Paseando por la periferia de la
mayoría de las ciudades, es fácil descubrir zonas que hasta hace muy poco
tiempo se encontraban desérticas, y donde hoy se pueden vislumbrar un nuevo y
poblado panorama de grúas, bajo las cuales se desarrolla una frenética
actividad de máquinas, materiales de construcción y trabajadores afanados y
aplicados en rellenar los cimientos con un hormigón que no cesa de fluir,
levantando nuevos edificios que en apenas unos meses van tomando forma, en un
ejercicio de actividad constructiva inmobiliaria como no se conocía desde hace
bastantes años.
En la mente de muchos, continúa
presente la pasada burbuja inmobiliaria que tuvo unos efectos desastrosos en la
economía española. Entonces la fiebre constructora llegó hasta el extremo de
construir cerca de un millón de
viviendas anuales, muchas de las cuales están ahora sin vender, habiendo
convertido a los bancos en auténticas inmobiliarias, al hacerse cargo de las
casas cuyas hipotecas no se pudieron pagar, al tiempo que toda esta situación
creaba un enorme paro entre los trabajadores de baja cualificación que fueron
atraídos por los elevados sueldos que percibían.
Según los últimos datos, el
precio de las viviendas se sitúa a niveles del año 2004 y su coste sigue siendo
un 26% menor al de 2007, cuando alcanzaron su nivel más alto. Ante esta
importante revalorización, que viene acompañada de un aumento de la concesión
de hipotecas, que creció en junio un 15,5%, con una evolución de 25 meses de
expansión, parecen darse todas las condiciones para la aparición de una nueva
burbuja inmobiliaria.
Pese a todo, los especialistas
en el tema, descartan esta posibilidad y achacan los repuntes a factores
como el rebote que suele producirse en cualquier mercado tras un profundo
ajuste, al peso de la demanda extranjera o al intenso crecimiento que está
experimentando la vivienda de lujo en algunas zonas.
Sin embargo, en algunas zonas de Madrid y Barcelona, podría
hablarse con propiedad de dicha burbuja, donde algunos extranjeros están
pagando enormes cantidades, absolutamente disparatadas, por viviendas de
auténtico lujo.
En cualquier caso, parece
descartarse la formación de un nuevo boom inmobiliario, ya que para que ésta se
diera debería venir acompañada de una situación hipotecaria como la
que se dio en la década de 1997 a 2006, y que no es comparable.
Analistas en el tema, encuentran la
explicación a la subida del precio de la vivienda en la combinación de tres
factores: El entorno de tipos de interés bajos, la demanda embalsada y la
inversión. La gente está desviando su dinero desde las cuentas bancarias y la
renta fija hacia la compra de vivienda.
No obstante cabe plantearse las siguientes
preguntas así como sus respectivas y lógicas respuestas ante una situación
económica y laboral que no parece favorecer la compra de vivienda, ante un auge
indudable en su construcción.
Si los salarios son bajos y los
trabajos temporales, habrá menos demanda. Si la población envejece, también
menos compra. Si sube la presión fiscal, bajará la demanda. Si ya no se compra la
casa como inversión segura, menos demanda. Si el futuro de los tipos de interés
es al alza, también menos demanda.
No
parece fácil encontrar una explicación. Pero el hecho está ahí. Se construye
frenéticamente.
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