lunes, 20 de abril de 2015

EL FRANCOTIRADOR

Se dan de vez cuando determinados espectáculos dirigidos al gran público, que tienen la virtud o facultad de despertar un especial interés, que poseen una atracción diferente, bien por el contenido que tratan, o porque el tema está de plena actualidad, o bien porque el autor, director o creador del mismo, suele generar opiniones muy diversas, de tal forma que dicho evento suele posicionarse por encima del interés medio que debiera suscitar en otras circunstancias, entrando a formar parte de la controversia generalizada que suele darse en estos casos, pasando de esta forma a erigirse en uno de los temas de actualidad, susceptible de llevarse tanto a debates, tertulias y fororos especializados, como a conversaciones y charlas habituales, así como en los medios de comunicación, para de esta manera generarse un controversia que alienta todo tipo de interpretaciones.
Es el caso de la película de El Francotirador, del director y actor Clint Eastwood, cuya temática toca de lleno la guerra de Irak, así como las consecuencias que este inacabado conflicto ha creado desde sus inicios, hace ya demasiados años. El director un reputado personaje del mundo del cine, octogenario ya, pero con una vitalidad envidiable, posee una amplia experiencia como actor, desde sus primeras películas como La Muerte tenía un Precio y tantas otras que podríamos citar, así como director, como por ejemplo Sin Perdón y otras muchas, la inmensa mayoría grandes éxitos por todos reconocidos, hasta llegar a ésta última por él dirigida, como siempre, magistralmente.
No es la única película de guerra que Eastwood ha dirigido. Banderas de nuestros padres es un ejemplo de ellas, un durísimo y desgarrador relato de la conquista de la isla Iwo Jima en la segunda guerra mundial. En realidad son dos películas con el mismo título, pero una analizada desde la perspectiva de los norteamericanos y la otra desde de los japoneses. La primera en inglés y la segunda en japonés, en un perfecto ejemplo de imparcialidad, en un afán de mostrar una absoluta objetividad al narrar el horror de una de las batallas más sangrientas de todo aquel conflicto bélico, donde el dolor y el sufrimiento de ambos bandos se muestra sin tapujos ni predisposición alguna hacia ninguno de ellos.
La polémica surgida con la película que nos ocupa, se debe a que muchos la tachan, sin más, de un filme en el que por encima de todo, el director trata de honrar y ensalzar la figura del protagonista, un soldado estadounidense, cuya vida real refleja la cinta, con el propósito de enaltecerlo como un héroe que con sus acciones fue capaz de salvar multitud de vidas de los suyos, como así, en efecto, tuvo lugar, aunque para ello tuviese que eliminar a un niño, y a alguna mujer, utilizados por el bando enemigo.
El director se ha manifestado en el sentido de que la película no es ni belicista – pese a las desgarradoras imágenes de combate que se dan en la misma –, ni pretende ser un canto ni una defensa a ultranza hacia la lucha antiterrorista allí desatada, que tantas víctimas está causando y tantos odios desata en una zona del mundo donde las consecuencias de la guerra y la violencia, con todo el horror que suponen, se traslada a occidente en forma de acciones terroristas que están provocando tanto dolor y sufrimiento, y que llevan a cabo quienes se toman la venganza de una manera indiscriminada.
Más bien al contrario, afirma que es un testimonio antibelicista en contra de la crueldad y el sufrimiento que causa la guerra, utilizando para ello a un héroe americano, que creía firmemente en lo que hacía, luchando por su País y por los valores en los que él creía, a costa incluso de los problemas que a nivel personal y familiar le causaron. En cualquier caso, esta película ha causado impacto en una sociedad que no concibe que dadas las actuales circunstancias de tensión entre aquel mundo y éste, alguien se decida a llevar a cabo un filme que entienden puramente militarista y cruel.
Pero esta película merece un análisis más sosegado, e incluso verla más de una vez, para sacar conclusiones que no se vean excesivamente perjudicadas por una primera impresión. Merece la pena detenerse en aspectos que el director recoge con intensa dedicación, como el ambiente familiar del protagonista, deteriorado por los acontecimientos y a punto de romperse, el análisis que hace del sufrimiento de algunos soldados y su opinión sobre la guerra, como su hermano, así como el estudio que hace el director acerca del sufrimiento de la población civil, del empleo de los niños en la guerra, de la crueldad de unos odios desatados por ambos bandos, sin mostrar inclinación alguna.
Es necesariamente una película de guerra. Pero no una cinta bélica al uso, sino una desgarradora muestra del sinsentido de esa cruel y despiadada violencia inherente al ser humano.

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