lunes, 17 de octubre de 2016

EL NOBEL DE BOB DYLAN

La academia Sueca, parece haber intentado dar un golpe de timón en su ya larga y dilatada trayectoria, a la hora de designar a Bob Dylan como premio Nobel de literatura de este año de dos mil dieciséis, que tanta polémica ha originado..
Un cambio en su estrategia decisoria, que al margen de los estatutos que se supone explicitan claramente su concesión, ha preferido otorgar tan preciado galardón, a un cantautor como Dylan, antes que a un escritor al uso, con una obra extensa y reconocida a nivel mundial.
Da la impresión que la Academia, ha intentado con este premio prestigiarse a sí misma, auto galardonarse, y no tanto al premiado, en una maniobra de nuevo cuño, que no parece haber conseguido un consenso generalizado, sino que ha generado una controversia que se ha extendido entre el público en general y  el mundo de la cultura en particular.
Asombrados estamos todos, mientras que el protagonista, tan ceñudo, mal humorado y taciturno como suele mostrarse desde hace ya bastante tiempo, con ese aspecto que se ha ido acentuando con los años, no se ha dignado decir palabra alguna, ni en prosa ni en verso, encerrado en sí mismo, como si se debatiera entre aceptar o rechazar un galardón, que seguramente duda que se lo merezca.
Apenas ha concedido entrevistas en sus más de cincuenta años de vida artística. Seguramente cabrían en los dedos de una mano el número de ocasiones en que se ha dignado concederlas. Tal es su egocentrismo o su desidia para responder a un afortunado interlocutor, que suponemos no lo tendría muy fácil con tan peculiar personaje.
En cuanto a su obra, aparte de las letras de las canciones con las que ha editado casi sesenta discos, apenas ha escrito dos libros, uno de ellos autobiográfico, y el otro en el que se explaya sobre la música norteamericana. Eso es todo.
Entonces, ¿por qué se le ha concedido un honor, supuestamente sólo al alcance de los más ilustres y prestigiados escritores? Aparte de la teoría que afirma que lo que la Academia Sueca ha pretendido ha sido auto acreditarse y ennoblecerse con el prestigio que le puede dar este nombramiento, difícilmente podemos encontrar otras razones que lo justifiquen.
¿Pero por qué no Brassens, Cohen, Moustaki, Springsteen, Serrat, y tantos y tantas que podríamos citar, que acreditan y poseen valores similares?
Seguramente porque Dylan representa como nadie, con su popular música folk, con la que emprendió su camino, y que nunca ha dejado de lado, un mundo de añoranza y ensoñación, de búsqueda de la libertad y del planteamiento de las preguntas eternas que el ser humano se ha planteado desde siempre.
Ha logrado de esta forma conectar con el gran público de todo el mundo, al que ha conseguido llegar hasta lo más profundo de la entrañable y evocadora capacidad que posee la sensibilidad humana para captar sus mensajes, materializados en títulos como "los tiempos están cambiando", "la respuesta está en el viento", y otros que componen parte de la leyenda que acompaña a Dylan desde sus comienzos allá por los años sesenta.
Un biógrafo suyo, que considera merecido el galardón, considera que dada la importancia del premio, así como de su cuantía económica, no duda que lo aceptará, que asistirá a recogerlo y pronunciará el oportuno discurso, algo que no hizo cuando le concedieron el Príncipe de Asturias de Las Artes, cuando se limitó a enviar unas palabras de agradecimiento.
Leo, que una semana después, la Academia Sueca no ha podido contactar con él después de haberlo intentado en varias ocasiones. El mismo día de su concesión, actuaba en Las Vegas. No se dignó hacer mención alguna a semejante honor con que le habían distinguido.
Quizás se ha limitado a depositar la respuesta allí donde él considera que debe encontrarse: en el viento.

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