En ocasiones se presentan
situaciones tan diabólicamente perversas, que la lógica y la razón humanas no
parecen encontrar una salida a tamaño desafío, dando por hecho que no existe
posibilidad alguna de encontrar una solución sensata, una salida que no
contradiga la prudencia y el sentido común necesarios para no errar, para no
cometer fallos imperdonables, que se podrían lamentar durante demasiado tiempo.
Tal es la magnitud del problema.
Las gentes, días después,
continúan preguntándose cómo es posible que se haya dado tal profusión de grupos,
tal fragmentación, tal división, después de tantos años de bipartidismo. La
respuesta es elemental y tozudamente sencilla.
Cargados de crispada razón, los
ciudadanos de este País, han castigado dura y justamente a los dos grandes
partidos, porque ambos se han hecho acreedores a unas corruptelas y despilfarros
que se ven ahora justamente castigados, y porque en el caso del último
gobierno, ha sometido a la población a unos excesivos duros y desmesurados
esfuerzos que han dejado exhausta a una ciudadanía que ha visto recortados sus
derechos laborales y su capacidad adquisitiva.
Las recientes elecciones
generales han dejado un panorama tan pérfido, tan sibilino, tan confuso, que la
primera reacción, vistos los intrincados resultados habidos, es la de desechar
todo intento de encontrar una manera de formar gobierno, ya sea mediante la
opción de que lo lleve a cabo la lista más votada, ya sea a través de distintas
alianzas mediante las cuales se logre una mayoría lo más estable posible.
La primera de ellas, se nos
antoja harto difícil, ya que el partido más votado, el que ostentaba el
anterior gobierno, ha perdido la mayoría absoluta que tenía y se ha quedado en
una minoría con la que gobernar sería una tare imposible de llevar a término,
ya que tendría que pactar continua e interminablemente cualquier acción de
gobierno que pretendiera llevar a cabo.
La segunda, la de intentar
encontrar alianzas, parece una labor tan ardua y complicada como la primera, ya
que la fragmentación ha sido de tal calibre, que no parece posible encontrar
sinergias entre los numerosos grupos que compondrían la supuesta alianza,
debido a la disparidad de los contenidos programáticos que deberían fusionarse
para lograr un acuerdo.
Podría tratar de encontrarse
una tercera vía, la más sencilla, pero al mismo tiempo la más difícil, sin
problemas numéricos, que sería la de llegar a un acuerdo entre los cuatro
principales partidos, ya sea entre todos ellos, o entre algunos de los mismos,
con lo que se llegaría a formar una mayoría absoluta.
Pero las reticencias tanto
entre dichos partidos, sus divergentes programas, y las lógicas protestas que
surgirían de sus bases, harían improbable, por no decir imposible, el logro de
una alianza que daría una absoluta estabilidad, pero que entra más dentro del
terreno de la ciencia ficción que de una realidad que se nos antoja como un
tozudo espejismo.
Un laberinto confuso, oscuro e
impenetrable para cualquiera que intente entrar en él, con el objeto de recorrerlo
y explorarlo detenidamente para tratar de encontrar respuestas y hallar una
salida lógica y viable que desentrañe la maraña planteada, para la que no
parece que exista solución alguna.
Quizás habría que llamar la
atención de todos y cada uno de los partidos que han logrado representación, e
invitarles a que se sienten, sin tiempo, sin condiciones previas, sin
imposición alguna, y hablar y hablar, hasta lograr un acuerdo que haga
gobernable este País.
No deberían abandonar dichas
conversaciones hasta lograr un acuerdo, no deberíamos consentírselo. Nos
representan, tienen nuestro mandato, algo que tantas veces repiten ellos, y que
tan poco suelen respetar.
Todo menos estar instalados
permanentemente en una incertidumbre que es lo último que necesitamos y
deseamos los ciudadanos. No debería llegarse a la convocatoria de nuevas
elecciones que supondrían nuevos e innecesarios gastos, y que dejaría seguramente
un panorama similar al actual. La salida del laberinto es sin lugar a dudas
extremadamente difícil. Pero no imposible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario