Encantados
nos tienes a cuantos entregados e incondicionales admiradores te seguimos día a
día, siempre tan lustroso e impecable como acostumbras, con tu inseparable
asesor de imagen, tu estilista y tu gabinete asesor, que jamás se separan de
ti, con el fin de cuidar tu pose ante las cámaras, corregir ese rizo rebelde, maquillar esa arruga
incipiente e informarte de la audiencia de la que disfrutas en cada momento,
para de este modo, modificar si procede, y sobre la marcha, lo que sea menester.
Todo
con el fin de que tu impoluta imagen no pierda un ápice del encanto que con
tanto afán y dedicación cultivas cada día, y que atesoras como uno de tus
mejores trofeos, que exhibes con auténtica fruición, junto con tu ambición por
el poder, que te domina y subyuga hasta extremos que solamente tus admiradores
valoramos en su justa medida, y que otros utilizan para tratar de removerte de
esa tu amada poltrona, lo que no puede entenderse sino como un resentimiento
celoso de tus innumerables encantos personales, políticos y sociales, al
alcance de muy pocos, reservado solamente a líderes como tú.
Obnubilados
nos tienes derrochando esa sólida seguridad, esas maneras de expresarte, esa capacidad
para atraer la atención del personal, que tus enemigos confunden con una
robotización del personaje que dicen es incapaz de salirse del papel que juegas
cada día, fuera del cual pierdes todo el encanto que te atribuyen tus fans, que
son legión y que no ven defecto alguno en ti, salvo que te prodigas poco en los
medios que tanto te gusta elogiar, que tanto mimas y cuidas, y que tanto se
desvelan por ti.
Lamentamos
los problemas que con la justicia mantienen algunos de tus familiares, que de
alguna manera te afectan y te enfrentan con una institución que siempre te has señalado
por respetar, pese a que las malas lenguas se empeñen en afirmar lo contrario,
y que están alterando tu ritmo político, hasta el punto de recurrir a ciertas
maniobras judiciales que muchos consideran fuera de lugar, porque afirman que utilizas
medios oficiales de Estado para resolver problemas personales, como cuando recurres
a la Abogacía del Estado para resolver dichos problemas, lo que te provoca unas
reacciones lógicas que se manifiestan en unas actitudes que tus contrincantes
critican, calificándolas de maneras autoritarias, impropias de un presidente
del gobierno.
No
son, sin duda, más que berrinches descontrolados de quienes no poseen ni el hechizo
personal, ni tu capacidad de embrujar a las masas, que manejas como nadie, y
que tú, consciente de ello, utilizas magistralmente, ya que explicaría el hecho,
de que sin ganar elección alguna, hayas alcanzado la cima, dónde piensas
mantenerte hasta que ese prodigioso cuerpo aguante, que según ya has
adelantado, para regocijo de cuántos te veneran, y espanto de cuántos te aborrecen,
le quedan varios lustros por delante.
Adoramos
tu impoluta, cuidada y esmerada imagen, amado líder, que sabes rentabilizar
como nadie en beneficio propio y de cuantos te seguimos en tu periplo político
por éstos lares. Es por ello, que te rogamos no descuides tu imagen, ya que el
paso del tiempo no perdona, y los
primeros planos ante las cámaras, tampoco, ya que los pequeños surcos, léanse
arrugas, las canas y los claros, léanse espacios en blanco que visibilizan en
tu cabeza las crueles tomas cenitales de las perversos cámaras de tus medios opositores,
no cejan en el empeño de desacreditarte al nivel que más daño pueden infligirte,
léase, tú inmaculada y pulcra imagen, que tantas satisfacciones, léase votos, te
ha proporcionado.
Confiamos
en ti, en tu impecable imagen, en tus estilistas, y en tu indomable
determinación de mantener el poder al precio que sea, algo que sobradamente has
demostrado, con una innegable capacidad para mercadear con el poder, con las
instituciones, con las personas y con una ausencia total de escrúpulos, que junto
a una implacable y soberbia actitud ególatra te ha encumbrado allí dónde te
encuentras. Tan pagado de ti mismo te sientes, que has llegado a confundir el
Estado con tu mayestática persona, porque en definitiva, amado líder, el Estado eres tú.
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