domingo, 3 de junio de 2007

Eternamente jóvenes


Sesenta minutos llevo ante la caja tonta, cuarenta de los cuales soportando los insufribles anuncios que nos incitan a consumir, utilizando para ello los recursos más inimaginables con el fin de conseguir sus propósitos, que no son otros que vender el producto anunciado a través de bellezas despampanantes y de atléticos jovenzuelos en los que nos aseguran nos convertiremos a nada que sigamos sus consejos.
De los cuarenta minutos, treinta corresponden a promocionar los valores más preciados hoy en día y que parece van a repercutir cada vez más en la vida de todo ser humano: el aspecto juvenil, la belleza física y sobre todo, la extrema delgadez.
No estar delgado, lleva camino de convertirse en un serio problema para una gran parte de la población. En el aspecto laboral, esta situación se está convirtiendo en dramática para mucha gente que contempla con estupor como se le rechaza por el mero y absurdo hecho de no dar las medidas adecuadas pretextando una mala imagen que puede repercutir negativamente a la hora de llevar a cabo su trabajo pese a estar técnica y personalmente capacitado para el mismo.
Vivimos en un mundo absurdo que se desvive en parecer todo lo joven que ya no se es, utilizando para ello todo el arsenal de productos de todo tipo que el mercado nos ofrece - renovándonos por dentro y por fuera dice uno de ellos, menuda gilipollez - con el fin de mantenernos así eternamente. Nos bombardean con la falsa e ilusoria idea, de que tomando sus productos, aplicándonos sus potingues y vistiéndonos como ya no podemos, rejuveneceremos ante los ojos de los demás, convirtiéndonos en sílfides los rellenitos, en quinceañeros los/las que ya dejaron atrás los cuarenta y en tipazos los que de atletas tenemos lo que este servidor de monaguillo - que en tiempos lo fue - y, sobre todo, seremos mucho más felices.
Pena de mundo que es capaz de llegar hasta la enfermedad como desgraciadamente vemos en los terribles casos de anorexia que azotan a los jóvenes de hoy en día llevados por el afán de sentirse como los/las modelos de las pasarelas y los personajes famosos, que tan flaco favor, nunca mejor dicho están haciéndoles.
Es todo un despropósito, un insulto y una vejación hacia ese medio mundo que se muere de hambre sumido en la miseria más absoluta a causa del otro medio mundo que se empeña en ignorarlo y ante el que se siente incómodo con las terribles imágenes que nos ofrece ante las cuales giramos la cabeza para no ver lo que no nos agrada contemplar.
Lo hacemos con una mezcla de horror y de vergüenza tratando de alejar de nuestra mente esas imágenes que nos resultan molestas en un mundo que se debate en un atroz consumismo que le devora poco a poco y en el que se encuentra tan inmerso, tan esclavizado por él, que ni quiere ni puede oponerse a sus dictados.