miércoles, 22 de mayo de 2024

Lecciones de un festival

 

Un año más, el festival de Eurovisión ha vuelto a despertar el interés de una Europa que vive unos tiempos que cabe calificar como mínimo de confusos, siempre tratando de evitar el término de traumáticos, posiblemente más adecuado teniendo en cuenta la situación política que vivimos con conflictos armados que de alguna manera nos afectan, y ante los cuales no podemos ponernos de perfil para evitarlos.

Tiempos aquellos en los que con antelación conocíamos el reparto de los votos, casi con total independencia de la canción – hoy deberíamos hablar del espectáculo – y de su mayor o menor calidad, que incluso en determinadas ocasiones, también llegaba a influir en la susodicha votación, y que se materializaba en un intercambio de puntos entre España y Portugal, entre los países del Este, algo que siempre sorprendía, pero que no solía fallar, y que eran los votos que graciosamente nos concedía Alemania, de los que nos sentíamos orgullosos, y a los que respondíamos en justa correspondencia, en una curiosa ceremonia que se repetía un año tras otro.

Y así se sucedían los festivales que se esperaban con auténtica expectación en todo un país que lo contemplaba con pasión y lo consideraba como un reto nacional que lo disfrutaba con absoluto entusiasmo cuando  se conseguía una buena clasificación, un puesto entre los primeros, y que la alcanzaba el éxtasis nacional cuando se conseguía ganar.

Los medios impresos de entonces se ocupaban profusamente de tan celebrado acontecimiento, tanto en caso de fracaso como de éxito, con enardecidas portadas si era esto último lo sucedido y con lamentos si lo primero, algo que en estos últimos años ha ido disminuyendo en intensidad, por lo que cabe pensar que el festival ha perdido apoyo público, y esto, lógicamente se ha trasladado a los medios que no lo destacan como en un pasado no muy remoto.

Un festival que se ha ido transformando en profundidad con el paso del tiempo. Ya no se trata de un espectáculo esencialmente musical, sino de una auténtica demostración de luz y sonido, un show en toda regla, con una impactante intervención de una aplastante tecnología que es tan omnipresente, tan impactante, que lo llena todo, relegando a los artistas, léase cantantes, a un segundo lugar, dónde la luz y los efectos de todo tipo lo llenan por completo, opacando el auténtico y principal motivo que debería ser el intérprete,  la música y la letra del tema correspondiente.

Ciñéndonos al último certamen celebrado y a nuestra representación en el mismo dónde el resultado no ha sido digno de celebrar, ya que  no ha quedado en un puesto destacable, nada nuevo que resaltar respecto de los últimos años, salvo que, para no cambiar de registro, seguimos haciendo el ridículo, como solíamos, con una canción, cuyo título preferimos no reflejar aquí una vez más, y que supuestamente reflejaba un absurdo empoderamiento femenino, que muchas representantes de este sexo rechazan, y que no vamos a plantear aquí, porque no sabríamos cómo enfrentarlo, dado lo surrealista del propósito de dicha intención, así como del contenido, es decir de la letra del susodicho tema, algo que desdichadamente cada día tiene menos interés a la hora de componer, ya que los poetas brillan por su ausencia en estos eventos, dónde lo que prima es el espectáculo audiovisual, y ni el título, ni la letra cobran valor alguno.

Otra lección que extraemos de este festival siempre politizado, es el de la cuestionada actuación de Israel, que al final compitió entre pitos silbidos y abucheos, que al final intervino, y que incluso figuró durante unos minutos en primer lugar, logrando un impensable quinto puesto, que debería obligarnos a analizar cómo es posible que los votantes europeos de a pie, con su televoto, le otorgaran semejante puntuación, su confianza,  a los representantes de un país, Israel, que está llevando  a cabo una brutal represión contra Palestina, que ha motivado manifestaciones de rechazo en todo el mundo, y que contempla cómo le premian en un importante evento a nivel internacional. Incomprensible, sin duda, e injustificable  a la vista de los acontecimientos expuestos.

No hay comentarios: