lunes, 2 de enero de 2017

LA VIDA SE ABRE CAMINO

Siempre se pensó que la vida era una rara excepción, un privilegio, que se  limitaba a su existencia en nuestro Planeta Tierra, y que en el resto del universo, sería algo extraordinario, una rareza que sólo podría darse en caso de que pudieran encontrarse planetas con idénticas condiciones como las que disfrutamos aquí, algo en extremo difícil y complicado, como si fuéramos los únicos en facilitar ese milagro llamado vida.
Ilusos e ingenuos somos pensando así. Desde hace bastante tiempo, los científicos  están cada vez más de acuerdo, en que la vida en el Cosmos, no es una excepción, sino más bien una norma, algo mucho más habitual de lo que habíamos llegado a pensar, ya que la vida en sus diversas manifestaciones, tiende a abrirse camino en los lugares y medios más insospechados, más adversos y más inhóspitos que pudiéramos imaginar.
Se ha hallado en lugares donde jamás habríamos soñado que pudiera encontrarse, en condiciones infernales, a temperaturas increíbles, bajo el hielo de los polos, a profundidades abisales, soportando inmensas presiones, que en principio, a la teoría científica le resultaba inadmisible, y en otros casos soportando temperaturas elevadísimas, que constituyen el otro lado de la moneda, pero que confirman que la vida es capaz de derribar cuantos obstáculos halla a su paso para abrirse camino.
Hoy se sabe que Marte pudo albergarla en época remota, cuando océanos de agua ocupaban parte del desierto que hoy cubre toda su superficie, y que en la actualidad, muy posiblemente se encuentran sumergidos, donde posiblemente puede desenvolverse la vida, como sucede, casi sin duda en varios de los satélites de Júpiter, donde se presume que el agua ocupa las entrañas de estos astros, y por consiguiente, y con casi toda seguridad, allí la vida habría encontrado su camino.
Y hablamos de nuestro Sistema Solar, en el que nos encontramos, aquí al lado, en el que estamos inmersos, formando parte de una galaxia, la Vía Láctea, que tan sólo es una de las miles de millones que llenan un Universo del que no tenemos noticia de que tenga límite alguno, y donde la vida debe desarrollarse en sus múltiples formas en infinidad de planetas parecidos o no, a la Tierra, algunos a unos pocos años luz, y otros a distancias tan fabulosas como inimaginables e incomprensibles para nuestras limitadas mentes.
¿Quién entonces puede hoy afirmar que la vida es un fenómeno que se circunscribe únicamente a un planeta, que es apenas un minúsculo, diminuto e insignificante grano de arena en medio de la soberbia y majestuosa grandeza de la infinita playa cósmica?
Nadie en su sano juicio, y con una mente abierta y mínimamente científica, puede sostener semejante afirmación, que hoy tan sólo los fanatismos y radicalismos de índole religiosa o similar aún se empeñan en mantener en contra de la inmensa mayoría de la comunidad científica, y de la más elemental lógica humana.
Una manifestación como la vida, que posee esa titánica y soberbia fuerza para surgir y desarrollarse en los medios más duros y hostiles, no puede, de ninguna manera ser patrimonio de un insignificante planeta, sino de un portentoso y grandioso universo, donde incluso la vida inteligente encontrará su lugar, como lo ha hallado, en nuestro hermoso Planeta. Saber de ellos y confirmar un día su existencia, sería el hallazgo más fascinante, esperado y asombroso de la historia de la humanidad.

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