miércoles, 22 de octubre de 2014

EL EFECTO MARIPOSA

Posiblemente muchos recuerden el irrepetible e inefable año 2000, por diversos motivos, pero sobre todo lo harán porque con dicho año se iniciaba una nueva centuria, un nuevo siglo – aunque hay muchos que consideran que el siglo XXI comienza en el 2001 – al tiempo que un nuevo milenio, tan esperado, tan mítico y mágico como su cifra expresa, en el que grandes acontecimientos tendrían lugar y para el que desde hacía una treintena de años antes, se aventuraban fantásticos cambios en todos los órdenes, sobre todo en las ciudades, los transportes, los viajes espaciales – nada se decía sin embargo de Internet – con los coches sobrevolando unas ciudades idealizadas en extremo, que en nada se parecerían a las de aquellos ingenuos años setenta, con una serie de cambios en las vidas de las gentes, como la denominada civilización del ocio, donde el trabajo quedaba casi exclusivamente para las máquinas y dónde los seres humanos dispondrían de tanto tiempo libre, que no sabrían cómo utilizarlo.
No dieron ni una en el clavo. Y eso que eran muchos los medios que se atrevían a semejantes predicciones, con tal portentosa imaginación, que los ciudadanos estábamos deseando que llegase el dichoso año para que se hiciesen realidad los que no eran sino sueños de unos cerebros en exceso recalentados por una imaginación sin límites, y sobre todo, sin una base sólida y objetiva que justificara semejantes desmanes predictivos, como los que, en sentido contrario, afirmaban a voz en grito que en el mítico año, grandes desastres naturales azotarían el Planeta, con lo que entre unos y otros, tuvieron en vilo a una sociedad, que si no vivía pendiente de todos estos temas, sí que los consideraba con frecuencia, de lo que se ocupaban los visionarios de uno y otro bando, elevando su voz por encima de la sensatez y la racionalidad que otros mostraban, con el fin de que no se olvidaran sus ilusorias profecías en un caso y los agoreros del inquietante futuro en el otro.
A todos estos aconteceres, que no dejaban indiferente a casi nadie, había que sumar el famoso y tan cacareado efecto 2000, también conocido como y2k, que afectaría a la incipiente informática de entonces, debido a la precariedad de la memoria de los ordenadores, ya que se reservaban sólo dos posiciones de memoria para mostrar la fecha, de tal forma que previeron que el software, los programas y las aplicaciones informáticas, solamente funcionarían con los años que comenzasen por 19, lo que tendría como consecuencia que el 1 de enero del año 2000, lo mostrarían como el 1 de enero de 1900, con los consiguientes errores de los programas a la hora de calcular las fechas, que tendrían como consecuencia efectos devastadores en la industria, el comercio, los transportes y en todas las áreas dónde los ordenadores gobernaban los procesos correspondientes, consiguiendo con ello, según nos adelantaron los encargados de alarmar a la población, un efecto de auténtico miedo a considerables desastres de todo tipo, que tendrían consecuencias desastrosas para la sociedad en general.
Todo fue, sino una mentira, sí un fraude en la mayoría de las ocasiones, ya que los especialistas en el tema, y yo entonces estaba metido en el mundo de la informática, sabían y sabíamos que todo era susceptible de arreglar, simplemente modificando los programas que se ejecutaban en los ordenadores, bastando a veces con cambiar unas cuantas líneas de programa para resolver el famoso efecto 2000, que quedó en nada, con apenas unos incidentes mínimos sin riesgo alguno, en lo que constituyó una auténtica farsa promovido por oscuros intereses en muchos casos y por una completa ignorancia acerca del tema en otros, que no se desveló hasta que una vez iniciado el 1 de enero del año 2000, se comprobó cómo el Mundo continuaba vivito y coleando, con los falsos augures ocultándose en sus siniestras y oscuras cavernas.
En otro orden de cosas, aunque íntimamente relacionado, se encuentra el efecto mariposa. Concepto de la teoría del caos, que afirma que en un sistema caótico, es decir en un sistema extremadamente sensible a las variaciones, cualquier cambio en las condiciones iniciales, el resultado final es absolutamente impredecible. Su nombre procede de un proverbio chino, que afirma que “el aleteo de las alas de una mariposa, se puede sentir al otro lado del mundo”, por lo que, por ejemplo, un simple cambio atmosférico en un extremo del Planeta, tendría consecuencias en el otro extremo.
Las previsiones para el año 2000, así como las de su famoso efecto, no se vieron cumplidas en absoluto. Fue un auténtico fiasco, que aunque previsible, constituyó motivo de preocupación para millones de seres humanos. No ocurre así con el efecto mariposa, que tiene un perfecto parangón en el mundo actual, tanto a grande como a pequeña escala. Cuando decimos que si alguna de las grandes superpotencias estornuda, el resto del Mundo se resfría, estamos confirmando estos hechos.
Decididamente, el mundo, más que a una suma de efectos, se reduce más bien a aquel antiquísimo y no por ello menos sabio y acertado dicho, que afirma que el mundo es un pañuelo.

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