jueves, 10 de abril de 2008

El Espíritu Olímpico

No está suficientemente claro, cómo y cuando comenzaron los Juegos en Olimpia aunque los primeros datos parecen remontarse al año 776 antes de cristo. Sí conocemos a la perfección el inicio de los juegos modernos que tienen su origen en el año 1896 en Atenas.
Pero los Juegos Olímpicos, ahora de plena actualidad con motivo de la Olimpíada de Pekín, han generado polémicas y han sido motivo de controversia con frecuencia. He aquí un breve recorrido por los hechos más impactantes que han tenido lugar a lo largo de su historia moderna.
En los Juegos adjudicados a Roma en 1908, otras ciudades italianas se opusieron pretendiendo ser ellas quienes los organizaran y este conflicto junto con el desastre económico de la erupción del Vesubio, motivaron la decisión de trasladarlos a Londres.
Fue precisamente en los Juegos de Londres de 1908 donde por primera vez participaron las mujeres, eso sí, faltaría más, solamente las dejaron lucirse – con perdón - en deportes de exhibición.
En este mismo escenario, los finlandeses se negaron a desfilar tras la enseña rusa, que le tenía como protectorado. Además, el abanderado estadounidense se negó a inclinar la bandera de su país al paso por el palco de autoridades, ya que según una ley norteamericana “la bandera no debe inclinarse ni ante un rey”.
Perdonen el inciso, pero este hecho, a la inversa, tuvo lugar cuando en un gesto tan pueril como innecesario, el presidente Zapatero se negó a levantarse ante el paso de la bandera Estadounidense en un desfile de las fuerzas armadas.
En 1916, 1940 y 1944, el mundo estaba demasiado ocupado en aniquilarse mutuamente en las estúpidas y malditas guerras que tuvieron lugar a escala planetaria. Nada que ver con el espíritu que se supone ha de animar las Olimpíadas.
En 1936 fue Berlín quién los organizó – Barcelona compitió y perdió en esta ocasión con la ciudad alemana- con Hitler en el poder, quien hizo todos los esfuerzos posibles para mostrar la superioridad de la raza aria. Tuvo que soportar como un atleta de raza negra llamado Owens arrasaba en las competiciones de velocidad.
En 1972 fue Munich quién fue designada y donde tuvo lugar un baño de sangre cuando un grupo palestino secuestró a once atletas israelíes. El sangriento desenlace no fue suficiente para suspender los juegos y siguieron adelante.
En 1980, La Olimpíada se celebró en Moscú, en plena guerra fría, lo que motivó el boicot de Estados Unidos y otros países occidentales, lo cual motivó que en los siguientes juegos de 1984, adjudicados a Los Angeles, Rusia y los países de su órbita se tomaran la revancha y no participaran. Como dato curioso, en estos Juegos Olímpicos, participó China por primera vez.
Y es en este inmenso, recóndito y aún intrigante, enigmático y misterioso país para nosotros los occidentales, donde en este año va a desarrollarse el más formidable de los eventos deportivos celebrados a nivel mundial. Los acontecimientos que están teniendo lugar relacionados con el Tíbet, han sido el detonante que ha despertado a la opinión pública y a numerosas organizaciones pacifistas y de todo tipo que se oponen no ya a la celebración de los Juegos, sino al menos a la asistencia de las delegaciones de alto nivel de los Estados que participan.
Sorprende que la feroz dictadura existente en China no haya sido suficiente y haya tenido que surgir el Tíbet para despertar las conciencias a nivel mundial y promover el boicot que hoy se demanda y que seguramente no tendrá efecto alguno ya que los intereses económicos son inconfesablemente determinantes para que nadie haga nada, salvo pequeños e insignificantes gestos que no harán sino dejar de manifiesto la hipocresía de quienes los lleven a cabo y la despótica indiferencia de aquellos que ni se molesten pese a las protestas que están teniendo lugar a nivel mundial.
La llama Olímpica está recorriendo el mundo en un auténtico salto de obstáculos que obliga a sus portadores a caminar con protección hasta el punto de pensar en suspender el recorrido previsto. El espíritu olímpico que representa, como tantos otros, está tocado. Nada nuevo bajo el sol.

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