viernes, 5 de abril de 2013

LAS MUCHACHAS DE VELÁZQUEZ

Esta obra cumbre del genial Velázquez, de la pintura española y posiblemente del arte pictórico mundial, más conocida por Las Meninas, afortunadamente propiedad del patrimonio de este País – sorprendería saber la cantidad de obras de arte de todo tipo en manos de otros países y no digamos de particulares del mismo país – y de poder exhibirla en el museo del Prado, una de las más importantes pinacotecas del mundo, donde todos podemos disfrutarla junto con el resto de las obras allí expuestas, innumerables y magníficas, que dan testimonio de la capacidad del ser humano para amar, crear y difundir la belleza a través del arte, una de cuyas manifestaciones, la pintura, todos podemos admirar, seamos entendidos y expertos o legos y profanos, con el objeto de disfrutar del sublime goce que su contemplación puede depararnos.
Desde las ancestrales pinturas rupestres, hasta las primeras pinturas prerrománicas, de origen religioso, realizadas fundamentalmente al fresco, pasando por el románico y gótico con sus tablas y retablos al óleo y al temple, que tratan el mismo tema, hasta llegar al Renacimiento, el Barroco y entrar en los tiempos actuales, el ser humano ha tratado siempre de plasmar sus sentimientos, emociones, su espiritualidad y cuanto con el artista estaba en contacto, bien fueran seres vivos, inertes o paisajes, tratando de retenerlos en la tabla o el lienzo, plasmándolos en el mismo con el fin de eternizarlos, de detener el tiempo que no habría de pasar por ellos, y que los sobrevivirían en un futuro al que el artista no podría asistir, aunque sí pasaron a la posteridad como autores de las obras de arte que crearon.
Sorprende y emociona profundamente, cómo un especialista reconocido analiza, descompone y desmenuza un cuadro, entrando en él, recorriéndolo y detallando cada una de sus pinceladas, la luz, la perspectiva y el más mínimo detalle. El estudio de los personajes nos revela la intención con que el artista los plasmó, lo que revelan sus miradas, su situación en el cuadro, y así, llega a la conclusión de las intenciones del pintor a la hora de llevar a cabo su obra, la escuela pictórica a la que pertenece, los rasgos que denotan las influencias de uno u otro maestro pintor y mil detalles más, que jamás pensamos puede sugerir un cuadro por muy obra maestra que pueda ser.
Resulta increíble que pueda llegar a existir materia suficiente como para escribir todo un libro o tratado sobre una obra, pero es así, y existen numerosos casos en los que se analizan los diferentes aspectos, tanto objetivos como subjetivos, consiguiendo con ello descubrir ante los no iniciados todo un mundo de interpretaciones que el autor quiere transmitirnos, toda una sinfonía plástica de colores, luces y sombras que el pintor utiliza para llevar a cabo la materialización de su genialidad.
Estudiando Las Meninas, muchachas en portugués, que originalmente se denominó La Familia, haciendo referencia a la familia de Felipe IV plasmada en esta obra genial, el autor de dicho estudio cita, pongo por ejemplo, cómo el pintor sustituye la tradicional perspectiva óptica por la espacial, lo cual consigue distribuyendo con perfección los distintos focos de luz en el espacio pictórico, quedando ágilmente entrelazados, y cómo queda compensado la carencia de enlosado en el suelo, con los marcos negros y la distribución de las figuras dispuestas en perspectiva y cómo Velázquez distribuye los chorros de luz con el objeto de que vayan enfocando o desenfocando a los personajes del cuadro.
Jamás imaginé que un cuadro pudiera contener tanta información, que pudiera sugerir tantas páginas a un entendido observador. Deberían tomar nota quienes se dedican a trastocar continuamente los planes de enseñanza y a llenar de contenidos baldíos a que nos tienen tan acostumbrados y dirigir sus ojos hacia el arte, hacia todas las artes, desde pequeños, inculcándoles así y de una forma amena, el amor por la belleza y el interés por la cultura, que les hará más libres, cultos y responsables a la hora de conservar el valioso patrimonio que nos donaron los genios del arte que nos precedieron desde los comienzos de la civilización.

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