miércoles, 6 de diciembre de 2023

No hay derecho

Recupero esta expresión, mil veces utilizada, añorada incluso, desde siempre, pero un tanto olvidada en estos últimos tiempos tan denostados para el lenguaje, que está siendo maltratado de demasiadas formas, desde demasiadas instancias, con atrevimientos inmisericordes sin capacidad, competencia ni autoridad alguna, con una ignorancia que llega a la cursilería ñoña y despectiva en ocasiones, y siempre al esperpento más atrevido.

Sin relación directa con  el sistema institucional que regula la conducta externa de las personas, aunque vinculada a ella, se utiliza cuando alguien quiere expresar su contrariedad ante un hecho o acción determinada, por su injusticia manifiesta o su rechazo frontal, que equivale en definitiva a mostrar su oposición, su discrepancia, su desacuerdo en definitiva ante unos determinados hechos, y suele expresarse con contundencia y un énfasis especial para que conste que la apreciación es una queja manifiesta, por lo que al pasarlo al papel, se inscribe dentro de unos signos de exclamación, que no dejan lugar a duda sobre su intencionalidad.

Hoy más que nunca, esta expresión cobra todo su valor, en un momento en que están teniendo lugar unos hechos manifiestamente discordantes con la apreciación de una mayoría silenciosa que tiene razones más que suficientes para exclamar ¡no hay derecho! a lo que está pasando, con un personaje que enredado en su megalomanía, y enfangándose cada vez más en un vano intento por justificar su ególatra comportamiento, trata de hacernos comulgar con ruedas de molino, ante un hecho constatable, que no tiene más objetivo que el de eternizarse en el poder.

No hay derecho a soportar a quien sin escrúpulos de ningún tipo se ha saltado demasiadas buenas costumbres, utilizando como moneda de cambio lo que sea menester, siempre para continuar en el poder, poniendo en venta su acceso al mismo, negociando para tal fin con prófugos de la justicia, perdonando para ello a quienes en su dia se levantaron contra la legalidad constitucional, saltándose de paso al poder judicial que a todos nos debería acoger por igual.

 Todo ello con una serie de cesiones y prebendas de todo tipo  que rompen la necesaria igualdad entre instancias institucionales, con un único objetivo, por todos conocido, salvo por quienes no tienen otra motivación que la conquista de la ansiada poltrona, y por quienes los apoyan cerrando los ojos para no admitir lo evidente, en contra incluso de una importante mayoría de la población que asiste a este denigrante espectáculo, en medio de los problemas que le acucian, con una mezcla de incredulidad y asombro, que cada día surge con más fuerza en las conversaciones cotidianas de barra, pasillo y ascensor.

No hay derecho a soportar continuamente a quienes mienten más que hablan, pretendiendo que no es así, que se trata de un cambio de opinión de una rectificación, en un alarde de una total falta de respeto hacia los ciudadanos, a quienes se pretende tomar el pelo, a los que no se toma en serio, a los que no se considera como seres pensantes que tienen formada una opinión sobre el tema, que discriminan, que separan claramente entre lo que afirman y lo que ellos perciben y conciben en consecuencia, que por otra parte, está meridianamente claro, por lo que por mucho que lo intenten, no engañan a nadie.

No hay derecho a que este señor, a la sazón presidente del gobierno, se haya adueñado de un partido político, el suyo, al que ha transformado hasta dejarlo irreconocible, convirtiéndolo en una imagen de sí mismo, manejándolo y adueñándose de él, de tal forma, que lo ha convertido en una ficción de un partido con mas de cien años de antigüedad, con una trayectoria intachable, que ahora, integrantes del PSOE, se permiten el lujo de descalificar, ningunear y despreciar a antiguos militantes que ocuparon importantes cargos en tiempos que mejores fueron que los presentes.

No hay derecho a que con harta frecuencia, el presidente del país meta la pata con declaraciones a nivel internacional con las que consigue enfrentamientos innecesarios que nos complican la vida, como cuando habla sobre la delicada y espantosa situación que sufren en Palestina, mientras se olvida del triste y penoso estado en el que se encuentran  los Saharauis, a los que abandonó en brazos de Marruecos, lo que constituye una falta total de tacto político, mientras se empeña en tratar de demostrar lo contrario.

No hay derecho a todo lo expuesto, según mi opinión, y de tantos que no lo pueden expresar públicamente, pero que piensan lo mismo. En su nombre y en el mío, manifestamos alto y claro, con respeto, pero con toda rotundidad, que no hay derecho a tanto desvarío, tanto disparate y tanto despropósito como aquí se expone.


No hay comentarios: