sábado, 12 de enero de 2013

DE LIBROS Y HAMBURGUESAS


Por razón de mi profesión, he asistido últimamente al cierre de numerosos centros de formación, donde se impartían conocimientos en diversas áreas como la informática, los idiomas, la preparación de oposiciones y otras, cuyo propósito era el de formar a los alumnos. Muchas de ellas se dedicaban a preparar a los trabajadores en paro en múltiples especialidades, lo cual, en unos casos los mantenía al día en los conocimientos del curso correspondiente que habían elegido, y en otros, recibían la formación en nuevas áreas de conocimiento que desconocían y que les permitirían, tanto a unos como a otros,  pensar en la posibilidad de incorporarse a un mundo laboral cada día más exigente.
Estos cursos han desaparecido casi totalmente en la mayoría de las Comunidades Autónomas, mientras que en otras los recortes económicos han provocada una caída en picado de la oferta formativa dedicada a los desempleados, con lo que este sector ha quedado en el mayor de los desamparos al no tener ni trabajo ni formación, con las consiguientes consecuencias de todo orden, incluidas las psicológicas, ya que estos cursos mantenían al alumno en el aula una media de tres o cuatro meses durante toda la mañana formándose por una parte, y evitando la tortura que supone el hecho de darle vueltas a su situación, por otra, lo cual repercute en su vida y en su situación social a todos los niveles.
Conozco el tema a la perfección, por lo que puedo opinar sobre el caso del partido político catalán, ahora socio del  que se encuentra en el gobierno de aquella Comunidad. Dicho Partido se sufragó con gastos destinados a la formación de los cursos para desempleados. Estos cursos se financian con fondos provenientes en parte de la Comunidad Europea, que se conceden en forma de subvenciones a los Centros de Formación y entidades diversas que imparten dichos cursos. Estas subvenciones han de justificarse rigurosamente con todos los gastos que conlleva cada curso, desglosándose en conceptos tales como nóminas del profesorado, material didáctico, instalaciones, amortizaciones de bienes y equipos, personal auxiliar, seguros de los alumnos, etc.
Pues bien, según he podido leer, no solamente se han desviado estas subvenciones a otros fines, como los que hemos comentado anteriormente con CIU, sino que un número muy considerable de cursos que sí se llevaron a cabo, lo hicieron de una forma absolutamente irregular, justificando gastos que realmente no tuvieron lugar y falsificando documentos varios de dichos cursos con el objeto de poder cobrar cantidades que realmente no se llegaron a gastar, por lo que no se podían considerar subvencionables. El organismo pertinente de la Comunidad requirió esos gastos para que fueran devueltos. Nunca se devolvieron según leo, lo cual me parece de todo punto no sólo increíble, sino totalmente injustificable.
Quiero enmarcar este caso, en el que son los desempleados los que quedan desprotegidos, al margen de otras consideraciones aquí expuestas, en el de los recortes que está sufriendo la cultura en general, la formación y la investigación en España, y ya que hemos citado Cataluña, no puedo dejar de lado la lamentable noticia del cierre de la librería Catalonia de Barcelona, que después de noventa años de aportaciones valiosas a la cultura, dejará paso a otra actividad que ninguna conexión tiene con un templo del conocimiento como el que representaba la librería Catalonia. En su lugar habrá una hamburguesería.
El conocimiento, la cultura y el saber, no parecen ser ya rentables, así que apaga y vámonos.

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