sábado, 25 de marzo de 2017

EL GRAN HERMANO

En la novela 1984, de George Orwell, el Gran Hermano es el ente que gobierna Oceanía, un personaje que nadie conoce, pero que está presente a lo largo de toda la novela, con una constante y enigmática presencia, pues nunca llega a aparecer en persona ni a conocerse su nombre real, pudiéndose tratar de una invención llevada a cabo por el Partido, con el fin de ser utilizada como arma de propagando para infundir confianza, temor y respeto en la población.
George Orwell se inspiró en líderes totalitarios caracterizados desarrollar una política de miedo y de extremada reverencia hacia sus personas, educando a la población a través de una propaganda gubernamental intensiva, existiendo una especial reminiscencia en gobernantes del comunismo y del fascismo tales como Stalin o Hitler, en particular el primero de ellos, quien tiene más similitudes con el personaje de la novela.
Las nuevas tecnologías se basan en una comunicación a escala global, en la que todos los dispositivos conectados son susceptibles de intercambiar información entre ellos, de tal manera que quien posea los conocimientos y habilidades precisos en el manejo de la informática de alto nivel, así como en la situación de conocer y manejar las aplicaciones y programas necesarios, puede llegar a acceder desde un ordenador a otros remotos situados en cualquier lugar del globo terrestre.
Famosos son los casos en los que hace ya bastantes años, en los comienzos de la era de la informática, unos jóvenes lograron modificar la trayectoria de un satélite espacial de los Estados Unidos, así como la invasión de cuentas bancarias sobre las que se actuó, llevando a cabo transacciones fraudulentas, que se saldaron, nunca mejor dicho, con transferencias y otras operaciones bancarias de unas cuentas a otras, o casos documentados, en los que las intrusiones tuvieron lugar en los sistemas de defensa, entrometiéndose así en un sector tan delicado como el del armamento, poniendo en peligro los sistemas de lanzamiento de misiles.
Desde entonces, la tecnología ha progreso enormemente hasta extremos inimaginables entonces, y aunque hoy, las medidas relativas a la seguridad informática han progresado inmensamente, ello no es obstáculo para que las contramedidas oportunas se hayan desarrollado al mismo tiempo, lográndose así saltarse cuantas barreras se colocan para evitar intromisiones de todo tipo.
El problema es de tal calibre, que en algún país avanzado europeo, léase Holanda, en las últimas elecciones generales que se han llevado a efecto, se ha decidido llevar a cabo el recuento de los votos depositados en las urnas, de una singular forma hoy en día: a mano. Tal es el miedo a que los hackers, especialistas en intromisiones informáticas, puedan introducirse en el sistema informático de recuento de votos y desvirtuar los resultados.
Recientemente,  la archiconocida WikiLeaks – fuga, filtración, goteo de información – del no menos famoso Julian Assange, ha sacado a la luz La primera de las siete entregas que compondrán la “mayor filtración de datos de inteligencia de la historia” es un capítulo denominado Year Zero, que abarca el período desde 2013 a 2016, fase en la que la CIA habría puesto en marcha unprograma encubierto de hacking que incluye malware y que ha explotado las vulnerabilidades de un amplio segmento de productos y empresas tanto europeas como estadounidenses.
Tal y cómo informaba WikiLeaks, algunos de estos productos que los servicios de inteligencia han usado para llevar a cabo sus planes de ciberespionaje son los teléfonos móviles o Smartphone, y hasta las Smart TV quepueden transformarse en micrófonos encubiertos a través de un software elaborado en colaboración con el MI5 británico, según la plataforma de Assange.
La web de filtraciones Wikileaks ha publicado 8.761 documentos confidenciales de la CIA sobre varios métodos de espionaje a través de las nuevas tecnologías. Las filtraciones dejan en evidencia los procedimientos que utilizó la agencia para piratear aplicaciones de mensajería teléfonos móviles, televisores inteligentes u ordenadores portátiles, una información que ha dejado a los usuarios de estas tecnologías un tanto inseguros sobre su privacidad.
El Gran Hermano nos vigila, nos controla y nos graba, sin tener en cuenta nuestra privacidad, seguridad, y por supuesto intimidad. Esta expresión se popularizó enormemente cuando un programa concurso televisivo del mismo nombre se hizo famoso, que consistía en la grabación permanente de un grupo de personas que habitaban una casa donde residían por un tiempo, utilizando múltiples cámaras que les grababan continuamente, aunque con el correspondiente permiso de los oportunos concursantes.
Pero el Gran Hermano tecnológico, no nos pregunta, no nos pide permiso ni anuncia su visita. Nos espía continuamente barriendo los múltiples dispositivos que utilizamos en la vida diaria. Quizás no lo haga conmigo ni con usted, ciudadanos de a pie sin relevancia alguna, pero si destacásemos en alguna importante faceta que pudiera incomodar a los ocultos y siniestros poderes repartidos por el planeta, posiblemente pudiéramos ser objeto de la perversa atención de ese Gran Hermano que nunca duerme ni jamás descansa y que George Orwel describió con su portentosa imaginación en su famosa novela, que al cabo de los años, vuelve a cobrar pleno sentido, como si de una nueva puesta en escena fuera a tener lugar.

martes, 21 de marzo de 2017

EL SIGLO DE LOS MITOS

Hace unos cuantos años, cuando se percibía desde la lejanía el mítico año dos mil como el comienzo de una nueva era para la humanidad, las mentes más fantásticas aventuraban un futuro de ensueño, donde las máquinas sustituirían a los seres humanos en el trabajo, lo que propiciaría un mundo de ocio y tiempo libre de tales dimensiones, que los ciudadanos no sabrían cómo ni dónde emplearlo.
 Era tan prodigiosa y abundante la imaginación de estos augures, que consideraban que el espacio de tiempo del que iban a disponer iría in crescendo, merced a que los robots desarrollarían la inmensa mayoría de las funciones laborales y otras más específicas, como las propias de la casa y afines, con lo que el asueto, recreo y holganza permanentes, estarían garantizadas para unos ciudadanos felices y dichosos a tiempo completo.
La loca e irrefrenable agudeza clarividente de aquellas obnubiladas mentes, descargaban en las máquinas la mayor parte de la actividad humana. Las ciudades cambiarían radicalmente hasta el punto de hacerlas irreconocibles a los ojos de entonces.
Los silenciosos y autónomos automóviles surcarían los cielos a través de las autopistas aéreas que sobrevolarían las inmensas avenidas recorridas únicamente por los peatones, todo ello en un ambiente descontaminado, ausente del bullicio y del ruido propio de las urbes de la época.
Mostraban con una delirante capacidad imaginativa, un panorama de ensueño para los felices y afortunados seres humanos que viviesen y disfrutasen el idílico, paradisíaco y fantástico siglo XXI, que tan lejano y ansiado se veía entonces desde la perspectiva de la mitad del siglo XX.
Tan calenturientas mentes no paraban de aventurar nuevos e imaginativos inventos que transformarían radicalmente los fabulosos años del legendario año dos mil, hasta el punto de que se editaron numerosas publicaciones gráficas plenas de ilustraciones, así como abundantes documentales exhaustivamente informados.
En ellos se mostraban unas modernísimas ciudades transformadas hasta lo indecible, con gigantescas y futuristas construcciones, entre las que se desenvolvían con suma agilidad, y presteza, ingentes cantidades de vehículos y todo tipo de naves ultramodernas que se deslizaban entre los rascacielos a velocidades de vértigo.
Si bien es verdad que tanta y tan exhaustiva predicción resultaba exagerada y hasta ridícula para muchos, bien es cierto que el resto, una gran cantidad de ciudadanos del mundo, llegaron al extremo de creer que en gran medida cuanto se predecía, no estaba tan lejos de la realidad.
 Y es que tan abrumadores y fabulosos pronósticos, pensaban que no estaban exentos de una razonable veracidad, llegando a pensar que el ocio pronosticado y la transformación de las ciudades y de la vida en general, entraba dentro de las capacidades del ser humano para cambiar un futuro que aún se percibía lejano.
Si se considera además, que dado el hecho de que la ciencia y los avances técnicos que con frecuencia empezaban a experimentarse, tenían la virtud de sorprender y admirar a los ciudadanos que sentían curiosidad y capacidad de asombro ante los ingenios y nuevos inventos habidos, todo ello les hacían concebir esperanzas de que los cambios sugeridos pudiesen llegar a darse, dada la capacidad demostrada por el hombre a lo largo de su historia, para superarse y progresar. Desdichadamente aquellas iluminadas mentes no dieron ni una en el clavo.

martes, 14 de marzo de 2017

SEGOVIA DESDE EL PARADOR

Vigilante en su privilegiada posición de guardián de la muy hermosa y monumental ciudad de Segovia, se alza su singular y admirable parador - que lo es por muchos y muy merecidos motivos - en una atalaya, un altozano que por sus generosas dimensiones, más parece una elevada y grácil colina, allí situada expresamente por una generosa orografía, que a sabiendas de lo que el destino le deparaba como afortunada observadora de la ciudad que allí surgiría, reservó su espacio y su tiempo, con paciencia y honda sabiduría.
Una espléndida, audaz y avanzada construcción para su tiempo, que continúa conservando su plena vigencia varias décadas después, que sorprende y enamora de inmediato al asombrado y fascinado viajero, que una vez traspasado el umbral de su imponente vestíbulo, contempla con deleite y admiración los amplios y luminosos espacios asombrosamente diáfanos, que acogen en un único y atrevido volumen, una multiplicidad de espacios sabiamente resueltos para disfrute y solaz de quienes tienen la suerte de allí alojarse.
Enormes y luminosas ventanas dejan paso a una prodigiosa visión de la grácil y monumental ciudad, situada al fondo, próxima y apartada de la ilustre fonda, lo suficiente para no sentirse relegada a sus pies, siempre orgullosa, bella y radiante, ubicada sobre un promontorio, que ahora sí, el viajero descubre en toda su extensión, en todo su esplendor. Prodigiosa ciudad, celtíbera, romana, medieval y eterna.
Desde el grandioso Acueducto hasta el soberbio Alcázar, pasando por la majestuosa y bellísima catedral, el agradecido y fascinado observador pasea su deslumbrada vista por las numerosas y esbeltas torres de las numerosas y espléndidas iglesias que salpican por doquier un primoroso y delicado paisaje monumental, románico, gótico, mozárabe y mudéjar, que parece haberse conjurado para conciliar estilos diferentes, manteniendo una sutil y delicada armonía que es orgullo y seña de identidad de tan hermosa y digna ciudad.
Todo ello en aras de mantener una natural y primorosa estética que atrapa y llena de emoción a quién tiene la fortuna de deleitarse con tan sublime visión que lo mantiene literalmente pegado a los transparentes y dimensionados ventanales, que le separan de tan hermoso, sublime e irrepetible espectáculo, y que parecen haberse aliado para evitar que el emocionado espectador se separe de ellos, pues tal es el derroche de emocionada belleza que desde allí se contempla.
Todo ello, invita al agraciado huésped, a recorrer las estancias del formidable y acogedor parador, para descubrir sus rincones y atractivas estancias, así como para tomar en última instancia posesión de la habitación correspondiente, que en cualquier caso, sea cual fuere, gozará del privilegio de disfrutar de unas espectaculares y deliciosas vistas de la ciudad de Segovia.
A ella se dirigirá sin pérdida de tiempo, bajando por la cuesta de la Lastrilla, para en pocos minutos acceder a la ciudad, que le recibirá con los brazos abiertos de un portentoso Acueducto que descubrirá en primer término, colosal y formidable, prodigio de la arquitectura romana, que con dos mil años de historia recibe al viajero con sus más esbeltos y estilizados arcos, algo que perdurará para siempre en su memoria.
Desde allí, acceder al casco histórico y a los monumentos que alberga una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad, será harto sencillo, ya que toda Segovia es una experiencia artística y gastronómica sin igual.

lunes, 6 de marzo de 2017

EL EFECTO SÁNCHEZ

Para la física, un efecto constituye un fenómeno que se genera por una causa específica y que aparece acompañado de manifestaciones puntuales, que pueden ser establecidas de forma cualitativa y cuantitativa.
 El efecto invernadero, el efecto mariposa, el efecto placebo, son manifestaciones producidas por las oportunas causas, que en cada caso, conducen a unas consecuencias derivadas de unos hechos concretos que se sustancian en unas secuelas o resultados característicos, siempre dentro del ámbito de la acción reacción.
Pero el efecto es también la impresión que un acontecimiento o una circunstancia sorpresiva deja en el ánimo de las personas, después de haberse desencadenado el correspondiente desenlace derivado de unos hechos que determinaron un concreto y puntual comportamiento personal.
El caso del socialista Pedro Sánchez, defenestrado secretario general del PSOE, que ha desatado una profunda crisis que ya dura demasiado tiempo, es un claro ejemplo de un devastador efecto que está trayendo perversas consecuencias a un partido político que jamás se había visto inmerso en tales lides.
La guerra por su cuenta que está llevando a cabo, al margen de la inmensa mayoría de los barones, y que apenas cuenta con aquellos que mantuvieron su voto negativo a la hora de elegir al actual presidente del gobierno, en contra de la abstención mayoritaria que votó casi todo el resto, ha conducido a Sánchez a una huída hacia adelante, que le ha llevado a declarar una auténtica guerra no declarada, con serios efectos aún desconocidos, pero que sin duda tendrán consecuencia tanto para el PSOE como para el resto del arco parlamentario y político nacional.
¿Será Sánchez el detonante que el PSOE precisa para retomar de nuevo la senda perdida por donde discurrían antaño las mejores esencias de ese gran partido centenario?
 ¿Tendrá la suficiente fuerza, el empuje necesario para recuperar a tantos antiguos y fieles votantes, que quedaron cual huérfanos abandonados en el proceloso y extraviado camino que ha dejado a este partido político, irreconocible hasta límites insospechados?
 ¿Será suficiente su impetuoso y radical giro a la izquierda para recuperar las esencias de un PSOE, que aunque nunca derivó en exceso hacia esas posiciones, siempre se caracterizó por una ideología política siempre cercana a un progresismo social y de apoyo a la clase obrera?
¿Quién se atreve a decir a Pedro Sánchez que no debe hacer una consulta a los militantes?». Esta incómoda pregunta que formula un destacado dirigente del PSOE andaluz, muestra la preocupación creciente que hay en una buena parte del partido por la deriva populista de su líder.
El argumento de los socialistas andaluces es claro: si le preguntas a los militantes que si votamos a la derecha o los dejamos fuera del Gobierno, la respuesta está clara. Fuera del Gobierno. Pero el PSOE es un partido de Estado y tenemos una responsabilidad que cumplir.
Este es el sentir que suena cada vez con más intensidad en el PSOE de Andalucía, donde miran con inquietud las decisiones internas que está tomando Pedro Sánchez. Hasta ahora, el Comité Federal era el máximo órgano entre congresos, el que decidía toda la política de pactos y el que sigue teniendo estas competencias en las normas internas del partido.
A este malestar, se ha unido el hecho de que Pedro Sánchez se está aproximando a Podemos, e incluso a los independentistas, un extremo para el que no está autorizado precisamente por un Comité Federal que está pendiente cada día de la trayectoria errática de quién fue su secretario general, y que no parece haberles perdonado, ni en el fondo ni en la forma, la manera con que fue destituido de dicho cargo.