miércoles, 15 de octubre de 2014

LA INSTRUMENTALIZACIÓN CIUDADANA

Acabo de oír a Artur Mas el día después de afirmar que abandonaban la consulta del nueve de noviembre, y no logro salir de mi asombro, ante un personaje que ahora, apenas unas hora después, anima a la ciudadanía a votar en dicha fecha, utilizando de una cínica y miserable forma a los catalanes, a los que responsabiliza del éxito de la misma, en un gesto propio de un indeseable y frustrado político, que no es más que una huída hacia delante, instrumentalizando a la ciudadanía de una forma vergonzosa, cuando afirma que todo depende de ellos, de los catalanes, pues los locales, las urnas y las papeletas estarán ahí, esperándolos, tratando de desviar hacia ellos una responsabilidad que él es incapaz de afrontar, en un acto de cobardía propia de un irresponsable que trata de salvar su pellejo a toda costa, jugando de paso con la gente, que no debería perdonarle su estúpido egoísmo.
Es éste un País de excesos en todos los sentidos. Miremos por dónde miremos, continuamente sobrepasamos los límites de la lógica y la mesura, tan necesarias ambas para una supervivencia y una estabilidad que nos permita desarrollar nuestra diaria actividad con una cierta y tranquila relajación, a la que los ciudadanos tenemos derecho, pero que se nos niega una y otra vez, hasta el punto de no existir un mínimo espacio de distensión y alivio que nos suponga un momentáneo desahogo, pues de inmediato y sin aviso alguno, una nueva alerta, un nuevo sobresalto surge a través de los medios de comunicación, cayendo de golpe sobre una ciudadanía que no gana para sustos, como si fuera esa la manera de mantener despierta y activa a una sociedad tan golpeada como la nuestra, no desde hace días, sino desde hace ya más de un lustro, desde que comenzó la crisis, la cual parece haber perdido algunos enteros de intensidad, no sólo porque así se empeñan en querer hacérnoslo ver a través de las cifras macroeconómicas, sino porque los nuevos acontecimientos que han ido surgiendo, la han solapado en parte, lo cual no significa que no siga ahí, latente y presente, incapaz de alejarse de nuestras vidas.
Los angustiosos acontecimientos que ha provocado el impacto que el virus del ébola ha tenido en España, comenzando por la repatriación de los dos religiosos médicos que vinieron a morir a su País, así como las condiciones en las que fueron acogidos en un hospital que no estaba preparado al efecto, y la posterior actuación de los responsables de una sanidad que se ha visto superada, así como el posterior contagio de una enfermera que lucha por sobrevivir, han supuesto un mazazo que ha recaído, como siempre, en una población que no entiende como se puede llegar a dar una cadena de errores que han conducido a una alarma ciudadana, que al estar mal informada y peor asistida, ha llegado a desistir de acudir a las citas y operaciones quirúrgicas que tenían programadas, por miedo a un virus, que parece escapar a todo control, fruto de una pésima gestión por parte de una Sanidad que se ha visto superada en todo momento por unos acontecimientos que no han sabido manejar.
Tal ha sido el impacto que está causando en la sociedad, que hasta el problema de la secesión catalana ha quedado en un segundo lugar, ocultado por estos acontecimientos, y cuando apenas quedan unos días para el famoso y tan cacareado nuevo de noviembre, algo que seguramente no les conviene a Mas y compañía, que de esta forma han visto como su plan ha quedado relegado a un segundo o tercer plano, pese a que según hemos visto, acaban de relanzarlo con más ímpetu aún, llamando y animando definitivamente a votar, cuando hace unas horas afirmaban lo contrario.
Queda por último el asunto de las tarjetas de Caja Madrid, un asunto de una vileza y de una bajeza moral sin límites, que ha cubierto de vergüenza una vez más a este País, que debe ser en este momento el hazmerreir de una Europa que no sale de su asombro, ante los continuos escándalos que los estamos sirviendo en bandeja para nuestro más profundo descrédito, en un acto más del saqueo al que se está sometiendo a este País, que es lo mismo que decir a sus ciudadanos, que continuamente se ve utilizado, vejado e instrumentalizado, a la par que sometido a una clase política incapaz y muchas veces corrupta, que no nos merecemos.

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