lunes, 23 de agosto de 2010

HABEMUS HUELGA GENERAL

Convocados estamos, invitados tal vez, o quizás, sólo nos han sugerido, propuesto, insinuado, que si nos parece bien, vamos, que si no nos molesta, el próximo día 29 de septiembre – creo que esta es la fecha correcta, ya que lo han dicho tan bajito que en este momento me cabe la duda – de este año tercero de la crisis, esperan que nos unamos todos a la tan cacareada huelga general, de la que todo el mundo ha oído hablar, pero de la que nadie sabe nada en concreto.
Y es que dicha convocatoria sindical – léase en voz bajita para no incordiar – se parece demasiado a los tan difundidos globos sonda del gobierno y de tantas instituciones de todo orden, clase y cariz, que ya lo utilizan como método para conocer de antemano si suena bien o no, si es adecuado o todo lo contrario, si deben moverse o quedarse dónde están, con lo cual se crean un conjunto confuso de dimes y diretes, que hastían hasta las ovejas, las cuales, a estas alturas, deben estar ya al tanto de esta pedante manera de conocer el estado de la opinión pública, que desde aquí, ya les digo que fastidian, hartan y ponen nervioso al personal.
No sé con exactitud el tiempo que media desde la última huelga general hasta ahora, pero sin duda, debe de tocar ya, lo cual pesará en el ánimo de los convocantes y les animará a llevarla a cabo, porque teniendo en cuenta los tiempos actuales y el estado de cabreo de los trabajadores, igual acuden en masa, que los dejan solos, y esto les tiene sumamente preocupados, ante semejante dilema que se les plantea, por lo que sería buena idea, que los sindicatos les incentivasen al menos con una paga que les compense el palo económico que las empresas les van a dar, y así de paso quizás consigan sus propósitos que, vistas las perspectivas, tanto les preocupa.
Quizás ni por esas, ya que lo que los sindicatos no han hecho por los suyos en su momento - cuando debían y tenían la ineludible obligación de hacerlo - mostrando una debilidad incalificable en las oportunas negociaciones, quieren compensarlo ahora con unas movilizaciones que, sinceramente, van a servir para poco vista la firmeza del gobierno – en este aspecto admira contemplar cómo se han mantenido en sus posturas – y la adhesión inquebrantable y agradecida de las organizaciones empresariales y partidos políticos afines.
Difícil decisión la de unirse o no a la huelga en las circunstancias actuales. Para quién está a favor y considera razonable y razonado su participación, le cabe la duda de si merece la pena, vista la férrea decisión del gobierno de no dar ni un paso atrás, al mismo tiempo que encuentra múltiples motivos para adherirse a dicha huelga considerando los tremendos recortes sufridos en todos los órdenes, incluido los intocables beneficios sociales adquiridos, la inestabilidad laboral y la subida de impuestos habida y por haber.
Para quién tiene claro que no se unirá a las movilizaciones pertinentes, de ninguna forma va a hacerlo. Está seguro de su no participación, y tiene motivos más que suficientes para mantenerse al margen. Le sobran justificaciones y se encuentra extremadamente cabreado con los sindicatos, el gobierno y la patronal, con todos y cada uno de ellos a los que les acusa de debilidad, intrusismo y oportunidad, respectivamente, y anteponen a todo ello, el aspecto económico, y más estos momentos de vacas flacas. De ninguna manera les van a descontar ni una pela. Lo tienen muy claro, como quizás lo tengan los funcionarios, a los que, ya de paso, hay que reconocer que pese a sus privilegios, están pagando los patos rotos, con una bajada importante de su sueldo, que, por cierto, no todos están por las nubes como se suele creer, ya que hay multitud de funcionarios con sueldos mileuristas.
Precisamente a los funcionarios, los sindicatos los utilizaron como conejillos de indias, como moneda de cambio y globo sonda en la huelga llevada a cabo por los mismos en fechas anteriores y que resultó un completo desastre. Jugaron con ellos para probar así como estaba el patio, cual era el estado de concienciación a nivel de posibles movilizaciones futuras, y les salió rana, no consiguieron sus propósitos y de ahí surgió la duda y la actitud dubitativa que mantienen ahora.
Conclusión posible: no existe, ya que depende de cómo ve cada uno el panorama en función de sus circunstancias personales. El grado de irritación actual es considerable, y eso influye en el personal. Es incalificable el hecho de que en unos días, se hayan tomado unas medidas durísimas, de un calado que nadie podía esperar, por lo que muchos nos preguntamos: ¿Cómo es posible qué tanto estuviera tan mal hasta el extremo de tomar unas medidas extremadamente traumáticas y que nadie vio o quiso ver en los años precedentes?. Es increíble, inadmisible e intolerable.
En cualquier caso, hay que agradecer a los sindicatos que nos hayan avisado, prevenido, insinuado o como ustedes prefieran determinar, con dos meses de antelación y, sobre todo, al término de las vacaciones de verano, con lo que ya todo el mundo va a estar disponible para semejante evento. Lo que ya no resulta tan gratificante es que para esas fechas, los bolsillos proletarios estarán bastante disminuidos como para soportar otro golpe más con motivo de esta huelga general, tan prometedora para unos, tan atractiva para otros, y tan extrañamente enigmática e indeterminada para los demás. Deseo fervientemente que la disfruten.

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