viernes, 5 de agosto de 2011

CELEBRITIES

Nada nuevo bajo el sol de este comedido verano meteorológicamente hablando, con unas temperaturas agradablemente soportables, que invitan incluso a exponer al sol, los durante todo el año maltratados cuerpos, fiscal, laboral y políticamente hablando, hasta el punto de renegar, a nuestro pesar, de la omnipresente crisis y ahondar y rebuscar en el fondo de los sufridos bolsillos, hasta darles la vuelta y ponerlos del revés, con la esperanza de extraer de ellos hasta el último céntimo olvidado que allá hubiera podido hallar cobijo.
Por tercer año consecutivo, escribo la misma crónica desde el mismo rincón costero Levantino, cuyas playas me acogen durante dos semanas, que tal como está el patio, hacen que me sienta afortunado. A lo largo de estos tres años, y de forma ininterrumpida, he visto cómo la playa se queda cada vez más pequeña, con menor espacio para albergar a tanta gente que desde muy temprano ocupan la primera línea del frente playero.
Como si quisieran ganarle terreno al mar, se forma así una auténtica muralla de sillas, tumbonas, esterilla, sombrillas y bañistas de todos los tonos posibles de imaginar, que absorben como esponjas los primeros rayos de un sol que nunca falta a su cita. Ocupan, de este modo, la playa que se extiende a lo largo de la hermosa bahía, desde un extremo al otro, sin solución de continuidad alguna, dejando apenas unos pequeños huecos por donde los bañistas puedan acceder a su encuentro con las olas.
Llega la hora de recoger los bártulos y enfilar el camino del apartamento, donde tomar el tan anhelado refrigerio que siempre sabe a gloria, mientras surgen los comentarios tan manidos, pero a la vez tan certeros, sobre lo bien que lo estamos pasando, lo mucho que necesitábamos estas vacaciones y los pocos días que nos quedan ya.
Inevitable acompañar el aperitivo con la puesta en marcha del televisor para comprobar cómo independientemente del canal seleccionado, escupe sin piedad toda la incultura, la vulgaridad y el esperpento propios de estas fechas, aunque no hay tregua el resto del año, y que son el fiel reflejo del nivel cultural de un País que propicia con la elevada audiencia de estos bodrios, la permanencia y el auge de los mismos.
Y así nos encontramos con los/las insoportables celebrities según se autoproclaman ahora, que no son sino los repelentes famosillos/as de siempre y muchos/as más que penosamente aparecen casi a diario y que no hacen sino ensombrecer más aún el ya espantoso panorama televisivo veraniego, con sus infumables improperios, sus repugnantes insultos y sus insufribles historias sobre cualquiera que se ponga a tiro, incluyendo la vida de sus hijos, padres y demás familia que van relatando por capítulos, y vendiendo al mejor postor, como si de novelas por entregas se tratara.
Especialmente detestables por su gravedad y por su negativa repercusión social –han tenido que intervenir hasta la asociación de víctimas de accidentes de tráfico – las declaraciones de un personaje público que está involucrado en un gravísimo accidente con resultado de muerte y que en lugar de guardar silencio como respeto hacia el fallecido, muerte que dice tanto lamentar, se dedica a desmentir y a poner en tela de juicio las actuaciones de la autoridad de tráfico que intervino en dicho accidente, en una campaña orquestada con el objeto de rehuir las responsabilidades que le puedan corresponder.
Finalmente contemplo a mi pesar, cómo un matrimonio de famosillos, se insultan y desprecian en público – posiblemente todo esté amañado con el objeto de que el morbo alcance su máxima expresión – o cómo una cantamañanas sin escrúpulo alguno, sesentona ella, se declara amante del personajillo de turno, el cual, a su vez, se encarga de desmentirlo, con el objeto de atraer así la máxima audiencia posible que en estos casos suele responder con toda fidelidad.
Cambio de canal para, con espanto, escuchar los gritos, los vales y las más burdas y aberrantes imprecaciones de la famosilla por excelencia, es decir, la más inculta, vulgar, soez, tosca, grosera y ordinaria de cuantas pueblan el trivial y chabacano panorama televisivo nacional
Salgo a la terraza y contemplo el vuelo de las gaviotas. Después vuelvo la vista y contemplo el sublime, grandioso y majestuoso mar. Esto sí merece la pena

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