sábado, 28 de noviembre de 2020

EL ENSAYO GENERAL

La ciudad se despertó en medio de un silencio sepulcral, solamente interrumpido por el ulular de las sirenas de la policía y el ruido sordo y uniforme de las botas de los soldados golpeando pesadamente el duro y rugoso asfalto, tomando posiciones a las órdenes secas y vociferantes de los oficiales que repetían a voz en grito una y otra vez, mientras los coches de las fuerzas de orden público patrullaban arriba y abajo avenidas y plazas, y las tanquetas ligeras con su intimidante presencia, cerraban los diversos accesos hacia los edificios oficiales, girando sus torretas amenazantes con hostiles centinelas armados dispuestos a una acción armada inminente, dirigida contra un invisible enemigo que no se podía divisar por ningún lado.

Todo parecía indicar que sólo los sorprendidos y atemorizados ciudadanos podían ser los objetivos de semejante operativo que nadie había previsto, y para el que nadie encontraba explicación, mientras los pocos que se atrevían a salir a la calle, eran obligados a la fuerza a volver a sus casas, sin explicación alguna, con una violencia inusitada, que se resolvía en la detención inmediata de los pocos que se atrevían a desobedecer a la policía y a los militares que encañonándolos, los introducían a empellones en los camiones dispuestos al efecto.

Salvo pequeños disturbios que se resolvían de inmediato, nada ni nadie alteraba el estado de sitio al que parecía sometida la ciudad, cuyos habitantes, asomados tímidamente a sus ventanas, no podían dar crédito a lo que contemplaban sus ojos, mientras conectaban las radios y los televisores para conocer lo que les estaba pasando, como si desconfiasen de su vista, como si pensasen que todo era una pesadilla, que todo era un sueño, que aún no se habían despertado, que todo era fruto de una imaginación desbordante, de la que acabarían saliendo en cuanto volviesen a mirar a través de los cristales de las habitaciones de sus viviendas, algo que instintivamente llevaron a cabo, para contemplar las mismas increíbles escenas que acababan de ver instantes antes, y que los atemorizaba por su inusitada y feroz violencia.

Los medios de comunicación, confirmaron los peores presagios de los atemorizados ciudadanos, a los que se les ordenaba mantenerse en sus casas, bajo amenaza de detención por las fuerzas de orden público, que patrullaban las calles, avenidas y plazas de los pueblos y ciudades de todo el País, que asistía incrédulo a un intimidante espectáculo, para el que nadie encontraba explicación, aunque el temor a un golpe de estado, era lo primero que llegaba a sus inquietas e incrédulas mentes, que no obstante no parecía ser la razón, pues los antecedentes, y los últimos acontecimientos, no lo hacía plausible, aunque la situación actual, con el país ocupado por las fuerzas del orden, hacían pensar en que ello fuera posible.

Confinados en sus domicilios, asustados por una situación que los superaba, sin más explicación que las continuas consignas de no abandonar sus domicilios, con una tensión insoportable, los habitantes del País, se vieron sometidos a un encierro vigilado por una fuerza que actuaba sin contemplaciones, sin explicaciones de ningún tipo, y sin que el gobierno se manifestase en ningún sentido, como si no quisiera que se conociesen unas oscuras y siniestras intenciones, que nadie había previsto, y que resultaban inadmisibles, a la par que inquietantes y amenazantes para una ciudadanía que no daba crédito a tanta inseguridad y tanta dureza mostrada por sus gobernantes, tan alejados en estos momentos de un estado de derecho, de una democracia de la que hasta ahora afortunadamente habían disfrutado.

Amaneció el día siguiente con las calles desiertas, sin resto alguno del despliegue mostrado por las fuerzas de orden, sin explicación alguna por parte de un gobierno, que rehusó hablar con unos medios, que con todas las precauciones debidas, después de la demostración de fuerza exhibida, temerariamente osaron acercarse a la sede del ejecutivo, que se negó a atenderlos, y que tan solo les entregó una nota en la que se les instaba a informar a la población para que estuvieran pendientes de su televisor.

Esa misma tarde, un representante del gobierno, leyó un comunicado, con el que se instruía a los ciudadanos del País sobre cómo iba a ser su vida a partir de entonces, con rígidos confinamientos, restricción de las libertades públicas, de la movilidad, con estado de alarma permanente, y un severo toque de queda, a la par que se prohibían todo tipo de reuniones y manifestaciones, reduciéndose la vida al trabajo y a la estricta convivencia familiar, sin excepciones de ningún tipo, añadiendo que cualquier alteración de este estado de excepción, daría lugar a la puesta en marcha de la representación de la obra, cuyo ensayo general había tenido lugar el día anterior, y que el gobierno estaba dispuesto a poner en marcha por el bien de una ciudadanía que a partir de ese momento quedaba a cargo de aquellos, quienes pensarían y decidirían por ellos y por su bienestar.

Mientras tanto, una espantosa y mortal pandemia azotaba sin compasión una gran ciudad China, de dónde procedían las escasas noticias que de dicho acontecimiento se daban a conocer en los medios, que  al mismo tiempo apenas informaban de los rumores acerca de los contagios que habrían llegado a Europa, en concreto a Italia,  todo ello debido a la censura informativa existente a todos los niveles, que impedía conocer lo que en realidad estaba sucediendo en el Planeta, y sobre todo en el propio País, dónde el gran teatro del mundo se estaba escenificando en un último y definitivo ensayo de la obra, aún sin fecha definitiva , pero lista ya para su inminente estreno.


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