La Europa de las libertades, de
la igualdad, de los derechos humanos, de las conquistas sociales, de la
tolerancia, la cultura, el conocimiento, la tecnología, las oportunidades para
todos y los valores democráticos, se desmorona, se cae a pedazos.
A golpe de vallas, muros y
alambradas, más parece un estado policíaco, que un continente dónde surgió la
democracia, la justicia y la consideración del ser humano como sujeto portador
de los valores que lo harían acreedor del respeto y de la igualdad de
oportunidades entre todos los habitantes de un planeta, que hoy se ve hollado
por los cimientos de unos muros que se levantan por doquier.
Los estados europeos proponen
leyes cada vez restrictivas y proliferación de la policía, en un acto evidente,
aunque no proclamado, que denota una preocupante e inquietante maniobra de autodefensa
contra las hordas extrañas e invasoras, que procedentes de África, pretenden pisar
nuestro sacrosanto territorio europeo.
La invasión africana preocupa
hasta tal extremo a los mandatarios europeos, que han recurrido al empleo de
todo tipo de material disuasorio primero y represivo después, para evitar la
ocupación de los bárbaros del siglo XXI, que huyendo en este caso de la miseria
de sus países, se atreven perturbar nuestro estado del bienestar.
Tal es el estado de
preocupación de nuestros gobernantes, que ahora se reúnen para debatir asuntos
tan nimios como decidir las nuevas armas para frenar a los invasores, las
alturas de las vallas y el grosor de los muros de contención. Todo vale con tal
de evitar la entrada de intrusos en nuestro continente.
Y después de ello, han llegado
a la conclusión, que el empleo de perros adiestrados, sería conveniente para
evitar el imparable éxodo de quienes proceden del ultrajado, desvalijado,
robado, vilipendiado, maltratado y siempre olvidado continente Africano, por
parte de quienes se autoproclaman defensores de la libertad.
No podemos permitir, afirmamos
sin proclamarlo expresamente, que esos ciudadanos extraños a nuestro
continente, perturben e inquieten nuestras cómodas existencias, a un ritmo
frenético que nos sobrepasa, tratando de evitar su imparable avance, pese a los
medios empleados para detener semejante avalancha humana.
Son ya tantas las murallas
elevadas, tantos los muros construidos, tantos los países que se van
incorporando a esta patética defensa a ultranza, que pronto llegarán a ponerse
todos en contacto, a unirse, hasta lograr crear una gigantesca muralla que
envuelva a toda Europa, y que se visible desde el espacio, como si de una nueva
muralla China del siglo XXI se tratase.
En unas pocas semanas han
muerto nueve inmigrantes africanos que pretendían entrar en Inglaterra por el
paso de Calais, a través del Euro túnel. La desesperación les lleva a derribar
cuantos obstáculos encuentran a su paso, desafiando cuantas nuevas armas
disuasorias se encuentran en un duro y cruel camino, donde los perros salen a
su encuentro, como si de buscar alimañas se tratara, en una caza del hombre que
echa por tierra la tradicional reputación de ambos países en cuanto a tierra de
asilo se refiere.
España, Hungría, y ahora
Francia e Inglaterra, entre otros, están empeñadas en construir muros cada vez
más indignos, que las protejan de un fenómeno imparable que nada ni nadie puede
detener. Se necesitan llevar a cabo políticas y soluciones alternativas en los
países de origen, para frenar una fuga indiscriminada que a nadie favorece, ya
que ni ellos van a encontrar aquí un futuro estable, ni nosotros podemos
ofrecérselo.
Mientras tanto, tenemos la
obligación moral y humana de de proporcionarles soluciones temporales, en lugar
de levantar nuevas vallas, hasta el momento que puedan volver a sus países con
una perspectiva de vida mejor para ellos y sus familias.
Nosotros ostentamos la posición
más fuerte y disponemos de los medios precisos para que una mejor y más digna
vida en sus lugares de origen, les disuada de la errónea creencia de que Europa
representa para ellos el paraíso, cuando en realidad es justamente lo
contrario, una tierra hostil que no les da oportunidad alguna, que los rechaza,
los maltrata y los condena al éxodo de por vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario