jueves, 13 de julio de 2017

CIENTO CINCUENTA AÑOS DE SOLEDAD

Cien años de soledad, se publicó hace cincuenta años, el día treinta de mayo de mil novecientos sesenta y siete, después de que su autor, Gabriel García Márquez, a imagen y semejanza de Galdós, de Dickens, y de otros famosos escritores, publicasen previamente algunos capítulos en diversos medios de varios países, que en número, llegaron a ser más de veinte.
Llegó de esta manera a publicar siete de los veinte capítulos que contuvo definitivamente el libro, a modo de novelas por entregas, con la loable y agradecida intención de sondear entre sus lectores lo ya escrito y pasado al papel, y así, en función de la acogida recibida, quedaría definitivamente en él plasmado, o por el contrario sería objeto de cambios que serían trasladados al libro definitivo.
Y fueron muchas y notables las modificaciones introducidas que serían las que verían la luz en la soberbia y original obra del genial maestro del novedoso género denominado realismo mágico, movimiento literario que cultivaron numerosos escritores, muchos de ellos sudamericanos, que se extendió durante el siglo XX, y que se originó en la segunda mitad del siglo XIX, como reacción contra el romanticismo.
En la edición definitiva del libro, se contempla la ubicación de Macondo emplazado en un lugar sin determinar, apartado de la civilización, así como al coronel Aureliano Buendía llorando en el vientre de su madre, naciendo con los ojos abiertos, y viendo a José Arcadio que nace con todas sus partes humanas en lugar de nacer con una cola de cerdo, como temía su madre.
En otros casos, y siguiendo los consejos y sugerencias de amigos y lectores, introdujo novedades y cambios, como las treinta y dos guerras del coronel Aureliano Buendía, la subida al cielo en cuerpo y alma de Remedios Buendía, la muerte de Úrsula a la edad de ciento veintidós años, la peste del insomnio que azotó al pueblo de Macondo, y la lluvia que se prolongó durante cuatro años.
García Márquez utilizó de forma intensiva este recurso literario en su novela, hasta el punto de sumergir al lector en un mundo irreal, imaginario y fantástico, que llega en ocasiones a desbordarlo por completo a través de sus páginas, con increíbles relatos donde la capacidad de expresión, próxima al surrealismo, alcanza límites absolutamente memorables que rozan casi siempre la fantasía más asombrosa.
Y todo ello, con una pasmosa y admirable capacidad para narrar y describir hechos y personajes, siempre al límite del normal y lógico entendimiento, que queda superado por un poderoso e irrefrenable magnetismo que logra fascinar al conmocionado, sorprendido y agradecido lector.
De tal forma lo lleva a cabo, que apenas consigue dar crédito a su lectura, al comprobar cómo los muchos personajes que intervienen, se comportan como si los hechos que tienen lugar y que se suceden sin interrupción en sus atribuladas vidas, así como los lugares dónde se desenvuelven y las desmedidas situaciones en las que se ven inmersos, se presentan como sumamente habituales.
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo”.
Una historia mágicamente conmovedora que impacta y marca al lector que tiene la suerte de entrar por inmersión en su sublime y excelso mundo, donde sus protagonistas se desenvuelven como si el inmenso tropel de exageraciones, fantasías y ficciones diversas que llenan las páginas de este prodigioso libro correspondiesen a la más elemental de las vivencias propias de cualquier ser humano, lo que provoca en quién tiene la fortuna de disfrutar de esta obra maestra, una fantástica sensación de estar viviendo una mágica aventura. Asombroso.

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