martes, 1 de diciembre de 2015

UN GOZOSO PAÍS

No es País para aburrirse. Más bien lo es para vivir en un continuo y pertinaz sobresalto, que día sí, día también, nos sorprende con nuevas, que aunque no necesariamente son capaces de provocarnos una amplia y decidida carcajada, sí nos mueven a unos inevitables, a la par que saludables, alborozo, gozo y regocijo, que siempre son de agradecer.
Porque a veces, se trata simplemente de una sutil sonrisa, un esbozo de una incipiente risa, de esas, que no dejan indiferente a nadie, que obliga a dibujar una ligera y sincera mueca en la cara, a fuerza de plegar los labios, abriendo su comisura, a la par que un  fugaz y chispeante  brillo en los ojos, la denota de una clara e innegable manera.
La última e hilarante idea: se prepara un módulo de Formación Profesional en Tauromaquia.
Sí, han leído bien, por lo que pueden exhibir una abierta y bien justificada sonrisa, ante lo que supone un motivo más, para pensar que el folclore más suburbial, ha entrado de lleno en el lamentable estado en el que la cultura se halla sumida en este irrepetible y singular País.
Ya  hace poco tiempo, el ayuntamiento de Madrid, redujo una increíble subvención, de la que gozaba una escuela de tauromaquia de la Capital, muy superior a otras que amparan a tantas actividades auténticamente culturales, muchas de las cuales se han cancelado por falta de fondos.
Doble motivo para desplegar una inevitable y amplia carcajada, ante semejante desperdicio cultural como destila tanta desbocada y cochambrosa mente, dedicada a provocarnos una sonora sonrisa, que preferiríamos obviar en todo a cuanto a estos menesteres se refiere.
Y es que no nos dan respiro alguno, pues son tantos y tan frecuentes los desmanes habidos y por haber en este terreno,  que es de justicia reconocer que tienen una hedionda y desviada capacidad para echar por tierra todo aquello que huela a ese bien patrimonio de la humanidad por excelencia, que es la cultura.
Y puestos a ello, cómo olvidar aquellos espantosos ridículos, que tanto movieron a la algazara más estridente, vividos con algunos representantes elegidos para el inefable festival de Eurovisión, que difundieron por el Continente la imagen de la España de charanga y pandereta.
Algo que hubiera avergonzado hasta la saciedad a nuestro insigne poeta, Antonio Machado, autor de tan recurrida expresión, que anduvo por estos pagos patrios, recogiendo en sus celebrados y en ocasiones dolidos versos, la aversión y el desprecio por la cultura que siempre parece haber sido seña de identidad de nuestro País.
No es País éste que se desviva por la cultura. No lo es, en tanto que, en cuanto tiene ocasión, como tantas veces ha quedado demostrado, se ha decantado por una subcultura vulgar, populachera y suburbial, que tanto daño nos hace, envolviéndonos en un halo de País que parece no haber entrado aún en la modernidad.
Queda patente este hecho por multitud de signos y manifestaciones tan variadas como tumultuosas, algunas de las cuales han sido aquí citadas, pero que sólo representan una nimiedad entre las muchas a citar, y que inequívocamente nos convierten en un País con demasiadas peculiaridades, que ni son signos de identidad patria, ni mucho menos son de recibo en una sociedad avanzada. 

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