miércoles, 25 de junio de 2014

UN PAÍS ESTRESADO

Son tantos los acontecimientos de toda índole que adornan el panorama actual español, que resulta difícil explicar cómo los ciudadanos soportan tantos avatares tan diversos, tan constantes, tanto ruido mediático en definitiva, ya sea político, sociales o económico, que de ninguno falta, impidiendo con ello un normal desarrollo del día a día ciudadano, siempre pendientes de las nuevas noticias que nos deparan los abundantes medios encargados de recordarnos que somos los sujetos de asimilar dicha información, sin la cual ellos no son nada, cuya misión es la de lanzar a los cuatro vientos cuanto sucede en un País, que se encuentra continuamente agitado por una escena política que no nos da el menor respiro, ya sea con frecuentes elecciones, con conflictos internos de los partidos políticos, con nuevas corruptelas, descubrimiento de continuos derroches y escándalos diversos y ahora, para rematar la faena y rizar el rizo, la abdicación del Rey y la subida al trono de su hijo, deprisa, corriendo, casi volando, lo cual está consiguiendo que el País se encuentre inmerso en un desenfrenado frenesí de debates, tertulias, charlas y opiniones, que trascendiendo los medios de comunicación, donde habitualmente se llevan a cabo, se han trasladado a la calle, al ciudadano, que no encuentra respiro ni pausa ante tanta noticia y tanto desvarío mediático.
Comenzando con las elecciones europeas, a las que tradicionalmente no se les ha dado la importancia plebiscitaria que tienen, por parte de unos políticos que siempre han relativizado sus resultados, argumentando que éstos no se pueden trasladar a las generales, a las legislativas, donde el sentir ciudadano le hace votar de una manera muy diferente, dando a su voto una orientación más trascendente, lo cual repercute de una forma más directa en los partidos políticos, que se esmeran con más intensidad en conseguir ese voto que se traducirá en escaños en el parlamento, lugar que ansían conseguir y que les dará opción a gobernar o en cualquier caso a optar a una mayor influencia en los asuntos del País, todo a través de los escaños conseguidos, gracias a unos ciudadanos que dicen, votan con más interés y responsabilidad en estas elecciones generales que en las europeas.
Pero la sorpresa ha sido tan grande, tan esperada por otra parte, que sus consecuencias no se han hecho esperar, con la dimisión fulminante del secretario general de los socialistas y con la preocupación mal disimulada de los populares, que han visto cómo millones de votos han pasado de sus filas a las de partidos de nuevo cuño como Podemos y otros como IU y Equo, que han surgido, sobre todo el primero con una sorprendente fuerza que han descolocado a los dos grandes partidos, pese a su obstinado interés en relativizar y minimizar el impacto de estos resultados que consideran flor de un día, pero que pese a todo les preocupan, pues si se trasladasen a las próximas elecciones generales – cosa que se permiten dudar – sería un elemento de auténtica y notable transgresión electoralista que podría causar estragos en las filas de ambos partidos que hasta ahora se repartían la inmensa mayoría de los escaños sin tener que ocuparse de los resultados obtenidos por los partidos minoritarios, que tenían perfectamente controlados y contabilizados.
Y para completar el estresante panorama, el Rey dimite de improviso, por sorpresa, se diga lo que se diga, ya que este tipo de acontecimientos siempre se ven venir, se hacen transparentes de inmediato y siempre hay alguien que más pronto que tarde se encarga de filtrarlos a los medios de comunicación que no pierden comba ante semejante noticia y en segundos, están en internet, en las redes sociales y en todos los medios de comunicación, que rápidamente se encargaron de dar las oportunas fechas, auténticamente de vértigo, pues todos los trámites legales y constitucionales, incluida la ley de abdicación al efecto, que no estaba contemplada, se ha desarrollado con urgencia y cuasi unanimidad, lo cual no deja de sorprender, salvo los partidos más a la izquierda – el PSOE, de alma y esencia republicana parece ahora encantado con la Monarquís - que son los únicos en abstenerse o votar en contra, por lo que en apenas unos pocos días, los nuevos reyes ocuparán el trono vacante y a otra cosa, que este tema está zanjado, salvo para los grupos republicanos que se manifiestan inútilmente – nadie les va a hacer caso, lo cual no es de recibo – pidiendo un referéndum para que la ciudadanía decida si desea Monarquía o República, mientras Felipe VI, por cierto, fue Felipe V, también de la dinastía Borbón quién implantó la Ley Sálica, aún vigente, para que los varones tengan preeminencia sobre las mujeres a la hora de heredar el trono. Una anacronía más.
Si a todo esto le sumamos las conocidas circunstancias de una situación permanente de crisis económica, social y cultural, que continúa azotando a unos ciudadanos que ven cómo las oportunidades de trabajo siguen estando bajo mínimos, que quién lo consigue verá rebajadas sus condiciones laborales en todos los órdenes, no sólo en el económico, sino en unos horarios a merced y capricho de la empresa, con un contrato temporal en precario y a tiempo parcial, la conclusión no puede ser otra que la del desánimo y el pesimismo que se hallan instalados en una ciudadanía a la que no se le da oportunidad ni respiro alguno. 

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