A muchos ciudadanos nos
gustaría saber qué significa, qué supone, cómo interpretar, en definitiva, la
machacona y consabida expresión de que un determinado equipo de fútbol, de este
país, es más que un club.
¿Qué puede esconderse detrás de
semejante aserto? Es una pregunta que muchos nos hacemos con frecuencia, y más
ahora, dado que el club es catalán, y las connotaciones que de la situación que
allí se vive ahora, son muchas y muy sustanciosas.
¿Si el Barsa es más que una
sociedad deportiva, debemos o podemos concluir que supera y excede por lo tanto
los ámbitos meramente incluidos en esa actividad?
Nuestra imaginación quizás vaya
más de prisa que la lógica y la razón aplicadas a este caso, lo que cabe
deducir que nos encontramos ante una organización, si no sospechosa de manejos
y asuntos varios – la lista de posibles, sería muy larga - si al menos
susceptible de representarla como una entidad con unos tentáculos quizás
demasiado largos.
Difícil para el profano en
estos menesteres deportivos, conseguir saber con seguridad cuales son los objetivos
que persigue una entidad que dice superar los fines simplemente relacionado
directamente con el deporte, y por ende, con una actividad plenamente lúdica,
de relajo y distracción, dirigido a las masas de aficionados que les siguen y
disfrutan con sus triunfos.
Se supone que representa en el
mundo a Cataluña, y a sus intereses de todo orden, políticos, económicos y
sociales, consiguiendo con ello una visibilidad a nivel mundial, que contribuya
a un mayor y mejor conocimiento de una región, a la que según parece no le
bastan las numerosas representaciones diplomáticas que por el mundo tiene
repartidas.
Porque son muchas las
delegaciones, a modo de embajadas, que no consulados, que éstos sí son plenamente
legales y reconocidos por el Estado, que Cataluña mantiene, y que son
representaciones políticas, aunque traten a veces de demostrar que son de
carácter comercial, en un supremo
esfuerzo por presentar ante el mundo a la nación Catalana.
Y sin duda, la susodicha
sociedad deportiva o pseudo deportiva que se autoproclama como algo más que un
club, actúa como una legación política más, tratando de dar a conocer el país
catalán, a través los éxitos de un club de fútbol, de sus triunfos y de sus
figuras reconocidas a nivel mundial, e un escenario sumamente favorable para
ellos, dado el hecho de que este deporte está extendido en toda la faz de la
tierra, hasta sus últimos confines.
¿Cómo es posible entender y
justificar como hacen los interesados en el tema, que una actividad deportiva,
un equipo de fútbol, adquiera tintes indudable y claramente políticos y
partidistas, aprovechando que su capacidad de congregar a sus masas de
aficionados, les puede reportar un beneficio político?
Ni es ético ni oportuno, ni
mucho menos deportivo. Pero lo utilizan con suma frecuencia, con grandes
demostraciones en los que exhiben los signos típicos de los nacionalismos. Esta
sociedad deportiva, más que un club, deberíamos decir, que además, es un club.
¿Por qué sigue sin darse una
respuesta clara y contundente, en cuanto a la situación en la que quedarían el
susodicho club de fútbol y el resto de los equipos catalanes, en el caso de la
independencia de Cataluña?
¿Cómo es que nadie se pronuncia
terminantemente al respecto? Ni los organismos oficiales ni deportivos, tanto
catalanes como del resto de España se pronuncian al respecto, lo que cabe
interpretar como que cabe una duda más que razonable sobre esa posibilidad, que
yo interpreto en el sentido de que sí continuarían participando en las ligas
nacionales.
Los intereses económicos, no
sólo para los clubs de aquí y de allí, son sin duda enormes, incluidos los
medios de comunicación. Y es que por encima de todo, la pela, es la pela.
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