Pensábamos que después de
aquellos largos, inacabables y tozudos años que nos hizo vivir el inefable
Ibarretxe, con sus continuas y cansinas amenazas acerca de la independencia
vasca, y de su seguro y siempre próximo referéndum que llevaría a cabo sí o sí,
pese a la contumaz y permanente negativa del Estado, y dada la sorprendente
resolución del tema a que hubo lugar, ya nada nos volvería a afectar en este
sentido.
Y es que el desenlace, tan
rápido como inesperado, tuvo lugar cuando en el Congreso de los Diputados, se
le negó la posibilidad de llevar a cabo una consulta que tuviera por objeto la
secesión del País Vasco. Y ahí, increíblemente acabó todo, lo cual, dado el
hecho de que la matraca independentista fue extremadamente dura y duradera en
el tiempo y teniendo en cuenta el carácter de el Lehendakari, supuso una
inmensa y agradable sorpresa el hecho de que este irrepetible personaje diera
media vuelta, y se retirara a sus cuarteles de invierno.
Pero no acaba aquí la pesadilla
que atenaza de nuevo a este sufrido País, que el canciller Otto Von Bismarck
calificó como indestructible, “ya que lleva toda su historia intentándolo, y no
lo ha conseguido”, ya que al cabo de poco tiempo, sin apenas un mínimo y
necesario respiro, entró en acción Cataluña, de una inesperada forma, ya que
siempre se les consideró demasiado inteligentes para meterse en estos
berenjenales, y con un fuerza y un empuje tal que han dejado a los Vascos como
simples aficionados, cuando siempre consideramos que sería a la inversa.
Estaban pues ahí, agazapados,
esperando quizás la resolución de ese conflicto con el que tanto tenían en
común, tratando de extraer alguna lección, algún aprendizaje, y vieron con
desilusión y una cierta desesperanza cómo se desinflaron las inquietudes
nacionalistas vascas, y decidieron tomar un relevo del que no han desistido
desde entonces.
Y así, presionando de una forma
constante y progresiva nos han conducido al estado actual que no parece otro
que el de un callejón sin salida, que ha adquirido ya tintas excesivamente
preocupantes, que podríamos calificar incluso de dramáticos, sino se actúa de
una forma inmediata, dado el hecho de que están decididos a tomar la grave
decisión de declarar unilateralmente la independencia si se les niega el
referéndum.
Algo que conllevaría unas
consecuencias nefastas para todos, y que se apoya en la teoría de los hechos
consumados, que estaría absolutamente al margen de toda legalidad, algo que
hace tiempo llevan a la práctica, y que tendría muy complicada una marcha atrás
una vez iniciada dicha secesión unilateral.
Pero por primera vez, el
gobierno ha querido despejar dudas y dejar bien sentado que no está dispuesto a
permitir tamaño desafío, para lo que el Gobierno ha elaborado un programa sobre
cada una de las intervenciones que se llevarían a efecto en cada uno de los
departamentos.
Se ponen así en alerta, todos los resortes de
la Fiscalía General y la Abogacía del Estado. Los preparativos incluyen a
varios Ministerios e incluso a la Delegación del Gobierno en Cataluña, que se ha
reforzado en estos meses con esa intención, al igual que los dispositivos en
esa autonomía de las fuerzas de seguridad del Estado. El tiempo pasa y las
incertidumbres siguen el aire.
El País y sus ciudadanos, no se
merecen ni pueden permitirse semejante dislate.
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