martes, 11 de agosto de 2015

AQUEL AÑORADO TRUEQUE

Cambio clases de informática por clase de Inglés o Japonés; cambio fregadora a baterías por moto, coche o cualquier otra cosa que pueda interesarme; cambio clases de francés, por clases de español; cambio Volkswagen escarabajo clásico por Audi TT; cambio mano de obra de pintor oficial por coche en buen estado; cambio centro de planchado, por algo que me interese, cambio guitarra acústica por artículos musicales, y así hasta lo más inimaginable que la mente pueda concebir.
Así rezan algunos de los anuncios que hoy en día pueden verse en internet, a nada que nos molestemos en buscar páginas en la que el trueque o intercambio sea la actividad destacada. Encontraremos una ingente cantidad de oferta y demanda en este sentido, en el que se cambian unos objetos por otros, unos servicios, por su contrapartida de la misma especie o por cualquier otro bien u objeto material o inmaterial, clasificado por secciones que todo lo acaparan.
Se suele definir el trueque, como el intercambio de bienes y servicios tanto materiales como inmateriales, en los que el dinero está ausente de toda transacción, ya que el dinero no intermedia en la operación, sino la simple y transparente permuta. Es una práctica que existe desde hace aproximadamente 10.000 años, con la aparición de la sociedad agricultora y ganadera
Entonces, la economía pasa a ser de depredadora, a ser productiva por la aparición de la agricultura y la ganadería, y ello dio lugar al excedente; un exceso de bienes que no necesitan consumirse. Con el excedente, un grupo de personas no necesita trabajar en la agricultura y la ganadería y puede dedicarse a producir otros productos, como la cerámica, e intercambiarlo con el agricultor o ganadero por el excedente.
 Con ello, apareció por primera vez el trueque y como consecuencia, la propiedad privada y el concepto de riqueza. La cantidad de producción sobrante es el inicio de la riqueza, cuanto más excedente más riqueza. Pero el excedente sólo tiene consecuencias cuando se consolida gracias a la aplicación del riego o el abonado, y permite la división social del trabajo.
Poderoso caballero es don dinero. Lo fue en el pasado, lo es ahora y lo seguirá siendo, aunque adopte otras formas, como la de disfrazarse de tarjeta de plástico, ya habitual y en un futuro único medio de transacción que acabará con el papel y la moneda, pero no con el dinero, con ese medio que ha logrado separar ricos de pobres, ha generado distintas clases sociales y ha condicionado la vida y obra de una humanidad, condenando a la mitad, a una miseria de la que nunca saldrá por obra y gracia del dinero.
Lejos quedan aquellos tiempos, en los que la moneda no existía, y las transacciones se reducían a los intercambios en especie, es decir, el trueque. Eran otras formas, otras manera de entender y separar a los  ciudadanos que poseían más y poseían menos, por lo que, en definitiva, seguían habiendo ricos y pobres, quizás con una menor diferencia en cuanto al abismo que hoy en día separa a las diferentes clases sociales, pero que no evitaba la existencia de las mismas, quizás más igualadas por abajo.
Hoy contemplamos con inmenso asombro, cómo se manejan gigantescas cantidades de dinero que pasan de unas manos a otras, evadiendo, despilfarrando, rescatando bancos y países, en una ceremonia de la confusión, en la que los ciudadanos nunca son los beneficiados ni serán los rescatados. Siempre estarán disponibles para hacer de paganos. El trueque no es la solución. Quizás en un futuro lejano. ¿Chi lo sa?

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