viernes, 14 de agosto de 2015

MI DISTINGUIDA LECTORA SEGOVIANA

Llevo años colaborando de una esporádica y pertinaz forma, con El Adelantado de Segovia, este querido periódico nuestro, que lo es de todos los segovianos, ya sean de la ilustre y hermosa ciudad de Segovia, ya pertenezcan a los numerosos y encantadores pueblos de las diferentes comarcas y tierras que conforman nuestra provincia.
Guardo muy buenos recuerdos de este entrañable diario, con el que conviví en mis primeros años en el pueblecito dónde nací, ya que he sido siempre un enamorado lector de cuanto encontraba a mi paso, ya fueran tebeos, historietas, resúmenes de artículos de ciencia – Reader´s Digest, que no me explico cómo llegaba a mis manos - y por supuesto, este nuestro querido periódico.
En mi casa lo leía todos los días. Recuerdo que durante aquellos primeros años llegaba siempre al día siguiente, lo cual no suponía ningún problema a la hora de estar informados. Por entonces, no teníamos televisión – en el local del ayuntamiento se encontraba el único televisor del pueblo – y sólo la radio, el mágico y omnipresente aparato de radio, cubierto con el obligado pañito de puntilla tricotado por mi madre, nos ponía al día a través de los inefables “partes o diarios hablados” de las dos y media de la tarde.
Era por lo tanto, el Adelantado de Segovia, el único medio escrito informativo que poseíamos en el pueblo. Su contenido versaba fundamentalmente sobre noticias de la provincia, ya fueran de la capital o de los pueblos, aunque no faltaba una sección nacional que informaba sobre el resto del  País, y que debido a la limitación de medios, tomaba de otros periódicos para poder acceder a dicha información.
La recopilaba de los periódicos de alcance nacional, en un admirable esfuerzo digno de reseñar, teniendo en cuenta las enormes dificultades de todo tipo con los que el personal de aquella época se encontraba, hasta el extremo, creo recordar, y que me perdonen si cometo error, que tuvo problemas incluso con la férrea censura de aquellos tiempos, por un acertado y valiente artículo publicado, que admiré y valoré profundamente, en un gesto que se celebró ampliamente en aquellos difíciles tiempos.
Se llama Carmen, y apenas tiene noventa y un años. Y digo bien, que “apenas tiene esa edad”, porque de ninguna forma los aparenta. Vive sola, allá por la zona de José Zorrilla. Sola va a la compra, y sola sale de paseo. Le encanta comer bien, y le gusta leer cuanto pasa por sus manos, que suele ser mucho. Las próximas serán ya noventa y dos navidades las que celebre, pues es en esas fechas, cuando más que cumplir, parece que descumpla sus admirablemente bien llevados años
Hace tiempo que sé de Carmen, a través de un familiar que la conoce, y así he sabido del amable tiempo que me dedica. Nunca he tenido el placer de saludarla - apenas una foto he visto de ella – aunque afortunadamente pronto tendré el placer de verla y de presentarle mis respetos y mi agradecimiento. Lee los contados artículos que me publican de vez en cuando en el Adelantado, y es más, en un acto que me emociona, los guarda, los colecciona y seguramente los relee, por lo que me siento profundamente halagado.
Coqueta ella, viste de forma juvenil, luce unos preciosos cabellos rubios, le encanta coser, y suele ayudarse de un bastón que apenas necesita y que lo utiliza como si de un aditamento o complemento más se tratara, en un gesto más de esa alegre y espontánea frescura juvenil, que para sí quisiéramos cuantos con muchos menos años, nos sentimos harto mayores que esta gentil  y simpática nonagenaria.
Hábil y destacada costurera, posee una envidiable vista y una mente privilegiada, así como una vibrante y decidida apuesta por la vida. Le encanta comer bien y disfrutar  de cuanto ella le ofrece, que es mucho, porque sabe y quiere gozarla, y porque seguramente la saluda cada día con una sonrisa dibujada en su cara, en un envidiable gesto que es un canto a la alegría de vivir.
 A esta encantadora y respetable señora, de una edad que de ninguna forma aparenta, a esta delicada y encantadora segoviana, lectora mía por más señas, quiero dedicarle a través de estas líneas, que sin duda leerá, si se publican, mi más sincero y emocionado reconocimiento. Un agradecido beso, estimada Carmen.

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