Llegó, vio, y en apenas veintiuna
horas contadas que estuvo en España, le dio tiempo para saludar fugazmente a
los representantes del Estado, y a los de la oposición política, a los que tuvo
la desmesurada deferencia de dedicarles diez minutos.
Todo ello en un gesto que incluso
se ha valorado positivamente por parte de unas autoridades, que una vez más se
han visto ninguneadas - a la vez que el país en su conjunto - por el presidente
Obama, que ha pasado de largo de una forma patética, se mire como se mire, lo
que supone una falta de respeto y consideración, que resulta humillante.
Un País como el nuestro, que resulta
fundamental para la estrategia militar estadounidense, se ha visto relegado por
quienes deberían rendirnos cierta pleitesía, agradecimiento y esmerada
consideración, a la vista de los servicios prestados, que en lugar de verse
recompensados, se los premia con un gesto que tiene mucho de despectivo, por
parte de la diplomacia y del presidente del país más influyente del mundo.
Cierto es que en su País,
acontecimientos recientes le reclamaban. De acuerdo, muy bien, acuda primero
allí, suspenda la visita, y vuelva cuando su agenda se lo permita, dedicando el
tiempo necesario a el nuestro, demostrando con ello, no solo un sincero interés,
sino un respeto que merece, y que de la forma en que lo ha hecho, ha supuesto
un auténtico agravio comparativo con otros países, de menor peso específico que
el nuestro.
Claro que esto último es muy
relativo, e influye sin duda, como todo en la vida, no solo la posición y el
nivel económico, social y político en la esfera internacional – sumamente
importante, sin duda – sino también el prestigio de sus dirigentes y el resto
de los políticos.
Y en este aspecto, poco podemos
aportar, pues desde que Zapatero decidió en un gesto pueril, absurdo e
innecesario, negarse a ponerse en pie al paso de la bandera de Estados Unidos,
en una falta total de respeto, dicho prestigio quedó por los suelos, donde
continúa inamovible, con un presidente dotado de una pertinaz pachorra, que no
habla idiomas – vergüenza ajena se siente viéndolo en los consejos de la UE - y
cuya imagen está por los suelos desde hace ya bastante tiempo.
Si a todo esto sumamos, que nunca
nos hemos hecho respetar a nivel internacional, que tenemos una imagen de
corrupción y despilfarro que asombra al mundo, que no somos nadie a nivel de
investigación industrial y científica – pese a la tan cacareada décimo segunda
posición en el ranking de las potencias – la conclusión no puede ser más
desalentadora.
La imagen de la España de
charanga y pandereta, sigue estando ahí. Demasiados primeros puestos a nivel
mundial en los valores más negativos, nos han condicionado y seguirán
haciéndolo, si no logramos una reputación de país serio, que aún estamos lejos
de alcanzar.
Es por ello, que nos suelen
ningunear con demasiada frecuencia, y el caso que nos ocupa, es uno más de
tantos. No me imagino a Obama haciendo algo parecido con cualquier de los
países más importantes de Europa, la mayoría de los cuales ha visitado en
varias ocasiones. Aquí lo ha hecho una vez, de mala manera, y gracias. No somos
nadie. Bueno sí, los toros, el flamenco, las playas, la juerga y el jamón. No es gran bagaje.
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