martes, 10 de julio de 2012

LA HERENCIA

El título de este artículo podría perfectamente ilustrar la portada de una novela, de un relato de intriga o del texto correspondiente a la descripción de los bienes, derechos y obligaciones transmitidos por los legatarios a sus herederos y aunque de hecho corresponde en sentido estricto a éste último supuesto, de derecho habría que encuadrarlo quizás en un relato novelado, intrigante y con tintes más que trágicos, tragicómicos, como corresponde a una historia, que aunque real como la vida misma, debería responder más bien a unos hechos irreales, imaginados y virtuales, sin posibilidad alguna de ser tomados en consideración.
Las herencias otorgadas de padres a hijos, han ocasionado no pocos altercados familiares, algunos de ellos con desenlaces dramáticos, que han logrado la desunión y el absoluto y definitivo alejamiento de los fraternales lazos que pudieran existir entre los hermanos u otros vínculos y familiares a los que afectase la transmisión de unos bienes patrimoniales que en ocasiones logran romper la anterior armonía entre ellos, debido a los desacuerdos motivados, bien por la ambición desmedida, bien por un desigual e injusto reparto o bien por ambas causas, que de todo puede darse cuando la buena voluntad no se halla por ningún lado.
Casos famosos ha habido, hay y habrá, muchos de ellos incluso que han logrado saltar a los medios de comunicación debido a la magnitud de esas herencias, fundamentalmente entre las grandes fortunas multimillonarias que todos más o menos conocemos. Casos históricos podríamos citar también, a la hora de repartir reinos, condados o ducados, para lo cual debemos remontarnos siglos atrás y que están en los libros de historia.
Finalmente, podríamos hacer un recorrido por la España más negra y trágica, no sólo en las zonas rurales sino también en las urbanas, donde podemos hallar terribles sucesos con desenlaces fatales, que han logrado pasar a los anales de la más cruel de las mezquindades y tantos otros que quedaron en viles intentos que no pudieron materializar, en encargos que no se consiguieron llegar a cabo o en proyectos que por uno u otro motivo, afortunadamente y para ventura y suerte de los progenitores o competidores de la herencia en cuestión, no pudieron llevarse a cabo.
Desde que el partido Popular gobierna este País, el término que hoy nos ocupa, está en boca de todos y cada uno de sus ministros, incluido el Presidente, con una frecuencia machacona, pedante e insistentemente insoportable, hasta el punto de que no hay día que no se cite en los medios de comunicación, llegando a extremos tales que aquello de que “la herencia recibida”, se entiende lógicamente del anterior gobierno, es la culpable de todos los males que asolan a este País.
Comenzando por el déficit y terminando por la ausencia de lluvias, todo culpa es de la herencia envenenada que recogieron cuando les traspasaron los poderes los antiguos gobernantes, herencia que les condiciona de tal forma que impide que ellos puedan remontar semejante desbarajuste, por lo que se declaran incapaces de resolver unos problemas que ellos no han originado.
Es decir, están exentos de responsabilidad, pueden por lo tanto echarse a dormir y dejar que todo se vaya al carajo, al tiempo que los sufridos ciudadanos pagan el pato sacándoles las castañas del fuego, por una incapacidad, que según ellos es no culpable, ya que la herencia recibida les exonera de toda culpa. Al final, este relato no es susceptible de convertirse ni en una novela costumbrista ni en un relato intrigante. Es simplemente un sainete al uso.

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