lunes, 16 de octubre de 2017

EL ESPERPENTO CATALÁN

Mientras estas líneas se plasman en el papel, contemplo con una mezcla de asombro e incredulidad, las concentraciones de catalanes en calles y plazas de Cataluña con motivo de la huelga general convocada para protestar por los sucesos acaecidos el día uno de octubre, mientras se llevaban a cabo las votaciones para el ilegal referéndum.
Consulta que pese a todas las prohibiciones emitidas por el Tribunal Constitucional, consiguieron llevar a efecto utilizando cuantas artimañas y desatinos pudieron utilizar, y cuyos imaginarios y truculentos resultados, aún estamos esperando cuarenta y ocho horas después.
Una huelga que movería a la risa, si no fuera porque el asunto es extremadamente serio, ya que no se protesta por motivo laboral alguno, sino por los malos tratos recibidos por los votantes a cargo de las fuerzas de seguridad encargadas de evitar una votación que vulneraba la Constitución, y que los susodichos ciudadanos juzgaron extremadamente violentas.
A tal extremo afirman que llegó, que según el gobierno catalán, causaron cerca de novecientos heridos, cifra absolutamente ridícula y exorbitante, que hubiera colapsado hasta los hospitales, que en ningún momento se vieron sumidos en semejante situación.
Vaya por delante que los medios utilizados por la policía española, no por la catalana que hizo mutis por el foro, se limitó a intentar retirar las urnas y a los ciudadanos que trataron de impedirlo, con la lógica consecuencia de forcejeos y un mínimo empleo de la fuerza, inevitable en tales circunstancias.
Todo este esperpento huelguístico, ha movilizado a una parte importante de esa mitad de catalanes que comulgan con el independentismo, con la ausencia, no obstante, de sectores empresariales y sindicales que estando en desacuerdo con esta convocatoria, no han querido participar en una huelga extraña y fundamentalista  convocada por los sectores más radicales.
Todo ello en una sociedad que parece haber entrado en una loca huída hacia adelante en busca de una independencia que pretenden proclamar saltándose todas las leyes constitucionales, declarándose en rebeldía y llevando a cabo una desobediencia total que encabezada por el gobierno catalán en pleno, ha arrastrado a media Cataluña a una locura colectiva de consecuencias que ahora no podemos precisar, pero que sin duda es inmensamente preocupante.
El País asiste asombrado ante todos estos hechos, al tiempo que en Europa, que comprenden en su mayoría la posición Española ante el desafío constitucional planteado, asisten a este deplorable espectáculo, comenzando también a sentir una cierta preocupación.
Y es así, por el hecho de que estos sucesos que constituyen una absoluta quiebra de la paz y el respeto constitucional, puedan llegar hasta sus países, donde la mayoría tienen motivo para pensar que alguna de sus regiones, visto el caso catalán, tomen ejemplo y decidan subvertir el orden legal con el objeto de levantarse contra el Estado, algo que evidentemente no desearían afrontar, y que les obliga a seguir con suma atención cuanto está sucediendo en Cataluña. Extremadamente preocupante, absurdo y sumamente esperpéntico.

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