Algún día habrá que pedir responsabilidades por la tragedia
que ha sufrido nuestro País, con unas cifras de víctimas inasumibles desde
cualquier punto de vista, que han dejado decenas de miles de muertos en apenas
dos meses, y que han devastado pueblos y ciudades de toda nuestra geografía,
por una pandemia que las autoridades vieron venir, pero ante la que actuaron
tarde y mal, sin capacidad de iniciativa al principio ni de reacción después,
lo que ha incrementado el espantoso desastre que ha dejado desolados a los
ciudadanos, y destruida la economía.
Algún día habrá que pedir explicaciones a quienes ante la que
se nos venía encima, con los casos de China e Italia bien próximos y visibles,
no actuaron de inmediato cerrando
estadios de fútbol, cines, teatros, discotecas y actos multitudinarios de todo
tipo, que hubieran evitado un alto porcentaje de víctimas, como demuestran los
estudios y estadísticas al efecto, que hubieran aliviado en parte el inmenso
sufrimiento de una población abandonada a la ineptitud e ineficiencia de sus
gobernantes.
Algún día habría que denunciar a los responsables de
autorizar la manifestación del día de la mujer del ocho de marzo, dónde 120.000
personas, sólo en Madrid, convocaron una auténtico suicidio colectivo, de dónde
se calcula que un 10% es decir 12.000 personas, se contagiaron, en un acto de
suprema irresponsabilidad, que salvo unos pocos
han pedido disculpas, mientras que los principales responsables de
semejante barbaridad, no han tenido la mínima dignidad de hacerlo, pretextando consejos
técnicos y de los expertos, cuando para entonces pocos dudaban de su enorme
peligrosidad, sin que se necesitase informe alguno al efecto.
Algún día alguien debería explicar cómo es posible que si ya
el día anterior a ese multitudinario acto, se confinaron a 40 personas contagiadas
en la ciudad riojana de Haro, nadie hiciera nada por evitar esa manifestación y
permitiera otros actos masivos, cuando en países, como por ejemplo Suiza, hacía
ya diez días que no se permitían reuniones de más de mil personas, mientras que
aquí, los gobernantes, bien por acción, bien por omisión, se mantuvieron inactivos,
permitiendo de esta forma que la ola de contagios se extendiera por todo el
País.
Algún día deberían responder, quienes ante la advertencia de la Organización Mundial de la
Salud, ocho días antes, en el sentido de acaparar material sanitario de todo
tipo, ante la epidemia ya desatada, desoyeron esta recomendación, con las atroces
consecuencias que ha tenido en los sanitarios, que se encontraron indefensos e
inermes ante la brutal avalancha de enfermos, hasta el punto de que tuvieron
que utilizar las bolsas de basura como protección, y que nos ha llevado a
ostentar el triste récord de la tasa mundial de sanitarios contagiados, lo que
ha motivado un altísimo número de víctimas entre estos auténticos héroes de
esta pandemia.
Algún día, alguien deberían exigir a las autoridades, las
responsabilidades oportunas por la declaración de un estado de excepción
disfrazado de estado de alarma, ya que este solo limita algunas libertades,
mientras que aquel, conculca, como así ha sido de hecho, la libertad de
movimiento, reunión y manifestación, al tiempo que ha propiciado una solapada
intención de eliminar las críticas a la actuación del ejecutivo, que ha quedado
de manifiesto ante el descubrimiento de mensajes internos que trataban de
silenciar toda emisión de opiniones negativas en las redes sociales, en un
claro ejercicio de autoritarismo incompatible con la democracia.
Algún día, debería pedirse que se considerase como abuso de
poder manifiesto, el repetido hecho de tomar todo tipo de decisiones de suma
importancia para el País, que se han llevado a cabo sin contar con el resto de
partidos políticos, a los que se ha informado siempre a posteriori, o a través
de los medios de comunicación, sin que ello fuese obstáculo para que después
pidiesen su apoyo y acuerdo para llevar a cabo unas medidas, que en muchos
casos, van a dejar una profunda huella en la ciudadanía, tanto anímica como
laboral, así como en una economía que ha quedado profundamente devastada.
Algún día, alguien debiera responsabilizarse por esta
espantosa masacre que va a dejar una indeleble huella en una población que ha
sufrido de mil formas diferentes, que se ha visto confinada en sus casas, que
no ha podido visitar a sus enfermos en el hospital, que no ha podido
despedirlos ni honrarlos en sus exequias, que ha perdido su trabajo, su negocio
y su estabilidad emocional, y en muchos casos, su futuro, ante una pandemia que
es la principal culpable, pero no la única, ya que la mala gestión de sus
gobernantes ha propiciado que este terrible drama se haya visto incrementado en
sus atroces consecuencias.
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