martes, 10 de septiembre de 2024

Amado líder

 

Encantados nos tienes a cuantos entregados e incondicionales admiradores te seguimos día a día, siempre tan lustroso e impecable como acostumbras, con tu inseparable asesor de imagen, tu estilista y tu gabinete asesor, que jamás se separan de ti, con el fin de cuidar tu pose ante las cámaras,  corregir ese rizo rebelde, maquillar esa arruga incipiente e informarte de la audiencia de la que disfrutas en cada momento, para de este modo, modificar si procede, y sobre la marcha, lo que sea menester.

Todo con el fin de que tu impoluta imagen no pierda un ápice del encanto que con tanto afán y dedicación cultivas cada día, y que atesoras como uno de tus mejores trofeos, que exhibes con auténtica fruición, junto con tu ambición por el poder, que te domina y subyuga hasta extremos que solamente tus admiradores valoramos en su justa medida, y que otros utilizan para tratar de removerte de esa tu amada poltrona, lo que no puede entenderse sino como un resentimiento celoso de tus innumerables encantos personales, políticos y sociales, al alcance de muy pocos, reservado solamente a líderes como tú.

Obnubilados nos tienes derrochando esa sólida seguridad, esas maneras de expresarte, esa capacidad para atraer la atención del personal, que tus enemigos confunden con una robotización del personaje que dicen es incapaz de salirse del papel que juegas cada día, fuera del cual pierdes todo el encanto que te atribuyen tus fans, que son legión y que no ven defecto alguno en ti, salvo que te prodigas poco en los medios que tanto te gusta elogiar, que tanto mimas y cuidas, y que tanto se desvelan por ti.

Lamentamos los problemas que con la justicia mantienen algunos de tus familiares, que de alguna manera te afectan y te enfrentan con una institución que siempre te has señalado por respetar, pese a que las malas lenguas se empeñen en afirmar lo contrario, y que están alterando tu ritmo político, hasta el punto de recurrir a ciertas maniobras judiciales que muchos consideran fuera de lugar, porque afirman que utilizas medios oficiales de Estado para resolver problemas personales, como cuando recurres a la Abogacía del Estado para resolver dichos problemas, lo que te provoca unas reacciones lógicas que se manifiestan en unas actitudes que tus contrincantes critican, calificándolas de maneras autoritarias, impropias de un presidente del gobierno.

No son, sin duda, más que berrinches descontrolados de quienes no poseen ni el hechizo personal, ni tu capacidad de embrujar a las masas, que manejas como nadie, y que tú, consciente de ello, utilizas magistralmente, ya que explicaría el hecho, de que sin ganar elección alguna, hayas alcanzado la cima, dónde piensas mantenerte hasta que ese prodigioso cuerpo aguante, que según ya has adelantado, para regocijo de cuántos te veneran, y espanto de cuántos te aborrecen, le quedan varios lustros por delante.

Adoramos tu impoluta, cuidada y esmerada imagen, amado líder, que sabes rentabilizar como nadie en beneficio propio y de cuantos te seguimos en tu periplo político por éstos lares. Es por ello, que te rogamos no descuides tu imagen, ya que el paso del tiempo  no perdona, y los primeros planos ante las cámaras, tampoco, ya que los pequeños surcos, léanse arrugas, las canas y los claros, léanse espacios en blanco que visibilizan en tu cabeza las crueles tomas cenitales de las perversos cámaras de tus medios opositores, no cejan en el empeño de desacreditarte al nivel que más daño pueden infligirte, léase, tú inmaculada y pulcra imagen, que tantas satisfacciones, léase votos, te ha proporcionado.

Confiamos en ti, en tu impecable imagen, en tus estilistas, y en tu indomable determinación de mantener el poder al precio que sea, algo que sobradamente has demostrado, con una innegable capacidad para mercadear con el poder, con las instituciones, con las personas y con una ausencia total de escrúpulos, que junto a una implacable y soberbia actitud ególatra te ha encumbrado allí dónde te encuentras. Tan pagado de ti mismo te sientes, que has llegado a confundir el Estado con tu mayestática persona, porque en definitiva, amado líder,  el Estado eres tú.

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