Inasequibles al desaliento, y
desoyendo las clamorosas voces que les piden a gritos que abandonen sus
ruindeces y miserias, los políticos siguen fieles a sus dictados que los guían
por la senda de los elefantes más contumaces y radicales, en un acto de sumo e
insoportable volver a donde solían, sin importales las críticas, quejas y
malestar de unos ciudadanos que han llegado a la cima del más clamoroso
descontento.
Soberbios hasta la altivez y
despectivos hasta la desidia, han desoído olímpicamente la voz de los votantes,
que les exigían cumpliesen con su obligación, con ese mandato depositado en las
urnas, y han vuelto a las andadas sin una pizca de humildad que pudiera
justificarlos, siempre y cuando expusieran lodmotivos de su proceder, de una
manera clara y asumible por parte del electorado.
Pero no ha sido así. Ni siquiera
han mostrafo un ápice de arrepentimiento, y todo ello pese a todas las
críticas, las quejas y las manifestaciones de la población, recordándoles y
demandándoles una seriedad, una dignidad, y una dedicación al servicio del
ciudadano, que no parecen conocer en absoluto, dado el hecho de que están
siguiendo los mismos comportamientos y cometiendo los mismos errores que les
hicieron acreedores a una repulsa cuasi generalizada.
Han hecho de nuevo oídos sordos,
ante una ira no ya contenida, simo desatada, que se manifiesta cada vez con más
contundencia por doquier, ya sea en la calle, en el trabajo, y hasta en los
medios de comunicación, donde la ciudadanía interviene cada vez con más
frecuencia, denunciando una situación insostenible.
La misma, para la que no parece
vislumbrarse una solución clara, y sobre todo inmediata, con la muy posible y
abierta posibilidad de que se repitan los mismos o parecidos resultados que
podrían conducirnos a una tercera convocatoria, que sólo podría calificarse de
desastre sin paliativo alguno.
Hierven las redes sociales, donde
los ciudadanos pueden intervenir libre y ampliamente, manifestando su
contrariedad ante unos políticos que desafían el mandato ciudadano recibido,
desoyéndolo y traicionándolo, en una desobediencia que no encuentra
justificación alguna entre una población harta de tanta desobediencia por parte
de unos representantes políticos que parecen solo velar por sus intereses
personales y de partido.
Este País, y estos paisanos, no
se merecen esto. De ninguna manera. La gente de la calle desearía que hubiera
cambios en las filas de los partidos, ya que los actuales representantes
políticos, no han sabido, ni posiblemente han querido, desempeñar las funciones
que les correspondían según el mandato imperativo ciudadano depositado en las
urnas.
Debieran por lo tanto dimitir de
inmediato, y dejar paso a quienes tengan la voluntad, la aptitud y capacidad
necesarias para formar gobierno, algo para lo que ellos se han demostrado
incapaces. Algo a lo que no están dispuestos, ni mucho menos, faltaría más, y
ya están preparando el inminente e insoportable, a la par que soporífero debate
a cuatro, que tendrán que soportar estoicamente quienes deseen mortificarse con
el monótono, conocido y ramplón discurso de los mismos de siempre.
Inasequibles al desaliento y al
respeto que deben a una ciudadanía que sólo consideran hasta el momento de
depositar el voto. Después, si te he visto, no me acuerdo.
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