Hace apenas dos años, y tras doce
de paciente espera, llegó por fin la
Décima Copa de Europa que los madridistas celebramos con una inmensa ilusión,
que nos llenó de una absoluta y completa satisfacción, que consideramos incluso
suficiente para sentirnos satisfechos por unos pocos años más, al ver colmadas
y resueltas las esperanzas que teníamos depositadas en tan emblemática cifra,
conseguido por este legendario club, especialista como nadie en esta reputada
competición.
Recuerdo con emoción, aquella
generación de las cinco copas de Europa que el Madrid obtuvo de forma
consecutiva, cuando este club reinaba de forma absoluta y contundente en una
Europa admirada ante el contundente potencial futbolístico de un equipo
procedente de una España sumida en una férrea dictadura.
Tendría yo apenas siete u ocho
años, pero mantengo intactos, como estoy seguro lo harán multitud de
aficionados de aquellos tiempos, los recuerdos de aquella maravillosa época, en
los que el Real Madrid causaba admiración en todo el mundo, con aquellos míticos
jugadores que marcaron toda una época.
El himno de Eurovisión, lo
asociábamos de inmediato con la Copa de Europa, pues los partidos que tenían
lugar en los campos de todo el Continente, comenzaban con dicha sintonía, obligatoria
mientras se realizaba la conexión con el País donde se celebraba el encuentro.
Cuando lo oigo, los recuerdos
afloran de inmediato, ya que era presagio de una de las muchas finales que
todos seguíamos con una incontenible emoción y que tantas veces disputó el Real
Madrid, y que mantenía pegado a la pequeña pantalla a todo un País que estaba
pendiente de un ya glorioso Real Madrid.
Y he aquí, que al cabo de apenas
dos años, este equipo ha conseguido una Copa de Europa más La Undécima, algo que
nos ha llenado de una grandísima satisfacción a los aficionados madridistas, y
que ha colmado totalmente las aspiraciones de unos seguidores que han visto
cómo en tres años conseguían dos grandes éxitos, cuando habíamos tenido que
esperar doce para lograr la ansiada, mítica y legendaria Décima Copa de Europa.
Se ha conseguido frente al mismo
rival de entonces, el Atlético de Madrid, en una apasionante final que hemos
vuelto a ganar y que nos enfrentó a un serio y digno rival, donde dos equipos
españoles se enfrentaban de nuevo, y dónde sólo uno de ellos gozaría del
ansiado triunfo.
Dos caras opuestas de la moneda,
muy diferentes y extremadamente distintas, con emociones y sentimientos
radicalmente distintos, que han ido de la alegría desbordante de unos, a la
tristeza y frustración de los otros, que han sufrido la amarga derrota en dos
finales a las que brillantemente han accedido en los últimos tres años, ante el
mismo rival.
Profundamente desolados, los
seguidores del Atlético de Madrid, mostraban en sus rostros la amargura de una
nueva derrota que les sume en una infinita tristeza, que no obstante el tiempo
borrará. De nada sirve llegar a la final, ningún consuelo de ello se obtiene si
no se logra el triunfo final.
La historia, en todos los
deportes, sólo destaca y recuerda al vencedor, aunque la victoria refleje una
diferencia mínima de un gol, de un punto, o de un segundo. Es duro, y hasta
cruel, pero el segundo clasificado no figurará jamás como un ganador, sino como
el primero de los perdedores, de los desafortunados derrotados, a los que nunca
nadie conservará en el recuerdo, sino en el más injusto de los olvidos, en un
acto de suprema y dura ingratitud.
Pero así se escribe la historia desde el
principio de los tiempos. Nos ha tocado a nosotros, los seguidores del Real
Madrid, disfrutar de las mieles del triunfo, y en ello estamos. Gozaremos de
esta nueva Copa de Europa, y esperaremos felices a la llegada de la próxima. ¡Hala
Madrid!