Cien años de soledad, se
publicó hace cincuenta años, el día treinta de mayo de mil novecientos sesenta
y siete, después de que su autor, Gabriel García Márquez, a imagen y semejanza
de Galdós, de Dickens, y de otros famosos escritores, publicasen previamente
algunos capítulos en diversos medios de varios países, que en número, llegaron
a ser más de veinte.
Llegó de esta manera a publicar
siete de los veinte capítulos que contuvo definitivamente el libro, a modo de
novelas por entregas, con la loable y agradecida intención de sondear entre sus
lectores lo ya escrito y pasado al papel, y así, en función de la acogida
recibida, quedaría definitivamente en él plasmado, o por el contrario sería
objeto de cambios que serían trasladados al libro definitivo.
Y fueron muchas y notables las
modificaciones introducidas que serían las que verían la luz en la soberbia y
original obra del genial maestro del novedoso género denominado realismo
mágico, movimiento literario que cultivaron numerosos escritores, muchos de
ellos sudamericanos, que se extendió durante el siglo XX, y que se originó en
la segunda mitad del siglo XIX, como reacción contra el romanticismo.
En la edición definitiva del
libro, se contempla la ubicación de Macondo emplazado en un lugar sin
determinar, apartado de la civilización, así como al coronel Aureliano Buendía
llorando en el vientre de su madre, naciendo con los ojos abiertos, y viendo a
José Arcadio que nace con todas sus partes humanas en lugar de nacer con una
cola de cerdo, como temía su madre.
En otros casos, y siguiendo los
consejos y sugerencias de amigos y lectores, introdujo novedades y cambios,
como las treinta y dos guerras del coronel Aureliano Buendía, la subida al
cielo en cuerpo y alma de Remedios Buendía, la muerte de Úrsula a la edad de
ciento veintidós años, la peste del insomnio que azotó al pueblo de Macondo, y la
lluvia que se prolongó durante cuatro años.
García Márquez utilizó de forma
intensiva este recurso literario en su novela, hasta el punto de sumergir al
lector en un mundo irreal, imaginario y fantástico, que llega en ocasiones a
desbordarlo por completo a través de sus páginas, con increíbles relatos donde
la capacidad de expresión, próxima al surrealismo, alcanza límites
absolutamente memorables que rozan casi siempre la fantasía más asombrosa.
Y todo ello, con una pasmosa y
admirable capacidad para narrar y describir hechos y personajes, siempre al
límite del normal y lógico entendimiento, que queda superado por un poderoso e
irrefrenable magnetismo que logra fascinar al conmocionado, sorprendido y
agradecido lector.
De tal forma lo lleva a cabo,
que apenas consigue dar crédito a su lectura, al comprobar cómo los muchos
personajes que intervienen, se comportan como si los hechos que tienen lugar y
que se suceden sin interrupción en sus atribuladas vidas, así como los lugares
dónde se desenvuelven y las desmedidas situaciones en las que se ven inmersos,
se presentan como sumamente habituales.
“Muchos años después, frente al
pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella
tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. El mundo era tan
reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que
señalarlas con el dedo”.
Una historia mágicamente
conmovedora que impacta y marca al lector que tiene la suerte de entrar por
inmersión en su sublime y excelso mundo, donde sus protagonistas se desenvuelven
como si el inmenso tropel de exageraciones, fantasías y ficciones diversas que llenan
las páginas de este prodigioso libro correspondiesen a la más elemental de las
vivencias propias de cualquier ser humano, lo que provoca en quién tiene la
fortuna de disfrutar de esta obra maestra, una fantástica sensación de estar
viviendo una mágica aventura. Asombroso.
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