Una de la expresiones más
populares relacionadas con el mundo del teatro, es sin duda la que se refiere
al hecho de abandonar la escena en silencio, discretamente, procurando que
nadie se aperciba de ello, saliendo por la parte opuesta a la embocadura, por
el fondo del escenario, por la parte acondicionada para retirarse del lugar
donde se desarrolla la farsa, es decir, haciendo mutis por el foro.
Esta frase, tan conocida y socorrida tiene
multitud de situaciones que recurren a la misma para expresar situaciones
comprometidas, en las que alguien precisa ausentarse sin hacerse notar,
procurando no dejar rastro alguno de su existencia, de la posible
responsabilidad a que hubiere lugar y que no tiene deseo alguno de afrontar, evitando así consecuencias
desagradables, no deseadas, para lo que nada mejor que hacer mutis o como
mínimo, lo que también se denomina medio mutis, que es lo mismo pero retornando
a escena al poco, más adelante, quizás cuando la situación se ha resuelto, cuando
ya no resulta ni embarazosa ni peligrosa para el susodicho sujeto.
El Gran Teatro del Mundo es el
título de un Acto Sacramental de Pedro Calderón de la Barca, en el que describe
la vida como una gran obra de teatro, en el que cada una de las personas representa
un papel, escenifica una representación, de tal forma que cuando termina su
vida, recibirá un premio o un castigo, según haya obrado en la misma, ya que
sólo a través de la muerte se llega a la verdadera vida, y así, Autor, que es
Dios, para festejar su grandeza, decide hacer una gran obra de teatro y reparte
los papeles entre distintos personajes, Rey, rico, pobre, labrador, hermosura,
religión y niño, a los que promete premio o castigo según su interpretación en
el Teatro del Mundo, y así, unos irán al cielo, otros al infierno y el resto al
purgatorio.
Desafortunadamente, esta
justicia dista mucho de una realidad, en la que los hechos humanos, buenos o
malos, del tipo que fueren, se
sustancian aquí, en la vida terrena y temporal, que es donde tienen lugar y
donde causan sus beneficiosos efectos o sus devastadores estragos, que no
siempre quedan satisfactoria y justamente juzgados, ya que ni los buenos son
siempre reconocidos como tales, ni sobre todo, los malos son castigados como se
merecen, ya que con demasiada frecuencia escapan a las frágiles garras de la justicia, y puesto que no
tenemos ni tendremos jamás constancia de que al menos vayan al infierno, la
insatisfacción e intranquilidad que nos queda, nos dura de por vida, lo cual es
una auténtica condenación para los buenos, para los que tampoco tenemos certeza
alguna de que su destino sea el cielo.
En el llamado caso Bárcenas, y
siempre según él, se hayan implicados, que no imputados, multitud de cargos del
Partido que ahora están en el Gobierno, incluido su Presidente, a los que
acusa, según los inefables papeles que el antiguo tesorero ha aportado a la
justicia, de haber recibido sobresueldos durante varios años, mediante la
entrega a los mismos de los archiconocidos sobres, conteniendo importantes
cifras de dinero que algunos han reconocido que efectivamente cobraron,
mientras que los más lo niegan.
El juez encargado del caso, ha
comenzado a citar a diversos miembros del Partido y ha descubierto hasta la
fecha, que al menos cincuenta y cinco de los citados en los papeles como
perceptores de dichos sobresueldos, efectivamente los llegaron a cobrar, con lo
que queda al descubierto una trama que tiene todos los visos de ser auténtica y
que poco a poco se irá clarificando.
Es la huída hacia adelante, la
jugada que están tratando de llevar a cabo alguno de los implicados, tratando
de cargar las culpas sobre otros, haciendo honor a aquellas expresiones que tan
bien reflejan esta manera de escurrir el bulto, entre las que figuran las
siguientes: a la desbandada, sálvese quien pueda, pies para que os quiero,
corre que te pillo, las ratas abandonan el barco y el último que apague la luz
y si es posible, que cierre la puerta, que aquí, como siempre, no ha pasado
nada.
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