sábado, 16 de mayo de 2020

ALGÚN DÍA

Algún día habrá que pedir responsabilidades por la tragedia que ha sufrido nuestro País, con unas cifras de víctimas inasumibles desde cualquier punto de vista, que han dejado decenas de miles de muertos en apenas dos meses, y que han devastado pueblos y ciudades de toda nuestra geografía, por una pandemia que las autoridades vieron venir, pero ante la que actuaron tarde y mal, sin capacidad de iniciativa al principio ni de reacción después, lo que ha incrementado el espantoso desastre que ha dejado desolados a los ciudadanos, y destruida la economía.
Algún día habrá que pedir explicaciones a quienes ante la que se nos venía encima, con los casos de China e Italia bien próximos y visibles, no actuaron de inmediato  cerrando estadios de fútbol, cines, teatros, discotecas y actos multitudinarios de todo tipo, que hubieran evitado un alto porcentaje de víctimas, como demuestran los estudios y estadísticas al efecto, que hubieran aliviado en parte el inmenso sufrimiento de una población abandonada a la ineptitud e ineficiencia de sus gobernantes.
Algún día habría que denunciar a los responsables de autorizar la manifestación del día de la mujer del ocho de marzo, dónde 120.000 personas, sólo en Madrid, convocaron una auténtico suicidio colectivo, de dónde se calcula que un 10% es decir 12.000 personas, se contagiaron, en un acto de suprema irresponsabilidad, que salvo unos pocos  han pedido disculpas, mientras que los principales responsables de semejante barbaridad, no han tenido la mínima dignidad de hacerlo, pretextando consejos técnicos y de los expertos, cuando para entonces pocos dudaban de su enorme peligrosidad, sin que se necesitase informe alguno al efecto.
Algún día alguien debería explicar cómo es posible que si ya el día anterior a ese multitudinario acto, se confinaron a 40 personas contagiadas en la ciudad riojana de Haro, nadie hiciera nada por evitar esa manifestación y permitiera otros actos masivos, cuando en países, como por ejemplo Suiza, hacía ya diez días que no se permitían reuniones de más de mil personas, mientras que aquí, los gobernantes, bien por acción, bien por omisión, se mantuvieron inactivos, permitiendo de esta forma que la ola de contagios se extendiera por todo el País.
Algún día deberían responder, quienes ante la  advertencia de la Organización Mundial de la Salud, ocho días antes, en el sentido de acaparar material sanitario de todo tipo, ante la epidemia ya desatada, desoyeron esta recomendación, con las atroces consecuencias que ha tenido en los sanitarios, que se encontraron indefensos e inermes ante la brutal avalancha de enfermos, hasta el punto de que tuvieron que utilizar las bolsas de basura como protección, y que nos ha llevado a ostentar el triste récord de la tasa mundial de sanitarios contagiados, lo que ha motivado un altísimo número de víctimas entre estos auténticos héroes de esta pandemia.
Algún día, alguien deberían exigir a las autoridades, las responsabilidades oportunas por la declaración de un estado de excepción disfrazado de estado de alarma, ya que este solo limita algunas libertades, mientras que aquel, conculca, como así ha sido de hecho, la libertad de movimiento, reunión y manifestación, al tiempo que ha propiciado una solapada intención de eliminar las críticas a la actuación del ejecutivo, que ha quedado de manifiesto ante el descubrimiento de mensajes internos que trataban de silenciar toda emisión de opiniones negativas en las redes sociales, en un claro ejercicio de autoritarismo incompatible con la democracia.
Algún día, debería pedirse que se considerase como abuso de poder manifiesto, el repetido hecho de tomar todo tipo de decisiones de suma importancia para el País, que se han llevado a cabo sin contar con el resto de partidos políticos, a los que se ha informado siempre a posteriori, o a través de los medios de comunicación, sin que ello fuese obstáculo para que después pidiesen su apoyo y acuerdo para llevar a cabo unas medidas, que en muchos casos, van a dejar una profunda huella en la ciudadanía, tanto anímica como laboral, así como en una economía que ha quedado profundamente devastada.
Algún día, alguien debiera responsabilizarse por esta espantosa masacre que va a dejar una indeleble huella en una población que ha sufrido de mil formas diferentes, que se ha visto confinada en sus casas, que no ha podido visitar a sus enfermos en el hospital, que no ha podido despedirlos ni honrarlos en sus exequias, que ha perdido su trabajo, su negocio y su estabilidad emocional, y en muchos casos, su futuro, ante una pandemia que es la principal culpable, pero no la única, ya que la mala gestión de sus gobernantes ha propiciado que este terrible drama se haya visto incrementado en sus atroces consecuencias.

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