martes, 14 de noviembre de 2017

EL HUMANISMO GLOBAL

Paseando por la calle, por el parque, por el centro comercial, por las escaleras y el vestíbulo del edificio dónde vivimos, es fácil escuchar con harta frecuencia, comentarios acerca de la situación política que tensa a los ciudadanos de este País, como consecuencia de una situación tan inesperada y confusa como grotesca, en una región como Cataluña, que está afectando al resto del País.
Nadie se merece esto, nadie ha provocado este conflicto, que sin embargo los radicales independentistas se empeñan en atribuir y culpar al resto de España. Son otros, y muchos, los problemas que afectan a tanta gente que no llega ni a mitad de mes, que pasa hambre y necesidades sin cuento, que nos parecen invisibles, sencillamente porque no los queremos ver.
Nadie podía esperar esto hace apenas un año, no digamos tiempo atrás, cuando era el País Vasco, incluso cuando el terrorismo había dejado de golpear, quien nos tenía continuamente inmersos en la incertidumbre por una situación parecida a la que ahora vivimos en Cataluña, con el inefable Ibarretxe presionando cada día, hasta el momento en que decidió abandonar su empecinamiento independentista.
Imposible, nos decíamos en aquellos tiempos, que los catalanes llegasen a optar por la vía del independentismo. Vista la trayectoria seguida por ambas regiones, Cataluña y el País Vasco, pensábamos que los problemas llegarían de éste último, pero jamás se nos pasó por la cabeza lo que hoy contemplamos con asombro, aunque visionarios hubo, hace ya mucho tiempo, que afirmaban que estábamos equivocados.
Nos decíamos que los catalanes eran muy listos, demasiado para llegar a pensar en la independencia,  son muy prácticos se comentaba, la pela es la pela, jamás cometerán semejante error. ¿Cómo es posible que no fuésemos capaces de considerar que podría llegar a plantearse la situación en la que nos hallamos inmersos?
Ni siquiera ha habido una retirada, ni táctica ni estratégica, como llevaron a cabo los Vascos, que observan el presente proceso con sumo interés, pendientes de su desarrollo y de los resultados que de él se deriven, imposible de conocer en este crucial momento en el que nos encontramos.
En una alocada y vertiginosa huída hacia adelante, saltándose todas las leyes y normas, incluidas las suyas, despreciando y obviando la Constitución y su Tribunal, que ha invalidado todas las actuaciones del parlamento, una fracción de la ciudadanía se ha lanzado a la calle impulsada y dirigida por el propio Govern, sus aliados anti sistema y sociedades civiles, en pos de una independencia que proclame la República Catalana.
Cataluña entera ha quedado dividida en dos, creando una dolorosa fractura que ya existía, pero que ahora se multiplicará sin duda en intensidad y número, lo que motivará odios, recelos y enemistades que llegarán a todos los rincones de una sociedad que no podrá soportar por mucho tiempo tanta incertidumbre, tanto desasosiego y tanta zozobra, salvo que el buen juicio, la serenidad y la sensatez se impongan de inmediato.
Pero no son estas las virtudes que adornan a unos dirigentes que son los primeros en mostrarse al frente de los acontecimientos, con una actitud secesionista, de rebeldía, deslealtad e irresponsable desobediencia, así como por un absoluto desprecio hacia las leyes. Kapuscinkski, escritor polaco, afirmó: “La ideología del siglo XXI, es el humanismo global, pero tiene dos peligrosos enemigos: el nacionalismo y el fundamentalismo religioso”.

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