martes, 28 de mayo de 2024

Apropiación indebida

 

Por si a alguien le cabía alguna duda, los recientes acontecimientos que estamos viviendo, que por ahora nos han llevado a la retirada de la embajadora de España en Argentina, y que pueden culminar con la rotura de relaciones diplomáticas con ese país, algo realmente insólito y preocupante, dejan constancia nítida y palpable de algo que muchos ya presumíamos, y es que este gobierno se ha erigido en dueño y señor del Estado.

Utilizan para ello un manejo  ya habitual, y  asiduamente utilizado, mediante el descarado manejo de las instituciones, que han menospreciado y vilipendiado con harta frecuencia, saltándose la separación de poderes, de una forma sutil en ocasiones, y en otras de una manera brusca y deplorable, que le ha llevado a ser señalado por la Unión Europea en varias ocasiones, ante las numerosas denuncias de organismos privados y públicos por una absoluta falta de respeto ante la judicatura de este país.

Jamás se había dado en gobierno alguno de la democracia, una posición tan soberbia y altanera, a la vez que despectiva y petulantemente ególatra y pagada de sí misma, propia de un narcisismo galopante como el del presidente del ejecutivo, que una vez más ha demostrado con los hechos que nos ocupan, que sus aires autoritarios nos pueden conducir a una situación kafkiana, que perjudicará a este país, sin importarle las consecuencias.

Todo por esa concepción absolutista del Estado soy yo, que le lleva a confundir situaciones personales, determinados hechos privados y ofensas familiares - que debiera dejar al margen - como si se tratasen de problemas de Estado que le dan derecho a respuestas diplomáticas a nivel estatal, provocando graves conflictos que pueden causar importantes daños al país y a diversos sectores económicos y sociales, de los que seguro no se sentirá responsable, en una ceremonia de la confusión más, a las que ya nos tiene acostumbrados.

No podemos olvidar que el presente conflicto lo inició el inefable ministro de transportes con sus insultos al presidente argentino – al que no pretendemos justificar aquí sus malas formas y falta de diplomacia - al tacharlo de drogadicto, ministro que lo puso ahí, precisamente para eso, para ejercer de  bulldog, de elemento de choque, de provocador, que ejerciendo su oficio, era fácil presuponer que pronto o tarde llegaría a  causar un conflicto diplomático como el presente.

Y así ha sido, y es importante precisar, para hacer honor a la verdad, que nadie en el gobierno, y fundamentalmente su presidente, hicieron nada por rectificar al susodicho ministro y pedir excusas, lo que quizás hubiera te lomplado los ánimos y apaciguado una situación que resulta penosa y siempre indeseable entre dos países como Argentina y España, que ven enrarecidas así sus relaciones, por culpa de sus mandatarios, que no de sus ciudadanos.

No hay comentarios: