Jamás habíamos contemplado la patética imagen de un gobierno acorralado por imputaciones y corruptelas varias, y por ende, su presidente, que en su entorno más próximo, tanto personal como político, sufre un insoportable acoso judicial, que para un personaje como él, soberbio ambicioso y con una absoluta falta de escrúpulos, que lo convierten en un político nefasto para una democracia que exige dirigentes honrados, honestos y capaces.
Características radicalmente opuestas a las que presenta el jefe de un ejecutivo que ha perdido decididamente los papeles al verse envuelto en una maraña de conflictos judiciales y políticos, a los que se enfrenta con insultos, improperios y una batería completa de descalificaciones, que no hace si no confirmar su extrema debilidad, que trata de disimular con declaraciones altisonantes en cuanto a su indefinida continuidad en el cargo, para lo que ya piensa en el próximo decenio.
Un presidente del gobierno que utiliza las instituciones, como es el caso de la fiscalía, con un fiscal general, imputado por el tribunal supremo, por revelar información confidencial de la pareja de su mayor contrincante político, la presidenta de la Comunidad de Madrid, un fiscal siniestro, enigmático y fiel esclavo de su amo, siempre dispuesto a satisfacer los deseos de su amo, en una demostración vergonzante que causa sonrojo e ira, incluso entre las filas del partido.
Sobre todo cuando el presidente lo defiende públicamente, sugiriendo incluso que debería pedírsele disculpas, cuando la inmensa mayoría de la institución judicial está pidiendo a gritos que se le cese de un cargo al que está ofendiendo indignamente cada día que continúa en la cúspide de tan alta institución jurídica, a la que con su denigrante actitud está dañando gravemente.
Una ejecutivo que se sirve de instituciones y medios oficiales para conseguir información privada de cualquier tipo de sus opositores, para arrojarla contra ellos, en una ceremonia de la confusión vil y demoledora, de una práctica antidemocrática que ofende e indigna al mismo tiempo, y que creíamos jamás íbamos a contemplar en un país europeo del siglo veintiuno.
Y es que no hay nada más perverso, nada más ruin, nada más malvado que utilizar las riendas del poder para conseguir sus oscuros e indignos fines, que no son otros que retener el poder a toda costa, llevando a cabo la ignominiosa compra de votos a cambio de concesiones y cesiones de todo tipo a los de siempre, creando insoportables discriminaciones entre los territorios que conforman nuestro país, y por ende entre sus ciudadanos, que concede inmunidad a cambio de votos a través de una perniciosa amnistía rechazada por la inmensa mayoría de unos ciudadanos a los que no se les ha dado ocasión de manifestar su voto al respecto, cuando de una decisión tan grave se trata y que tantos agravios comparativos ha ocasionado
La absoluta falta de respeto hacia el poder judicial, así como el insoportable acoso hacia sus responsables, los jueces, hacen de este gobierno, tan acostumbrado a ningunearlos y a faltarles el respeto, objetivo permanente de una Europa que les ha llamado la atención en varias ocasiones, sin que hayan dado muestras de corregir tales desmanes, permitiéndose el lujo y la osadía de utilizar la abogacía del estado en los conflictos judiciales que afectan a su entorno.
Un ejecutivo que no duda en utilizar recursos como el decreto ley para sacar adelante lo que le niegan sus compañeros de viaje que lo tienen secuestrado, ante los que el jefe del ejecutivo se humilla constantemente, en una legislatura que se empeña en continuar pese a las continuas trabas a las que le someten, para lo que está dispuesto incluso a entrevistarse, como ha declarado, con un prófugo de la justicia que continúa manejando los hilos de un gobierno a la deriva que no nos merecemos.
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