollar y aplicar la investigación y evitar que nuestros mejores cerebros tengan que emigrar, que sigue con aquello de “que inventen ellos”, que estemos siempre a la quinta pregunta esperando para pagar las patentes de los demás, que leamos tan poco, que gritemos tanto, que soportemos tanto a los folklóricos, a los toreros, que no a los toros, bello animal donde los haya, a la jerarquía católica, a la monarquía, anacrónica como todas, a los insufribles políticos, a los usureros banqueros y a todos aquellos que con su inestimable ayuda están consiguiendo que la oscuridad se cierna sobre este luminoso y hermoso país que es España.

No hay comentarios: