viernes, 19 de julio de 2013

AMANUENSES

En el origen de la escritura, están sin duda los pictogramas, símbolos, dibujos, signos y formas diversas utilizados por los pueblos de la antigüedad con los que trataban de representar los objetos que les rodeaban, incluso palabras, siempre de una forma simplificada, sin transmitir ideas ni pensamientos abstractos, ni mucho menos estructuras sintácticas que estaban fuera del alcance de sus pretensiones de mostrar la realidad material mediante esos símbolos esquemáticos, que suponen seguramente el primer estadio de la escritura.
Los pictogramas transmiten una información convencionalizada, independiente de cualquier lengua, ya que fueron utilizados por muchos pueblos desde el principio de los tiempos por unos seres humanos que necesitaban comunicarse mediante signos para complementar el lenguaje hablado. Suponen de esta forma un antecedente de nuestro alfabeto y están sin duda en su origen, aunque sus huellas hayan quedado borradas por siglos de evolución.
La escritura cuneiforme, representa otro intento de expresión en lenguaje escrito, que fue adoptada por otras civilizaciones como los Sumerios y los Asirios. Se escribía en tablillas de arcilla húmeda mediante un tallo vegetal biselado en forma de cuña – de ahí su nombre – en las que plasmaban los correspondientes pictogramas. Se tiene conocimiento fehaciente de cartas escritas en escritura cuneiforme, pertenecientes al segundo milenio antes de Cristo, que se han podido traducir, en la que en una de ellas, escrita con una pluma de junco, se invitaba a su receptor a ir a Babilonia.
La escritura Jeroglífica, se desarrolló en Egipto durante más de tres mil años. Tenía un sentido  mágico y religioso, hasta el punto de que el nombre de una persona expresaban también su personalidad. Este tipo de escritura se reservó fundamentalmente para la grafía monumental. La pieza clave para la interpretación y traducción del lenguaje jeroglífico es la Piedra Rosetta, que poseía grabados de tres lenguas diferentes, griego, jeroglífico y Demócrito, que fue descifrada por Champolion a finales del siglo dieciocho.
Todos estos lenguajes escritos, pusieron la base para la consecución de los alfabetos que hoy utilizamos, mediante la oportuna y conveniente evolución sufrida y que supuso la existencia hoy en día de alfabetos como el griego, cirílico, chino, árabe, hebreo, y otros que podríamos citar. Con el descubrimiento del papel en China, y del pergamino suplantando al papiro en Europa, así como de la tinta metálica marrón rojiza para los manuscritos, y de la sustitución del rollo por el libro, comienza una nueva era que nos conduciría al primer periódico impreso en China en el año ochocientos cincuenta y tres y al descubrimiento de la imprenta de Gutenberg a finales del siglo XV y del primer libro por él impreso, La Biblia, de 42 líneas.
El escriba era el amanuense o copista de la antigüedad, procedente de las clases bajas de la sociedad. Era inteligente y educado y conocía mejor que nadie los documentos oficiales, legales y comerciales, los cuales preparaba al dictado o de otras maneras, por lo que recibía una remuneración. En la época medieval, los copistas se encargan de reproducir libros y manuscritos a mano – de ahí amanuenses – en el scriptorium de los monasterios, donde además, los encuadernaban, decoraban y conservaban.
Conservo documentos manuscritos de mi padre y del padre de mi padre, mi abuelo, ambos secretarios de Ayuntamiento en Duruelo, Segovia, donde nacieron y descansan ahora y donde también nací yo. Con una preciosa y cuidada letra, los conservo como si fueran auténticos tesoros. Hoy, con la informática casi se nos ha olvidado escribir a mano, por lo que de nada serviría ya volver a los cuadernillos de caligrafía que con tanta nostalgia recuerdo. Pero nos queda la palabra, la más maravillosa de las herramientas de las que dispone el hombre para comunicarse al margen de cómo lo lleve a cabo. Y esto, sin duda es lo que importa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por el post