viernes, 8 de abril de 2011

INSTALADOS EN LA MEDIOCRIDAD

De todos es sabido que las encuestas académicas realizadas en nuestro País, no son en absoluto alentadoras si las comparamos con el resto de Europa. Tanto a nivel de conocimientos como de fracaso y abandono escolar los datos arrojan unos resultados que sonrojan a cualquiera. Nos encontramos por debajo de países con un peso específico muy por debajo de España, en los últimos lugares, a la cola del pelotón.
Llevamos así mucho tiempo, demasiados años sin que nadie tome la rienda del tema y asuma los riesgos que comportaría un golpe de timón, un cambio radical, un giro en las estructuras educativas y sociales relacionadas con la educación obligatoria, fundamentalmente, que supusieran un cambio que se hace cada vez más necesario y que no puede demorarse más.
La situación es insostenible en los centros escolares, donde el profesor tiene que hacer frente a un grupo de alumnos de lo más variopinto, de diversas procedencias debido a la inmigración reinante, con todos los problemas que esto supone al encontrarse con obstáculos difíciles de salvar como el idioma, las costumbres, el nivel de conocimientos, y otros de diversa índole que impiden que la labor del profesor pueda llevarse a cabo con éxito.
Si a todo lo expuesto unimos los problemas derivados de la falta de disciplina, el poco respeto que muestran los alumnos hacia la figura del profesor, la ausencia de interés por aprender, la poca colaboración de los padres y la retirada de la autoridad a los docentes, que pese a todos los esfuerzos habidos en este sentido, constituye una ominosa lacra que no debería permitirse, el panorama entonces, es definitiva y tristemente desolador.
Profesores y alumnos soportan un sistema que no funciona, en el que los docentes se sienten permanentemente frustrados, limitados en su papel de director absoluto de su clase, sin interferencias externas – ni internas, que también las hay – donde se siente utilizado por una sociedad que ni siquiera reconoce su labor como debiera, y que no tiene poder para cambiar nada, tendiendo de esta forma al conformismo, por pura inercia, por insatisfacción, por hartazgo, pese a sus buenos deseos.
Los alumnos por su parte, son víctimas también de este absurdo que ya dura demasiado, en unas aulas donde el progreso lento ya de por sí, se ve ralentizado más aún por los problemas de la tan cacareada integración, que encuentra demasiados problemas a su difícil encauzamiento debido a dificultades de diversa índole que ya hemos citado.
Resulta pues demoledor para todos, alumnos y profesores, la continuación de una situación a la que no se ve pronta solución. Resulta descorazonador pensar que unos y otros, en condiciones normales se verían beneficiados al sentir que su labor se ve materializada y reconocida, en el caso de los profesores, y al experimentar como progresan en sus conocimientos, en el caso de los alumnos.
Recientemente, la inefable Esperanza, presidente de la Comunidad de Madrid, ha sacado a la luz, de una forma rotunda y rompedora como ella acostumbra, la creación de un Bachillerato de Excelencia. Podrán acceder a dicho Bachillerato los alumnos que hayan obtenido más de un ocho de nota media en la Educación Secundaria Obligatoria. Estudiarán en un centro exclusivo, con contenidos avanzados, con profesores especializados y con los mejores medios y materiales a su alcance.
Se pueden imaginar la que se ha armado. La izquierda, se le ha lanzado al cuello con toda su fuerza, alegando lo que ya cabía esperar, es decir, el alegato de que esto supone una intolerable discriminación, que de ninguna manera puede aceptarse. No digamos la izquierda extrema, - en esa zona habitan cada vez más los snob de toda la vida - que ha puesto el grito en el cielo montando en cólera ante semejante desatino.
Pues muy bien. Al principio, y como se trataba de Esperanza, que no es santa de mi devoción así como el resto de su acompañamiento, pues oiga, rechazo inicial al asunto. Después lo racionalicé, lo analicé, lo dejé reposar un tiempo – he sido profesor durante casi toda mi vida – y al final concluí, que, aunque me pese, no anda descaminada del todo doña Esperanza.
Es muy triste, pero es así. Alumnos con una alta capacidad, se ven relegados al aburrimiento, al desánimo y a la desesperación al comprobar que los contenidos que se desarrollan en la clase están muy por debajo de sus capacidades. Los asimilan de inmediato y el resto del tiempo entran en una fase de espera que les lleva a la postración y al desaliento más absolutos. No tiene sentido que estos alumnos se encuentren ahí donde van a desperdiciar unas potencialidades que irremisiblemente se van a perder.
Los agoreros lo tienen claro: Todos igualados en la mediocridad.

1 comentario:

Viena dijo...

Hola!

Este post empezó como un comentario a tu post, pero como se fue alargando, terminé haciendo un post para mi blog.

Creo que coincidimos bastante, en cualquier caso. Bueno, no me enrollo más. Aquí mi post:

http://vienadirecto.blogspot.com/2011/04/bachillerato-de-excelencia.html

Un abrazo