miércoles, 22 de mayo de 2024

El hartazgo catalán

 

Una vez conocidos los resultados  de las elecciones en  Cataluña, analistas, tertulianos y cuanta mente pensante habita este país, se ha lanzado al ruedo a intentar justificar lo sucedido, o como mínimo a interpretarlo, descifrando las claves de unas elecciones que parecen haber desactivado, al menos parcialmente, un independentismo, que últimamente había decaído en su intensidad, y parecía hallarse en horas bajas.

Todo parece indicar que efectivamente así es, ya que los resultados apuntan a una bajada de los partidos nacionalistas, que sugieren  un cansancio de su electorado, que más que cambiar de  bando, que también se ha dado, han sucumbido al agotamiento, al cansancio, y en definitiva, a un comprensible hartazgo ante tanta mentira y tanta falsedad como vienen soportando desde hace demasiado tiempo.

No es necesario recurrir a los acontecimientos muy próximos en el pasado reciente, cuando se declaró la tristemente famosa declaración unilateral de independencia, la ominosa y taimada DUI, que apenas se alargó en el tiempo por espacio de treinta segundos, y que dejó huellas indelebles en los ilusionados ciudadanos que creyeron en ella y que por consiguiente sufrieron de engaño y de una frustración insoportable, que imaginamos no habrán perdonado a sus arteros autores, que siguen campando por sus falsos respetos en el panorama político actual.

Ni siquiera a las promesas siempre incumplidas de sus representantes políticos, que  no han avanzado ni un solo milímetro en la consecución de esa ansiada independencia que   no consigue materializarse pese a mantener un discurso permanente reivindicativo que únicamente ha cosechado algo positivo para ellos, para quienes les prometen, pero no cumplen, para quienes les hablan de un paraíso que no consiguen vislumbrar, salvo para estos falsos mesías que sí lo han encontrado, léase indultos, amnistía y perdones varios, que en poco tiempo han logrado sin grandes esfuerzos, utilizando los recursos de los que disponen por razón de su cargo, y sobre todo, haciendo un uso rastrero y egoísta de los votos que recibieron de quienes ahora se ven defraudados ante sus reivindicaciones soberanistas.

Sin embargo, pocos analistas parecen haber tenido en cuenta la abstención habida en estas elecciones, superior al cuarenta por ciento, cifra elevada siempre, y más teniendo en cuenta este caso, el catalán, dónde el independentismo toma auténtica carta de naturaleza, y que es indicativo del cansancio al que antes nos referíamos, con unos políticos que, teniendo en cuenta las facilidades aportadas por un gobierno central, siempre presto y dispuesto a mercadear, a intercambiar votos por poltronas, no parecen muy dispuestos a mantener, pese a su aparente radicalidad, una firme y definitiva posición que obligue al ejecutivo central a doblegarse antes sus exigencias independentistas, con la consecución de un referéndum, algo que vista la facilidad con que cede el gobierno, sorprende que no hayan logrado ya, y no es que seamos partidarios de ello, pero es el relato que creemos corresponde ante lo que está sucediendo.

La imagen del titiritero jefe, léase Puigdemont, valiente y heroicamente huyendo en el capó del coche, después de haber citado a los suyos al día siguiente, vagando por Europa ante la pasividad del ejecutivo central, a la hora de detenerlo, para no desairar a los que a la postre ha concedido beneficios y prebendas sin cuento para mantenerse en el poder, era ya entonces toda una declaración de intenciones de lo que les acontece a los ciudadanos catalanes hoy en día, cabreados, desairados y hartos de tanta farsa y tanta mentira como soportan, y que explica en gran medida los aparentemente sorprendentes resultados de estas últimas elecciones.

No hay comentarios: