Para no
aburrirse, seguro, un año para coleccionistas, para guardar y archivar
cuidadosamente todo cuanto va a acontecer, que va a ser mucho y variado, seguro
que muy jugoso si nos atenemos a lo que nos espera en el terreno político, con
al menos tres elecciones a la vista, entre municipales, autonómicas y
generales, que como mínimo van a tener lugar, y que pueden deparar sorpresas que
parecían insospechadas hace no mucho tiempo, y que ahora se perciben como posiblemente
seguras.
Las
elecciones municipales están a vista de pájaro en mayo de este crucial año de
dos mil quince, que de alguna forma van a darnos una idea aproximada de lo que
puede suceder más adelante, ya que como es bien conocido y comprobado, no se
puede establecer una relación directa, ni extraer consecuencias necesariamente
exactas y certeras entre éstas y las elecciones generales que tendrán lugar a
final de un año que se presenta con unas credenciales que parecen augurar
cambios trascendentales.
La irrupción
de Podemos en la escena política nacional, supone un auténtico desafío en todos
los órdenes, comenzando por los propios ciudadanos, para los que la llegada de
este partido político colma unas esperanzas de cambio en el que confían, como
única vía de escape de una situación viciada por múltiples corruptelas,
escándalos, despilfarros y recortes varios en casi todas los terrenos.
A ello necesariamente hay que añadir una
situación laboral que pese a cuanto nos digan y se empeñen en justificar una y
otro vez con la tan cacareada macroeconomía, continúa siendo insostenible para
millones de ciudadanos, sin esperanzas de lograr un puesto de trabajo, así como
para quienes lo tienen en condiciones sumamente precarias, y sobre todo para
los jóvenes, de cuya lamentable y desesperante situación parecen haberse olvidado
los políticos, en un acto de injustificable dejación.
Se empeñan
los dos grandes partidos políticos en tratar de quitarle importancia y de
minusvalorar los resultados de las encuestas que dan a Podemos incluso el
primer puesto en la intención de voto, a la par que sus votantes los abandonan
con la consiguiente bajada de sus resultados electorales, lo cual los tienen en
estado de máxima preocupación y alarma, que es el resultado de una desastrosa
política social y económica que ha sumido a los ciudadanos en un estado de
postración tal, que han decidido dar un giro radical a sus preferencias,
castigándolos con el abandono de sus filas para pasarse a este nuevo partido.
No es como nos
quieren hacer creer – necesitan auto convencerse – que todo esto es pasajero,
que es flor de un día, que es fruto del cabreo de un País que no soporta la
política y a unos políticos que se han visto incapaces de satisfacer a una
ciudadanía, y que llegado el momento cambiará la orientación de su airado voto
y retornará a la cordura en la que ellos confían, regresando al redil de dónde
no debieron salir, según ellos, consiguiendo así que todo vuelva a sus
acostumbrados cauces.
Pero pueden
equivocarse, y seguramente en gran parte será así, y muchos, muchos más de los
que ellos consideran, llevarán a cabo su ahora firme propósito de votar a un
grupo político, que al menos por ahora y de palabra, de la que en principio no
tenemos por qué dudar, se muestra abiertamente del lado de los ciudadanos de a
pie, de los trabajadores, que pide para los corruptos y la corrupción, algo más
que la consabida condena, y que aunque aún tienen que aclarar y consolidar su
programa, representa una esperanza nueva en un País que necesita respirar unos
aires nuevos que le ilusionen con un diferente y prometedor futuro.
Y para colmar
el vaso y completar el panorama de este nuevo año, el inefable Artur, convoca
elecciones, pretendidamente plebiscitarias para finales de septiembre, con la
intención de lograr una mayoría parlamentaria de corte independentista, y aunque
le puede salir el tiro por la culata como la vez anterior en la que perdió doce
escaños, si los que persiguen la secesión consiguen ganar en votos a los
partidos constitucionalistas, podrían declarar unilateralmente la
independencia, con lo que el año terminaría, a la vista de las inmediatas
elecciones generales, con un País sumido en el mayor de los despropósitos que
uno pueda imaginarse. Un año para no perdérselo.
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