martes, 29 de diciembre de 2015

GOLPE A GOLPE

Mucho parecía haber cambiado este País, hasta que caímos en la cuenta, a fuerza de observar el día a día, que no es para tanto, que apenas las formas han mutado, y poco, para por fin decidirse en simples y mínimos toques, más bien retoques, en una fachada harto descolorida y desconchada por tanto y tan inútil desgaste.
El que sufrimos de una manera constante y machaconamente insoportable, en forma de peleas y tiras y aflojas institucionales, que suponen una permanente fuente de noticias procedentes sobre todo de esa Cataluña que dice sentirse robada, humillada y vilipendiada, como ha tiempo sucedió, quizás con menos intensidad y crispación, quién nos lo iba a decir, con el País Vasco
Y todo ello por una España, de la que quieren desconectar – término ahora de moda, acuñado para tan señalado evento – y que no pierden ocasión de sacarlo a la luz, de incordiar y tensar continuamente, como si el gobierno catalán no tuviera otras obligaciones que las de gestionar y avanzar hacia una independencia, que se ha convertido en una obsesión para ellos, y en una pesadilla para el resto del País.
Tiempos aquellos del inefable Ibarretxe, que nos sacaron de quicio durante casi dos años, hasta el punto de que muchas voces, desesperadas por tanta tensión y dada la parsimonia con la que actuaba el gobierno vasco, les pedían que se decidieran de una vez, que se dejaran de medias tintas y tomasen una decisión, se decidieran de una vez por todas, y se dejasen de tanto juego que no parecía decantarse en nada.
Y sin embargo, después de tanta verborrea independentista, de tanta amenaza y tan insistentes e irritantes mensajes en el sentido de que suya era la  libertad para decidir, de fijar fechas para llegar a la separación, a la independencia en suma, todo quedó en agua de borrajas.
Una vez que llegó al Congreso de los Diputados, se les negó toda facultad, que según la Constitución no tienen para llevar a cabo un proceso de autodeterminación, de llevar a cabo un referéndum que la máxima ley no contempla, y ahí quedó todo. Ibarretxe se retiró a su cuartel de invierno, y la paz y el sosiego institucional en aquella región quedó en suspenso, que no olvidado.
Y ahora nos parece mentira. Establecemos las oportunas comparaciones y no nos lo creemos. Cabía pensar, vista la trayectoria seguida por ambas regiones, Cataluña y el País Vasco, que los problemas provendrían de éste último, por motivos obvios que todos conocemos.
Los catalanes son demasiado listos para llegar a pensar en la independencia, nos decíamos, son muy prácticos, la pela es la pela. No consideramos que llegaran jamás a meternos en semejante berenjenal. Y ahí están, no ha habido retirada, ni siquiera táctica, estratégica quizás, como llevaron a cabo los Vascos.
Pensábamos que por su carácter e historia, éstos tenderían a actuar con más dureza, al considerarlos más irreflexivos, más impulsivos, menos prácticos. El corazón prevalecería sobre la cabeza y nadie podría detenerlos en su afán por separarse de España.
Nos encontramos con una realidad que nada tienen que ver con dichas previsiones. Cataluña ha llegado demasiado lejos en sus intensiones separatistas y no va a ser fácil, ni seguramente posible detener la que se nos viene encima. Un par de conocidos políticos de distinto signo, han llegado a calificar estos hechos como de un auténtico golpe de estado institucional.
En los últimos años, el número de nacionalistas catalanes se ha incrementado exponencialmente, hasta el punto de que casi la mitad de sus ciudadanos, al menos según las últimas elecciones celebradas en esa comunidad, se declaran independentistas, algo que hace apenas una década era algo impensable.
¿Qué ha sucedido? ¿Cómo es posible que en menos de diez años, el número de ciudadanos catalanes se haya duplicado? ¿Ha sido una evolución natural, o algo o alguien ha influido en este cambio? ¿A quién cabría pedirle explicaciones al respecto?
A lo largo de la historia se ha podido comprobar cómo una personalidad ha llegado a arrastrar e influir en toda una sociedad y sus acontecimientos negativamente, hasta el punto de derivar en un discurrir histórico diferente, llegando a sufrir cambios traumáticos que tuvieron una gran trascendencia en el futuro de un País o incluso de la humanidad. Casos podríamos citar, que todos conocemos.
Este es el caso de un político catalán, que debió haberse retirado hace ya tiempo, cuando adelantó unas elecciones de aquella comunidad, pensando que obtendría una mayoría absoluta, que se resolvió en la pérdida de doce diputados.
Desde entonces, su frustración se ha resuelto en una huída hacia adelante, hasta el punto de liderar un independentismo con el que su partido político apenas comulgaba, aliándose incluso con otros que lo son en grado extremo, y con aquellos que se declaran abiertamente anti sistemas radicales.
Y por último, el gobierno actual tiene su importante grado de responsabilidad, al haber contribuido con su absurda política de enfrentamiento y recurso constante a la legalidad, y a la negación total al diálogo. Con ello, han logrado ganar para la causa a numerosos adeptos independentistas que antes no lo eran.
Golpe a golpe, que no verso a verso, el enfrentamiento difícilmente tiene marcha atrás. Habrá que tomar decisiones, que necesariamente no pasen por el recurso constante a las leyes, y a los recursos jurídicos. Para ello, habrá que tomar importantes decisiones políticas, que eso sí, satisfagan a todos. Difícil papeleta.

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