viernes, 10 de enero de 2025

La paz del Sanchismo

 Este país no sale de su asombro ante los bandazos continuos que a modo de un siniestro baile de máscaras ejecuta un gobierno empeñado en una enloquecida búsqueda por apuntarse un tanto ante su electorado, por mejorar una desquiciada imagen que se le escapa a su férreo y obsesivo control, algo que le resulta insoportable y absolutamente alejado de unos objetivos que se ha fijado a decenios vista, tal como se deduce de los ambiciosos y autoritarios planes de un presidente del gobierno que parece haber perdido el sentido de la realidad.

Algo que se intuye a la vista de sus alocados planes, rodeado de una corrupción galopante, de un descrédito imparable y de unas estadísticas, que en la actualidad, lo sitúan en una indudable derrota electoral, algo inasumible para la altiva y desmedida soberbia que caracteriza al jefe del ejecutivo, incapaz de reconocer la desastrosa gestión de una legislatura deplorable, con una división patética entre los miembros del gobierno y una incapacidad cada día más galopante para sacar adelante los proyectos de ley, teniendo que recurrir a la nefasta costumbre de los secretos, algo de poco recibo en una democracia que se precie de serlo.

Es por todo ello, que ha puesto en marcha la siniestra maquinaria de un gabinete de imagen que desarrolle una agresiva campaña que desmonte las negativas perspectivas que se le presentan, que obstinadamente niega, pero que no ignora, que le resultan insoportables, y que no está dispuesto a aceptar, utilizando cuantos recursos están a su alcance, que son muchos y de toda índole, y que dada su absoluta y total falta de escrúpulos, no dudará en utilizar.

Parece ser que ha desestimado recurrir a un nuevo y absurdo retiro monacal, que ya le supuso en Europa el título de showman, ante el espantoso ridículo que hizo con aquella irrisoria espantada, que a nadie engañó aquí, en nuestro país, impropias por completo de un presidente del gobierno de una democracia europea, que debería haber bastado para una dimisión más que justificada, que en cualquier caso, dado el perfil del personaje que nos ocupa, entra de lleno en el terreno de la ciencia ficción.

 Dado el hecho de que no tiene escrúpulo alguno a la hora de utilizar las instituciones en su beneficio, así como de desprestigiar acorralar y actuar de forma despectiva con el poder judicial y sus representantes los jueces, por lo que ha sufrido varios varapalos de la Unión Europea, así como de mantener en su puesto a un fiscal general que ofende y denigra a toda la judicatura, no tiene nada de extraño que dejando de lado la separación de poderes, sea capaz de llevar a cabo cualquier manejo de los mismos para lograr sus fines, que no son otros que mejorar su imagen mostrándose como el líder indiscutible que necesita este sufrido país y sus ciudadanos, que no merecen tanta afrenta y tanto desatino como muestra este  presidente.

Pues bien, ya tenemos plan para remontar los malos presagios que acucian al gobierno: conmemorar los cincuenta años de la muerte de Franco, algo que se nos había pasado de largo a la inmensa mayoría de los ciudadanos de este país, que no tienen ningún interés en rememorar aquellos tiempos, aunque ello no supone olvidar aquella época que no tiene nada de conmemorable, salvo para este presidente, que destaca además, que este evento destaca el hecho de que llevamos cincuenta años de paz – suena a ecos del pasado – y de libertad, como si el resto de los paises europeos estuvieron enfrascados en conflictos bélicos por recuperar su libertad.

Y para “celebrar” tal efemérides, ha dispuesto hasta cien actos conmemorativos invitando a los jóvenes a participar en semejante e irrisoria estupidez, cuando más le valdría que se preocupara por ellos - inmersos en un paro galopante, sin trabajo, sin vivienda y sin futuro – medida que está causando estupor a propios y extraños y que nos hace sentir nostalgia de aquel presidente del retiro monacal que nos divertía con sus lacrimosas cartas acerca de una penosa meditación sobre una dimisión que todos sabíamos no llevaría a cabo, como tampoco ahora llegará a ningún puerto con este kafkiano esperpento con el que espera ganar adeptos erigiéndose en protagonista absoluto de este circo  y mejorar así una imagen tan deteriorada que no tiene solución posible más que una dimisión, que conociéndolo, se nos antoja tan surrealista como el evento propuesto.


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