miércoles, 19 de noviembre de 2008

AFRICA SE MUERE

Mientras el prepotente y opuloso Occidente se lamenta por una crisis que repercutirá negativamente en una poderosa economía que lleva decenios creciendo, casi todo un continente muere, azotado por las guerras, el hambre y la miseria más absolutas.
Y todo ello, ante la pasividad y la dejadez de quienes nos lamentamos por tener que apretarnos un punto el cinturón al tener que limitar el habitual derroche consumista que nos caracteriza y que nos sitúa a años luz de la mayoría de los habitantes del continente Africano y de otras zonas del mundo que se encuentran en la misma situación, tan injusta y tan cruel, como para que el resto del mundo sienta la mayor de las vergüenzas.
Pero no es así. El mundo, pese a acciones puramente formales – como la famosa de los diecinueve platos contra el hambre” – y tantas otras, sigue dando la espalda a la miseria y a la desesperación de esa enorme masa de la población mundial, que lucha desesperadamente por salir de la pobreza y el horror de la guerra, que occidente, de una u otra forma ha provocado.
Horrorizan las espantosas imágenes del Congo y Ruanda, que vemos a través de nuestros modernos medios de comunicación. Resulta pavorosa la triste mirada de los niños y la suplicante de las mujeres, los ancianos y en general la población civil, que sobreviven en una situación que nos hace apartar la vista para no ver lo que nos molesta, nos obsesiona y nos avergüenza, como una acusación permanente que no podemos aunque quisiéramos evitar.
Hoy, todo se mide en términos económicos y un simple análisis nos dice que Africa no es rentable. Crear infraestructuras que faciliten las comunicaciones, construir hospitales, escuelas, universidades, Instalar fábricas, formar a la población, crear puestos de trabajo, no resulta productivo para occidente. Sin embargo sí lo es proporcionarles armas con las que puedan aniquilarse entre sí. Un problema menos.
Pero no es así. Los más jóvenes, sin futuro alguno y huyendo de la pobreza, se juegan la vida tratando de romper las barreras con las que tratamos de impedir su llegada a nuestro exclusivo y rico mundo.
Tarea harto inútil, porque cada vez son más los que logran llegar por uno u otro medio y que seguirán llegando o intentándolo. Cualquier cosa es mejor que soportar la miseria y el hambre. Occidente a lo largo de los siglos ha obviado y utilizado a este continente para sus egoístas y oscuros intereses sin darles nada a cambio. Nos toca ahora responder a semejante abandono y no bastará con levantar muros y barreras que es la opción elegida hasta ahora. Las derruirán todas.
No podemos olvidarnos de otras zonas del mundo, donde también el sufrimiento acucia a gran parte de la población. Irak es un terrible ejemplo del afán desmedido del Imperio por hacerse notar como tal en todo el planeta.
Ni podemos dejar a un lado a Afganistán, un pueblo que lleva sufriendo las guerras y las ocupaciones durante toda su historia. Las potencias extranjeras, incluída España, han destinado allí fuerzas de interposición con el objetivo de defender a la población de los Talibanes.
Sin embargo, la población Afgana, siente recelos de las fuerzas allí establecidas, sobre todo de las de EEUU por la cantidad de errores que cometen – efectos colaterales los llaman – que provocan tremendos sufrimientos a añadir a los que ya padece. Una mención especial merece la situación de las mujeres en Afganistán, donde continúan, pese a la supuesta liberación, encerradas en el ominoso y esclavizador Burka del que no se han podido liberar.
Volvemos la mirada hacia Asia, donde los desastres provocados por los fenómenos naturales han decidido unirse a la miseria ya existente en muchos lugares, para configurar un panorama desolador. No sólo Africa. Una gran parte de este planeta se va apagando poco a poco, se va muriendo cada día.

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