jueves, 24 de abril de 2014

LOS CIUDADANOS QUEREMOS SABER

Apenas quedan seis meses para que los ciudadanos catalanes sean llamados a las urnas con el objeto de decidir si los habitantes de esa región desean segregarse de España y constituirse en Estado propio, independiente y soberano, y todo ello sin que el pueblo español sepa a qué atenerse, sin que se le haya aclarado, pese a las aparentes seguridades que el presidente del gobierno suele prodigar en el sentido de que no se permitirá la oportuna consulta y de que el Congreso de los Diputados haya votado mayoritariamente en contra de dicha opción, ante lo cual, el presidente Mas y los grupos que le secundan, continúan asegurando con una sorprendente rotundidad y aparente seguridad, que desafiando todas las leyes estatales, llevarán adelante su propósito, en un claro desafío, que nos deja perplejos a los ciudadanos, que no sabemos a qué atenernos, pese a las numerosas voces que se alzan afirmando por activa y por pasiva que no se llevará a cabo dicha votación, que ya contempla incluso las preguntas que en la misma se plantearán a los posibles votantes.
Hartos estamos de escuchar los mismos razonamientos por parte de los líderes políticos, de los medios de comunicación y de tertulianos de todo signo, que se esmeran en repetir una y otra vez, que la consulta es ilegal, que no pueden ir contra el orden establecido, que no pueden romper las reglas que la Constitución impone, que no se atreverán a sacar las urnas, que en el último momento se echarán atrás, que es una huída hacia delante de un presidente que convocó unas elecciones plebiscitarias en Cataluña pensando que iba a ampliar una mayoría que ya poseía y que vio frustradas sus esperanzas con un severo correctivo que le supuso perder un importante número de consejeros que le deberían haber llevado a una elemental y lógica dimisión que no hizo efectiva, lo cual le llevó a un sostenella y no enmendalla, que nos ha traído hasta donde estamos, en un tira y afloja que no lleva a ninguna parte.
¿Cómo es posible que a falta de tan poco tiempo, nadie, empezando por el presidente del gobierno, tome una decisión rotunda, clara y creíble? ¿Por qué el Presidente del País no se dirige solemnemente a la nación y aclara todas las dudas y las inseguridades que tienen sumida a la población en un mar de dudas, que se está convirtiendo en un problema que cada vez aqueja con más intensidad a los ciudadanos? ¿Por qué se encierra en una actitud tan hermética como radical, limitándose a asegurar que no habrá consulta, que no se infringirá la ley que no permitirá que se lleve a cabo? ¿Y en ese caso, cómo lo va a impedir, qué medios a su disposición, como máxima autoridad del País y que la constitución le permite, va a utilizar, si sacan las urnas o si unilateralmente declaran la independencia?
Demasiadas preguntas sin respuesta, pero que el ciudadano de a pie, de la calle, como usted y yo, como la inmensa mayoría, necesitan saber y exigen conocer cada día con más fuerza, porque la preocupación es cada día mayor, ante un verdadero problema que no se puede solucionar esperando que se corrompa, que pase el tiempo o que se den unos hechos consumados, ante los cuales, la capacidad de decisión sería prácticamente nula.
En Escocia, y desde hace ya casi dos años, todo está previsto, todo está perfectamente regulado y acordado por ambas partes, sin traumas, sin dimes y diretes, sin tiras ni aflojas como está sucediendo aquí, y que no conduce sino a la confusión más absoluta, ilógica e irracional. Se habla de un diálogo que nadie sabe sobre qué versaría y al que en cualquier caso el gobierno parece no estar muy dispuesto y que de todas formas no parece que pudiese conducir a ningún sitio, pues el presidente catalán, que aparentemente no se niega a ello, se ha cerrado en banda y sólo parece querer oír acerca de la obsesión que le domina sobre la capacidad de decidir, sin aclarar en todo caso, qué estaría dispuesto a negociar, mientras que los socialistas hablan de un cambio constitucional que nos conduciría a un estado federal, con el que tampoco los catalanes ni el gobierno, parecen estar de acuerdo.
Es por ello, que dado el hecho de que el tiempo se agota y que apenas queda margen de maniobra, los ciudadanos queremos saber qué va a suceder si no hay acuerdo alguno y los hechos consumados son los que mandan, lo cual constituiría un grave problema y llevaría a una situación en absoluto deseable, cuyo alcance y efectos serían muy difíciles de controlar.
La Constitución contempla los mecanismos que se pueden habilitar en el caso de conflictos y graves incumplimientos de la misma. Nadie quiere hablar de este tema, nadie quiere plantearse este supuesto que conduciría a la suspensión temporal de unas funciones que asumiría el Estado y que sería preferible no activar, intentando resolver el conflicto por otros medios. Pero nadie, a estas alturas, con apenas unos meses de margen sabe qué hacer, que va a pasar, cómo se va a actuar.
 Y mientras tano, el pueblo, los ciudadanos, la Nación, quiere, exige, necesita saber.

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