Turbias bajan las aguas del
PSOE, con una dirección cuestionada, la de Pedro Sánchez, debido a errores
continuados y múltiples cometidos en las últimas semanas, con unas decisiones
polémicas en cuanto a la incorporación de nuevos miembros se refiere, que han
dejado al margen a valores históricos, que han tenido que dejar su lugar, su
escaño, a personajes provenientes de otras formaciones políticas, incluso ya
desaparecidas, así como a otras sin ninguna experiencia en estas lides.
Inexplicables e inasumibles determinaciones,
tomadas además, de una forma unilateral, sin contar con una mayoría del
partido, que ahora se vuelven contra él, en una ceremonia de la confusión, en la
que intervienen los llamados Barones, que divididos, son la expresión de un
descontento y una disconformidad con su secretario general y número uno del
PSOE, que proponen ya abiertamente un recambio en ese puesto, en favor de
quien, según muchas voces, como la mía, debiera haber ocupado dicho puesto
desde el principio, cuando Pedro Sánchez fue elegido.
Está desorientado y
absolutamente fuera de lugar, sin saber hacia dónde dirigirse, tomando
resoluciones en cuanto al diálogo con otros grupos, que no ha tenido más
remedio que matizar, dado el hecho de que ante su casi dictatorial toma de
posturas inicial, que llegó a proponer, argumentando que él podía llevarlas a
cabo sin consultar a la ejecutiva, no ha tenido más remedio que frenar su
acelerado ritmo y escuchar a quienes lo colocaron en el puesto que ocupa, que
ahora le cuestiona sin pudor alguno.
Y ahí tenemos de nuevo a la
presidente de la Comunidad Andaluza, Susana Díaz, que considero posee todas las
virtudes, aptitudes y capacidades necesarias para liderar el PSOE, que ha
demostrado que tiene tirón en las urnas, capacidad para arrastrar a la gente,
personalidad, carácter y temperamento suficientes para llegar a una presidencia
del gobierno que pienso que desempeñaría con sobrada solvencia y que lograría
dar una imagen de España muy diferente de la que estamos acostumbrados en los
últimos años, realmente frustrante, con unos presidentes de gobierno que no han
estado ni están a la altura de un País como el nuestro que debería ostentar una
posición muy diferente en la esfera internacional.
Posee importantes apoyos entre
los Barones, así como entre los votantes y simpatizantes del partido, que la
consideran, consideramos, capaz, inteligente, joven y porque es mujer, que
decidió renunciar en su momento, cuando fue elegido Pedro Sánchez, y que ahora
retorna con fuerza, para salvar a un PSOE, perdido y sin dirección clara y
fija, necesitado de alguien como Susana Díaz, que puede representar un soplo de
aire fresco y saludable para los socialistas.
En el otro extremo, en el PP,
la imagen desgastada del Presidente, a base de una insoportable incomunicación, de una
ausencia hoy más que necesaria que nunca de una presencia física, anímica y de
una personalidad que no destaca por ningún lado, de un sistemático abuso de la
utilización del plasma como herramienta para mantener un diálogo fluido con los
medios de comunicación, ha llegado a un punto culminante dónde ya sólo cabe una
caída en picado que arrastrará a todo el partido.
Y ahí es donde entra en juego
la otra mujer, Soraya Sáenz de Santa María, la vicepresidenta, con un talante y
una personalidad ausente por completo en un Rajoy, que se esconde tras ella,
utilizándola con frecuencia para que le saque las castañas de un fuego que él
es incapaz de mantener candente y vivo.
Ambas, Susana y Soraya,
representan el futuro de estos dos partidos, que con ellas cobrarían buena y
nueva vida, necesitados como están de un resurgimiento y de una fuerte
presencia que ellas pueden aportar en estos momentos tan delicados para la
gobernabilidad de España.
Dos Personas, dos mujeres, dos
soplos de aire fresco, necesarias para conducir dos partidos cuyos líderes han
dejado de serlo. Sería bueno que una mujer alcanzase al fin a presidir el
gobierno de este País. Una opción que estoy seguro, sería muy bien recibida por
un amplio sector de la ciudadanía.
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