lunes, 7 de abril de 2025

El universo ese gran desconocido

 Jamás, en la ya dilatada historia de la Humanidad, la necesidad de desvelar los ingentes misterios que nos guarda el Universo y que nos quedan aún por descifrar, habían desatado una carrera tan intensa y espectacular, tan apasionante y esperanzadora como la que se viene llevando a cabo en todo el mundo desde apenas unos años, durante los cuales, y gracias a los potentes telescopios que se han puesto en órbita terrestre, y mucho más allá, están permitiendo a los científicos nuevos descubrimientos de infinidad de galaxias y otras estructuras cósmicas situadas a distancias colosales, hasta hace poco tiempo inimaginables, que nos están permitiendo hallazgos sorprendentes que nos acercan cada día más a los orígenes y evolución de un Universo que seguimos desconociendo en gran medida, lo que nos permite y obliga a elaborar continuamente nuevas y avanzadas teorías, algunas de ellas extremadamente novedosas, que satisfagan el ansia de conocimiento de una comunidad de científicos y astrofísicos que  no cesan de obtener nuevos datos acerca de un Universo que nos sorprende cada día.

 Ello supone una absoluta urgencia para el ser humano, que nunca debería cejar en el empeño de saber y conocer acerca de cuánto le rodea, con preferencia de aquello que nos afecta de una manera especial, por el hecho de resultarnos especialmente complicado y próximo a la vez, como es el caso de un universo en el que nos encontramos inmersos, por el que navegamos en una sorprendente nave llamada Tierra, acompañados de otros planetas, girando todos alrededor del Sol, en una danza celestial en el interior de nuestra galaxia, la Vía Láctea, que a modo de nave nodriza nos conduce por el colosal universo en un viaje que dura ya miles de millones de años, del que desconocemos casi todo acerca de su gigantesca dimensión, y del que, ocupados en nuestro diario y mundanal ajetreo, se nos olvida que somos pasajeros de un viaje galáctico a bordo de una nave que no conoce paradas ni destino conocido adónde llegar.

Necesario resulta recordar, y de paso asumir, el concepto de año luz, utilizado con suma frecuencia en astronomía, y que solemos leer y oír en los medios de comunicación, entendido como una unidad de longitud necesario para medir las distancias en el universo, ya que las habituales que conocemos, se quedan excesivamente pequeñas ante la magnitud del cosmos, y que se define como la distancia recorrida por un rayo de luz en un año, y considerando que ésta viaja a 300.000 kilómetros por segundo, nos arroja una cifra de 9 billones de kilómetros, es decir, un nueve con doce ceros, que nos sirven para mostrar los valores de nuestra galaxia, un disco de cien mil años luz de diámetro y dos mil años luz de espesor.

Se estima que nuestro universo se originó a partir de la gran explosión o Big Bang, hace 14.000 millones de años, expandiéndose desde entonces en una gigantesca carrera, en la que las galaxias se van separando unas de otras, a una velocidad que es tanto mayor cuanto más separadas se encuentran, y así, indefinidamente, salvo que algo detenga esta apasionante carrera, como podría ser la gravedad aportada por la escurridiza materia oscura, cuyos efectos son conocidos, que no su presencia ( que hoy se pone en duda), que lograría contrarrestar la velocidad de escape de las galaxias, algo que no podemos aventurar, ni los científicos asegurar, salvo que el universo en expansión parece ser un hecho admitido por la inmensa mayoría de la comunidad científica a una velocidad nada desdeñable, superior a los setenta kilómetros por segundo

Las galaxias se reúnen en cúmulos de galaxias, que a su vez se agrupan en un gigantesco supercúmulo, que se conoce como red cósmica, dónde se mantienen unidad entre sí a través de filamentos de hidrógeno y materia, a modo de redes neuronales se mantienen unidas formando una colosal estructura, cuyo diámetro se cifra en 520 millones de años luz, es decir, la luz , viajando a 300.000 km/s, tarda 520 millones de años en cruzar la portentosa red cósmica de galaxias, lo que da una ligera idea de la descomunal magnitud del universo, dónde se estima que el número de galaxias, alcanzaría la cifra de dos billones un dos con doce ceros, conteniendo cada una de ellas hasta 400.000.000.000 de estrellas, cuatrocientos mil millones, lo que da una idea de  algo que supera nuestra limitada capacidad  de entendimiento, que no puede asumir semejante valor, algo que nos emociona y maravilla ante la magia y la colosal grandeza del majestuoso  universo en el que nos encontramos.

Seguimos, no obstante, con un desconocimiento muy importante, tanto acerca del origen del universo, como de su evolución, y gracias a modernos telescopios situados en órbita terrestre como el Hubble y el James Web, entre otros, conocemos más en profundidad un universo, cuyos secretos más escondidos se nos escapan, y aunque progresamos, lo hacemos muy lentamente, como el conocimiento de los agujeros negros, zonas del universo con una colosal capacidad de atrapar cuanta materia se encuentra en sus proximidades, incluida la luz, que siguen constituyendo un tema aún muy discutido por los astrónomos, y que siguen procurando una amplia capacidad de información dado su enorme complejidad al no ser posible estudiarlos más que por métodos indirectos.

Albert Einstein, afirmó que tenía dos certezas sobre lo infinito: la estupidez humana y el universo, y de esto último,  no estaba seguro, lo que nos da una idea sobre esta cuestión, ya que no podemos asegurar nada en este sentido, salvo que el universo se encuentra en expansión, y hasta este extremo, como el del Big Bang, últimamente se están poniendo en cuestión por parte de la comunidad científica, en cuyo seno se debaten teorías que afirman que la edad del universo es el doble de la que se admitía hasta ahora, es decir, de 28.000 millones de años, o las que afirman que el universo es un ser pensante, con una estructura neuronal parecida a la de nuestro cerebro, o la que propugna que somos parte de un gigantesco experimento dirigido por una inteligencia superior o la teoría más reciente, que afirma que el universo es un soberbio e inmenso ordenador cuántico, lo que resulta apasionante en cualquier caso, sobre todo considerando que nuestro hogar, el planeta Tierra, navega en ese inmenso mar que hemos dado en llamar universo.

Sí podemos afirmar con casi total seguridad, datos acerca de las impresionante distancias que nos asombran poderosamente, como la del objeto observado más lejano, situado 14.000 millones de años luz, lo que supone que la luz de ese objeto que ahora nos visita, salió de allí, hace 14.000 millones años, como en el caso de la luz solar, que supone que la imagen que en un momento vemos del sol, es la que corresponde a la que tenía dicho astro hace ocho minutos, que es el tiempo que tarda la luz en recorrer los 150 millones de kilómetros que nos separan del astro rey, mientras que la estrella más cercana a nosotros después de la nuestra, es Próxima Centauri, a poco más de cuatro años luz.

Cada día, la ciencia nos sorprende con nuevos datos y cifras, que no dejan de sorprendernos y que confirman el sobrecogedor tamaño de un universo sometido últimamente a continuas teorías como el de los universos paralelos que plantean varios universos o realidades relativamente independientes, así como las que se refieren a su final, entre las que aseguran que se expandirá eternamente, y las que afirman que llegará un momento que se contraerá, para llegar de nuevo al punto inicial de origen y comenzar con un nuevo Big Bang, proceso que se repetiría infinitamente, y por último, la que precisa que el universo se evaporará, basada en una teoría original de Stephen Hawking, con lo que el destino de esta colosal maravilla, alcanzaría probablemente su final, en una majestuosa y sobrecogedora acción autodestructiva, que nuestra mente no puede ni remotamente imaginar.

Las últimas teorías acerca del Universo, y por ende de nosotros sugieren que podríamos ser los protagonistas de una gigantesca simulación creada por una civilización extraterrestre capaz de manejarnos a su antojo, como si de un inmenso juego se tratara, mientras que otra teoría  afirma que nuestro Universo estaría inmerso en un colosal agujero negro, y otras que podríamos citar, que lo que nos sugieren es que los secretos que alberga el Universo, son tantos y tan extraordinarios, que sin duda seguiremos tratando de desvelarlos y saciar nuestra sed de desconocimiento acerca de tan colosal estructura que hemos dado en denominar Universo, dónde tenemos la casi total seguridad de que la vida, tan buscada para sentirnos algo menos solos, nos espera en cualquier rincón aún inexplorado por el ser humano.


Moneda de cambio

 Se nos agotan los argumentos para continuar descalificando a un gobierno que utiliza descaradamente el infame recurso de cambiar inmunidad por votos, privilegios varios por apoyos, concesiones dinerarias y en especie por fidelidad, cesiones competenciales por mirar hacia otro lado, y en fin, cuanto puedan requerir los de siempre, con el objeto de satisfacer sus cuitas a cambio del apoyo necesario para seguir atados al poder, incluyendo a sus socios de coalición, tan remisos antaño cuando tan alejados estaban de unas esferas que entonces detestaban por  acomodas y burguesamente inmovilistas, y a las que hoy se adhieren, siguen y disfrutan con auténtica fruición, una vez que han comprobado lo fácil que es imitar comportamientos, transgredir sus trasnochadas éticas, y  dejarse llevar por la inercia del poder, dónde tan confortablemente se encuentren.

Apenas se molestan ya tratando de disimular sus trapicheos políticos con quienes intercambian sus interesados y mercantilizados devaneos, utilizando la moneda de cambio oportuna, algo que por otra parte ya no sorprende a una ciudadanía harta y cansada de estas malas e infames artes, que han llegado ya a interiorizar como algo habitual y corriente en política, cuando en realidad son prácticas detestables y profundamente antidemocráticas, que este gobierno está llevando a cabo desde hace ya demasiado tiempo, convirtiéndolo en algo habitual, que suelen sacar adelante con el beneplácito de los independentistas que han encontrado un auténtico filón en este ejecutivo al que exprimen sin rubor, a sabiendas de que cederán siempre que los garanticen su continuidad en el gobierno.

Dispuestos están a utilizar cualquier moneda de cambio, ya sea motu propio o a demanda, llegando incluso a sugerir parar una huelga en Renfe   a cambio de ceder la competencia en los Rodalíes catalanes, ya que todo se compra y se vende, nada queda al margen de una posibilidad de sumar días a pasar uno más en La Moncloa, residencia del jefe del ejecutivo que posee una ambición de poder tan desmedida, que no le importa que en Europa lo señalen ya como un consumado aprendiz de autócrata que no repara en nada para seguir en el cargo, recurriendo cada vez con mayor frecuencia al decreto si lo considera necesario o a otras artimañas para evitar dictámenes preceptivos de organismos oficiales que de otra forma podría complicar sacar adelante sus oscuras y siniestras maniobras a las que nos tiene acostumbrados.

El último ejemplo de este perverso modo de gobernar, es el de la utilización de los menores migrantes como moneda de cambio, repartiéndolos por las comunidades autónomas, privilegiando a Cataluña y el País Vasco y perjudicando  a otras, en una maniobra que persigue, como siempre, obtener su favor que se sustanciará en apoyos parlamentarios que los mantengan en el poder, todo ello en un malévolo, sucio y rechazable  juego político, al que recurren sin inmutarse, pretendiendo disfrazarlo de un modus vivendi político perfectamente ético, cuando no es más que un siniestro, tenebroso y truculento modo de ejercer la política, con una codiciosa ambición, sin escrúpulos de ningún tipo y con una ausencia absoluta de la necesaria y honesta dignidad de la que carece por completo.


Cinco años de infame desmemoria

 Cuando se cumplen ahora cinco años del estado de alarma, cuando el confinamiento a todos los niveles tocaba a su fin, cuando los sufridos ciudadanos respiran con alivio, cuando la memoria atormentada despierta de su letargo de tres durísimos e interminables meses de confinamiento, cuando sobre todos aún pesa y pesará un brumoso trauma, cuando comenzamos a respirar de nuevo, yo,  en nombre de muchos dolidos e indignados ciudadanos que no olvidan,  manifiesto y señalo:

Al prepotente gobierno de este País por no reconocer sus errores, por no pedir, no ya perdón, sino unas mínimas y necesarias disculpas, de airear sus más que dudosos aciertos a la hora de gestionar la pandemia, permitiéndose su presidente el ominoso y falaz “viva el 8 M”, en sede parlamentaria, que fue todo un insulto a la vida, y a la sensibilidad de los familiares de las víctimas que en ese temerario acto enfermaron, cuando ya se conocía y se presentía la tragedia que se cernía sobre nuestro país 

 A unos negligentes gobernantes que cometieron graves e imperdonables errores a la hora de tomar medidas drásticas, cuando ya conocíamos los casos de china y de Italia, que debieron ser más que suficientes para actuar de inmediato y no lo hicieron.

Al gobierno por permitir que prevalecieran condicionamientos de orden político y de oportunidad, para no avisar a la población del peligro que corrían al asistir a manifestaciones y actos multitudinarios de todo tipo, cuando las señales de peligro eran más que evidentes.

 A las autoridades correspondientes, de permitir la manifestación del 8 de marzo de entonces, y otras anteriores y posteriores, que causaron sin duda infinidad de contagios, cuando el día 7, es decir un día antes del 8 M, se confinaron a 40 personas contagiadas en la ciudad riojana de Haro, con lo que quedaba de manifiesto el terrible drama que comenzaba a cernirse sobre la indefensa ciudadanía.

A los responsables de no escuchar a la OMS, que con tiempo, y como está documentado, avisó a las autoridades sanitarias acerca del aprovisionamiento de material sanitario para responder a la epidemia que se avecinaba.

A las autoridades de este País, de autorizar unas concentraciones y de prohibir otras, antes del confinamiento, en una ceremonia de la confusión, que responde a oscuros intereses de variada, siniestra e inconfesable índole, que en absoluto se pueden justificar.

A los responsables gubernamentales, por privilegiar sus intereses electorales y populistas sobre los de la población, hasta el punto de no tomar medidas por aquello de esperar a ver qué pasa ahí afuera, a ver quién pone el cascabel al gato, y por miedo a la impopularidad que ello representaba.

Al gobierno de ser el culpable de la situación trágicamente anárquica de los hospitales, sin material suficiente, pese al aviso de la OMS, y, sobre todo de las dramáticas consecuencias en un heroico personal sanitario en general, que se vio absolutamente inerme ante la avalancha de enfermos, sin material, desprovistos de lo más elemental, como la ropa protectora que tuvieron que confeccionarse ellos mismos.

A quienes corresponda, por el espantoso porcentaje de fallecimientos entre el personal sanitario, que es, para vergüenza y oprobio del gobierno, fue el más alto del mundo, tal como quedó registrado en aquellas fechas.

A  quienes corresponda, por irresponsabilidad y dejadez manifiesta en la gestión de las residencias de ancianos, por dejarlos morir, por acción u omisión, en un vergonzoso y detestable acto de malvada dejación, en lo que ha supuesto uno de los peores maltratos en la historia de este País hacia sus ciudadanos.

En mi nombre, y en el de los familiares de las víctimas en general, de los falsos datos que proporcionan las autoridades sanitarias sobre el número de los fallecidos, así como del tratamiento vejatorio hacia ellas, al citarlas como meros números a contabilizar.

 A as autoridades aquí  citadas, de carecer del más elemental rastro de una elemental y piadosa humanidad,  en una penosa demostración que supone un acto de vileza absoluta, al tardar más de dos meses en declarar una semana de luto, lo que denota una patética e inexcusable ausencia de sensibilidad, sin disculpa posible alguna.

Señalo, en fin, a un gobierno, que proclamándose progresista y de izquierdas,  mostró un talante soberbio y engreído, farsante y embustero, incapaz de reconocer error alguno y de asumir sus culpas, que dejó un País en ruinas, tanto social, como laboral, como económicamente, por su ineptitud manifiesta, que cinco años después, lejos de entonar un mea culpa, cargan sobre terceros una responsabilidad que en gran medida les corresponde, y que tratan de evadir a toda costa, en un acto indigno e infame que los deshonra ante una población que sufrió lo indecible y que pese a su silencio, jamás olvida. 


Una situación alarmante

 Definitivamente, a estas alturas, a nadie puede quedarle ya duda alguna, que el presidente del gobierno está decidido  a continuar en el cargo al precio que le imponga el titiritero jefe, fugado de la justicia de nuestro país, al que se le permite regresar  cuando chulescamente se le antoja desde allende la frontera, sin que tema por una detención que sabe no va a tener lugar, porque tiene patente de corso concedida expresamente para él, para que no se enoje, no se enfade, y ponga con ello en peligro la estabilidad de un gobierno que hace aguas por todas partes, pero cuyo jefe del ejecutivo ha decidido  mantener  a toda costa,  moviendo los hilos que controla 

Inquieta la alarmante y al mismo tiempo aparente tranquilidad de la ciudadanía de este país, que parece no ser consciente de una situación creada en éstos últimos tiempos, en el que la crispación a flor de piel y la polarización in crescendo permanente y visible en la calle y en los medios de comunicación, están sometiendo a esta sociedad a una dura prueba en la que cada vez toma menos partido, dejando las manos libres a una clase dominante, léase gobierno, que está colonizando las instituciones y los poderes del estado, sometiéndolos a su interés y capricho personal y de partido.

 Algo que de ninguna forma deberíamos permitir, pero que nadie, incluyendo una oposición política demasiado permisiva y extremadamente débil en su obligada acción de contrapoder, se muestran incapaces de controlar a un ejecutivo que campa a sus anchas, devastando cuanto encuentra a su paso, apropiándose de cuánto puede serle de utilidad para mantenerse en el poder, ya fueren instituciones, personas u organismos varios, que continuamente y sin escrúpulo alguno, va incorporando a la tupida red que va urdiendo inexorablemente sin aparente oposición alguna.

Ejerciendo un férreo control sobre la estructura estatal, mantiene un rígido control perfecta y estrictamente sistematizado desde Moncloa, centro neurálgico desde dónde se originan, planean y dirigen las acciones a llevar a cabo con el objeto de que nada ni nadie pueda obstaculizar la decidida y taxativa intención de continuar al mando por tiempo indefinido, y caiga quien caiga, en su frenético y ambicioso plan de retener el ejecutivo al precio que sea necesario.

No es una cuestión baladí, es un hecho constatable cómo este gobierno se aferra a su poltrona con una desmedida voluntad que más que  pretender con ello ejercer la representación de los ciudadanos a través de su acción de gobierno, prima en ellos el hecho de permanecer en su puesto a nivel personal, tal es la energía, la agresividad y la estrategia seguida, impropia de unos representantes elegidos por los ciudadanos de un país, que no contemplan, ni de lejos, la posibilidad de tener que abandonar un día su privilegiada posición.

Causa asombro, a la par que sonrojo, escuchar al presidente pronunciarse en contra de la oposición en unos términos ofensivos de una belicosidad sorprendente, no exenta de una ordinaria y rechazable vulgaridad, impropias de su cargo, y sobre todo fuera de lugar políticamente hablando, ya que se limita a expresiones despectivas e insultantes que no pretenden más que desacreditar al opositor y al partido que representa, en una inútil y desesperada intención que le descalifica personalmente, como político, y como orador que necesita recurrir a semejantes artimañas.

Alarma poderosamente el hecho de que el jefe del ejecutivo, y de paso el gobierno, han perdido los papeles de tal forma y manera, que parecen haberse olvidado que son los más altos representantes de un País democrático, cuyos ciudadanos los eligen libre y voluntariamente en las urnas, decisión que les corresponde a ellos en exclusiva exigiéndolos en el cargo, eficacia, responsabilidad, y algo fundamental, como es la honestidad, y permanecer al frente mientras sea absolutamente necesario para los intereses de los ciudadanos, y no para los propios como es el caso.

 Un gobierno en estado de desguace, recurriendo a artimañas de todo tipo, y creando con ello un estado de alarma en la población, de la que no parecen ser conscientes, tal es el estado de obsesiva desesperación por continuar a toda costa, pero de la que los ciudadanos, afortunadamente cada día van percibiendo más claramente, algo que es siempre deseable en una democracia que se precie de serlo, con el objeto de que el ejecutivo se entere clara y taxativamente, que el poder no les pertenece, que es una delegación temporal que no admite apropiaciones indebidas, ni turbios manejos que no son fruto sino de la desmedida ambición que caracteriza  a este gobierno.