viernes, 15 de agosto de 2008

EINSTEIN A TRAVÉS DEL TIEMPO

Hace más de medio siglo que nos dejó para siempre este genial científico, sin lugar a dudas, uno de los mayores sabios que ha conocido la humanidad. Cambió para siempre la noción que hasta entonces se tenía del universo con su revolucionaria teoría de la relatividad que supuso un cambio total de la concepción que hasta ese momento tenía la ciencia sobre el Cosmos.
Sus teorías sobre el espacio-tiempo, cambiaron de tal forma la visión que se tenía del universo que las consecuencias se dejaron notar no solo entre los científicos, sino entre los filósofos que vieron como cambiaban conceptos tales como la visión que se tenía de la existencia, del origen y de la posición del hombre ante la majestuosidad de un universo en continuo cambio y en expansión permanente.
Desde Newton, se concebía un universo estable e inmutable, sujeto a unas leyes físicas dictadas por un ser superior, por un Dios que manejaba los hilos que todo lo regían y gobernaban. Poseía una inteligencia superior y creía en unas leyes físicas aplicables a todo el universo. Temas como el azar, la determinación o indeterminación se colocaron en las mesas de la discusión a partir de su famosa frase: “Dios no juega a los dados
Einstein vino a demostrar que ni el tiempo ni el espacio son absolutos, que el espacio se curva ante la presencia de la materia y que el tiempo transcurre de diferente forma en función de parámetros tales como la velocidad y la gravedad. Un viajero que se moviese a la velocidad de la luz, vería a su regreso como para él habría pasado mucho menos tiempo, que para los que dejó en la Tierra.
Demostró que la gravedad no era una fuerza como las demás tal como se entendía entonces; no era una cuestión de atracción sino de geometría: la materia curva el espacio y los cuerpos situados en sus proximidades quedan atrapados en la deformación resultante.
No se trata de explicar científicamente sus maravillosos hallazgos, cuya comprensión, en la mayoría de los casos, nos están absolutamente vedados a la mayoría de los profanos en la materia, incluidos muchos expertos, sino de contemplar con inmensa admiración la genialidad de un hombre como Einstein que fue capaz de ver mucho más allá que cualquier otro ser humano al mostrarnos una realidad diferente de la que creemos vivir, aunque la que percibimos, la vida a diario, sigamos concibiéndola igual que antes. Todo parece transcurrir igual, pero desde entonces todo cambió para el ser humano y el concepto que de sí mismo y de su existencia tenía hasta ese momento.
Y lo hizo de una forma ejemplar en todos los sentidos, sin pavoneos, sin soberbia alguna, siempre con ese estilo descuidado tan suyo y que le hizo tan popular. Llegó a confundirse y a formular teorías que se demostraron erróneas en algunas ocasiones. Nunca tuvo problema alguno para reconocer sus errores.
Fue una pacifista a ultranza que odiaba la violencia en todas sus manifestaciones. Despreciaba por patéticos y ridículos los desfiles militares y toda la parafernalia que conllevaban y luchó contra la dictadura fascista de quienes empezaban a aterrorizar a su país. Detestaba a los militares y renunció a la nacionalidad alemana por estar en desacuerdo con los Nazis.
Renunció a todo tipo de propiedades y aunque tuvo una vida familiar y sentimental azarosa, su personalidad se erigió por encima de todo como la de un gigante de su época y de siempre que pervivirá a lo largo de los tiempos.

No hay comentarios: