jueves, 20 de diciembre de 2012

MI MUY MEJORABLE GOBIERNO


Cada vez es más difícil señalar los elementos característicos diferenciadores de los partidos políticos, de sus idearios, ideologías y demás peculiaridades, singularidades y propiedades varias que los determinan y que deberían constituir el conjunto de características a ofrecer a la opinión pública en general y a sus afines en particular, las cuales se van difuminando de tal manera que a la hora de la verdad, una vez llegados al poder, todos parecen comportarse igual, todos presentan las mismas maneras y todos se olvidan por igual de quienes los auparon a sus puestos actuales, es decir, sus votantes.
No obstante, al menos formalmente, la izquierda – no sé si aún debería llamarla así –  mantiene unas posiciones éticas y estéticas que denotan una sensibilidad y una sutil delicadeza que la derecha ni tiene ni parece querer poseerla, sobre todo ahora, que ostenta un poder omnímodo, absoluto y total, que ejerce con altanera osadía y con una suficiencia insultante, que de todas formas en poco se diferencia de cuando el partido que ahora está en la oposición se encontraba en similares circunstancias, aplicando ambos, cada uno en su momento, el conocido y muy recurrido y socorrido rodillo que todo lo arrasa.
Estos con su altiva arrogancia y aquellos con su insoportable talante, ofrecen y ofrecían un penoso y lamentable espectáculo que ni se molestan en disimular. Supongo que la soberbia del poder les domina y cambia hasta tal punto de que olvidándose de quienes les situaron hasta adonde ahora están, se dedican a gobernar hacia adentro, para ellos y por ellos, haciendo oídos sordos de todo cuanto se mueve a su alrededor, que parece no existir, como si se hubieran quedado solos, ciegos y sordos de tanto mirarse y escucharse a sí mismos, con una complacencia tal que no están más que para contemplarse el ombligo.
Más que sorpresa, extrañeza y confusión, es la que ofrece la actual respuesta del presente gobierno a los acontecimientos que diariamente tienen lugar en la calle, causan desconcierto, pasmo y estupefacción, pues a las críticas diarias que surgen por doquier hacia su actuación en todos los terrenos, se unen las manifestaciones diarias y algaradas varias por parte de numerosos colectivos y sectores, léase sanidad, educación, investigación – sólo faltan los desempleados - bien en la calle, bien en los mismos hospitales, colegios, universidades, centros de investigación etc.
Y sin embargo, no se dan por aludidos, no pasa nada, dan la impresión de que no va con ellos, por lo que mantienen su altanera actitud sin un ápice de tímido desconcierto o de una mínima preocupación que denote una receptividad consciente ante lo que está sucediendo, lo cual se traduce en un renovado cabreo por parte de una ciudadanía que no se siente representada por ellos, sino más bien burlada y estafada por quienes no parecen mostrar la más mínima sensibilidad ante los sufrimientos de quienes han de soportar las duras medidas por parte de un gobierno que no se da por enterado de cuando tiene lugar a su alrededor.
Con todo, lo más ridículo y mezquino es la omnipresente y sempiterna justificación basada en que ellos no tienen responsabilidad alguna ni de la situación actual ni de las consecuencias que necesariamente han de surtir sus decisiones. La culpa recae enteramente en el gobierno anterior y en la famosa herencia recibida. ¿Pero es que jamás van a aceptar la responsabilidad que les corresponda por las decisiones tomadas después de un año en el gobierno? ¿Pasarán los cuatro años de legislatura y continuarán con la misma canción? Resulta inconcebible e insoportable, que desde el presidente hasta el último responsable del gobierno, eludan una y otra vez las consecuencias de sus actos. Yo no he sido, han sido ellos, dicen una y otra vez, en un discurso que ya aburre hasta las ovejas y que deberían obviar de una vez.
Mientras tanto la oposición continúa desaparecida, cabizbaja y sin capacidad alguna de reacción. Menos mal que ya llevo muchos años sin votar, pero el cabreo que comparto con el resto de los ciudadanos de este País es el mismo.
Y no creo aquello de que tenemos los políticos que nos merecemos. O sí.

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